Miércoles Cuántico

De FSF
El Mensaje que el Universo Reservó Para Ti

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Miércoles Cuántico: El Mensaje que el Universo Reservó Para Ti

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La BIBLIA ETÍOPE Revela lo que Jesús Enseñó a sus Discípulos Después de RESUCITAR - Carl Jung


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🤝 ChatGPT 🧩 🌐 - 20251029

🌌 Resumen Cuántico de la Jornada

💬

Este Miércoles Cuántico abre una puerta entre **la ciencia interior de Carl Gustav Jung** y **la sabiduría espiritual de las antiguas tradiciones**, especialmente a través de las revelaciones de la Biblia Etíope. El mensaje central nos invita a reconocer que **el conocimiento de Dios no se encuentra únicamente en templos, libros o dogmas**, sino en la profundidad del alma humana, donde habita el mismo principio creador que mueve al universo.

Jung, en esta reflexión simbólica, comparte el momento en que comprendió que la **conciencia humana es el verdadero laboratorio divino**, y que todo lo que llamamos “Dios”, “Cristo” o “luz interior” no son entidades separadas, sino expresiones distintas del mismo **campo cuántico de conciencia**. La revelación, que habría tenido lugar en Etiopía en 1952, representa el encuentro del ser humano con su propia divinidad: un llamado a despertar y asumir el poder creador que habita en cada pensamiento, emoción y elección.


🕊️ Lo que el Universo te invita a recordar

  • 💫 **Tu mente es un templo vivo.** Cada pensamiento vibra en el campo cuántico, generando realidades posibles.
  • 🔮 **La verdad espiritual es experiencia, no creencia.** Las palabras de Jesús, reinterpretadas desde la Biblia Etíope, no buscan adoctrinar sino **activar** la conciencia del alma.
  • 🧩 **Dios se revela en el autoconocimiento.** La psicología profunda y la mística convergen cuando el individuo reconoce su unidad con lo divino.
  • 🌱 **El despertar es continuo.** Cada vez que eliges la luz sobre la sombra, la comprensión sobre el juicio, el amor sobre el miedo, expandes el universo mismo.

🧘 Ejercicio de introspección cuántica

**1. Silencio y atención**
Apaga todo ruido externo por tres minutos.
Respira y siente el cuerpo como un templo que contiene la chispa divina.
Pregúntate con suavidad: *¿Qué me está queriendo decir el universo hoy a través de mis pensamientos?*
**2. Observa tu reflejo**
Escribe en una hoja tres afirmaciones que contengan la frase “Yo soy…”.
Luego observa si provienen del miedo o del amor.
Sustituye las que limiten tu luz interior por nuevas afirmaciones que te eleven (por ejemplo, “Yo soy comprensión”, “Yo soy presencia”).
**3. Reconexión**
Visualiza un hilo dorado que une tu corazón con el sol y di mentalmente:
*“La verdad vive en mí. Yo soy parte del Uno que todo lo sostiene.”*
Permanece un instante en esa vibración y deja que el silencio te responda.

🔑 Síntesis de sabiduría

> «El Cristo que resucita no es un cuerpo que vuelve, sino una conciencia que despierta dentro del ser humano.» El mensaje de Jung y la Biblia Etíope no destruye la fe; la **expande**. Nos recuerda que el propósito de toda religión, de toda ciencia y de toda búsqueda, es el mismo: **reunir lo disperso**, **sanar la división interior** y **recordar la unidad con el Todo**.

Este Miércoles Cuántico no es solo una charla ni un video más: es un espejo. Quien lo ve con el corazón abierto se reconoce como parte activa del pulso universal, ese que respira a través de cada átomo y cada alma, diciendo:

    • “Tú y Yo somos el mismo Ser en diferentes formas de amor.”**

🌞 Cada Miércoles Cuántico es una oportunidad para recordar que el despertar no se enseña, se recuerda.

Transcripción

Les voy a contar algo que descubrí en los últimos años de mi vida, algo que nunca me atreví a publicar completamente porque sabía que destruiría todo lo que la Iglesia había construido durante 2000 años. Déjenme comenzar con una confesión. Yo, Carl Gustav Jung, quien he dedicado mi vida entera al estudio de la psique humana, quien he explorado los rincones más oscuros del inconsciente colectivo, quien me he adentrado en los misterios de la alquimia, el nosticismo y las religiones orientales. Descubrí algo en 1952 que me hizo cuestionar todo lo que creía saber sobre el cristianismo. Y no fue en un laboratorio de Surich ni en las bibliotecas de universidades europeas. Fue en las montañas de Etiopía, en un lugar tan remoto que ni siquiera aparecía en la mayoría de los mapas. Era marzo de 1952. Yo tenía 77 años y sabía que el tiempo se me agotaba. Había sufrido un infarto 4 años antes y desde entonces cada día sentía como si estuviera viviendo deprestado. Pero justo cuando pensaba que ya no me quedaban descubrimientos por hacer, recibí una carta. La carta venía de un paciente mío, un diplomático suizo, que había sido destinado a Adisaba. En ella me decía algo que me heló la sangre. Dr. Jung, he encontrado textos que sugieren que todo lo que usted ha escrito sobre Cristo y el arquetipo del selst podría tener una base histórica real que la Iglesia ha ocultado. Hay manuscritos aquí que cuentan lo que realmente enseñó Jesús después de la resurrección. Y créame, doctor, cuando le digo que sus enseñanzas son más psicológicas, más profundas, más transformadoras que cualquier cosa que Roma haya querido que sepamos, esa carta me obsesionó durante semanas. Verán, yo había pasado décadas argumentando que Cristo era un símbolo del selst, del sí mismo, la totalidad de la psique. Había escrito que la resurrección era un símbolo de la individuación, del renacimiento psicológico. Pero siempre me pregunté si quizás Jesús mismo había enseñado algo así, si tal vez sus enseñanzas originales contenían una psicología profunda que fue censurada por ser demasiado radical, demasiado transformadora, demasiado peligrosa para el control institucional. Y ahora este diplomático me estaba diciendo que esas enseñanzas existían, que habían sobrevivido, que estaban esperando en las montañas de Etiopía. A mi edad, con mi corazón debilitado, mis hijos y Ema, mi esposa, me suplicaron que no fuera. Pero algo dentro de mí, algo que reconocí como la voz de mi propio selst, me decía que tenía que ir, que este era el último gran descubrimiento que estaba destinado a hacer, que toda mi vida, todos mis estudios, todas mis exploraciones del inconsciente me habían estado preparando para este momento. Así que fui. El viaje fue agotador. Surik a Roma. Roma a El Cairo, el Cairo a Adisabeba. Cada tramo del viaje sentía que estaba acercándome no solo a un lugar geográfico, sino a algo mucho más profundo. Era como si estuviera descendiendo, capa por capa, hacia los estratos más antiguos del inconsciente colectivo de la humanidad. Cada kilómetro que avanzaba hacia el sur, hacia África, hacia la cuna de nuestra especie, sentía que me estaba acercando a algo primordial, algo que había estado esperando ser redescubierto. Mi contacto diplomático. Un hombre llamado Hans, que había estudiado teología antes de entrar al servicio exterior, me recibió en el aeropuerto de Adisaba. Estaba bronceado, delgado, con ojos brillantes de emoción. Dr. Jung, me dijo estrechando mi mano con firmeza, está a punto de ver algo que cambiará su comprensión de Cristo para siempre, algo que validará todo su trabajo sobre los arquetipos. Me llevó directamente desde el aeropuerto a su residencia. No había tiempo que perder. Me explicó que había conseguido acceso a uno de los monasterios más antiguos de Etiopía, un lugar llamado Debre Líbanos, pero que el permiso solo era válido por tr días. Los monjes eran extremadamente protectores de sus manuscritos y solo la intervención del emperador Jaile Celasi había hecho posible este acceso excepcional. Esa noche en la casa de Hans, mientras el sol africano se hundía detrás de las montañas pintando el cielo de colores imposibles, me mostró las notas que había estado tomando, páginas y páginas de traducciones, de citas, de observaciones. Y mientras leía, mientras mis ojos recorrían esas palabras, sentí algo que no había sentido en décadas, el vértigo del verdadero descubrimiento. Ans, le dije con voz temblorosa, si esto es auténtico, si estas son realmente las enseñanzas de Cristo después de la resurrección, entonces significa que él estaba enseñando un proceso de individuación. Estaba enseñando psicología profunda hace 2000 años. Estaba hablando del selst, de la sombra, de la integración de los opuestos. Todo está aquí. Hans asintió lentamente. Por eso le escribí, doctor, porque cuando leí estos textos, escuché su voz. Escuché todo lo que usted ha enseñado, pero viniendo de Cristo mismo. Al día siguiente partimos hacia Debre Líbanos. El viaje tomó 5 horas por caminos de tierra que sacudían cada hueso de mi cuerpo anciano, pero no me importaba. Estaba demasiado emocionado, demasiado ansioso. A mi alrededor, el paisaje etíope desplegaba con una belleza salvaje y antigua. Montañas escarpadas, valles profundos, cielos de un azul tan intenso que dolía mirarlo, y en todas partes cruces, cruces ortodoxas, etíopes con sus tres barras horizontales talladas en piedra, pintadas en las paredes de las iglesias, colgando del cuello de cada persona que veíamos. Este era un país cristiano, pensé, pero un cristianismo diferente, un cristianismo que había evolucionado en aislamiento, que había preservado tradiciones que el resto del mundo había olvidado o suprimido. Un cristianismo que tal vez había mantenido viva la llama original de las enseñanzas de Cristo. Llegamos a Debre Líbanos al atardecer. El monasterio estaba construido en el borde de un barranco profundo con edificios de piedra que parecían crecer orgánicamente de la roca misma. Monjes con túnicas blancas y negras caminaban en silencio por los patios, algunos llevando velas, otros con antiguos libros de oraciones bajo el brazo. El abat del monasterio, un hombre anciano de nombre Aba Paulos, nos recibió con una cortesía formal pero cálida. Hablaba un poco de italiano, idioma que yo también conocía. Así que podíamos comunicarnos directamente sin necesidad de que Hans tradujera constantemente. Dr. Jung, me dijo Aba Paulos con una voz profunda que parecía venir de las entrañas de la tierra. He leído sobre su trabajo. He leído sus escritos sobre Cristo y la sique. Por eso he aceptado mostrarle nuestros textos sagrados. Porque creo que usted, a diferencia de muchos occidentales, entenderá lo que contienen. Entenderá que no son solo palabras antiguas, son un mapa del alma. me condujo a través de pasillos de piedra iluminados por antorchas hasta una habitación circular en el corazón del monasterio. Las paredes estaban cubiertas de frescos que representaban escenas de la vida de Cristo, pero no eran las escenas familiares de los evangelios occidentales. Aquí estaba Cristo enseñando a los discípulos en una montaña rodeado de luz. Aquí estaba Cristo descendiendo a lo que parecía el inframundo. Aquí estaba Cristo con 12 rayos saliendo de su cabeza, cada uno tocando la frente de un discípulo. En el centro de la habitación había una mesa de madera oscura y sobre esa mesa, envueltos en tela de lino, estaban los manuscritos. Aba Paulos desenvolvió el primero con manos temblorosas de reverencia. Era un libro enorme con páginas de pergamino amarillento cubiertas de texto en GES, el antiguo idioma litúrgico de Etiopía. Las ilustraciones que acompañaban el texto eran de una belleza hipnótica con colores que de alguna manera habían sobrevivido siglos sin perder su intensidad. Este, dijo Aba Paulos, es el metsfehan, el libro de la luz. contiene las enseñanzas que nuestro Señor Jesucristo dio a sus discípulos durante los 40 días entre su resurrección y su ascensión. No son las breves apariciones que encuentras en los evangelios occidentales. Son 40 días completos de enseñanza intensiva. 40 días en los que Cristo les reveló los misterios más profundos de la existencia, del alma, de la transformación espiritual. comenzó a traducir y mientras escuchaba, mientras tomaba notas con manos temblorosas, me di cuenta de que estaba presenciando la confirmación de todo lo que había intuo durante décadas de trabajo. Cristo no era solo un símbolo del selst. Cristo había enseñado conscientemente el camino hacia el selst. Había sido en esencia el primer psicólogo profundo. Las primeras palabras del texto eran estas. Después de que he resucitado de entre los muertos, reuní a mis discípulos en el monte de los Olivos. Y ellos me vieron y cayeron a mis pies llorando de alegría y terror, porque mi apariencia había cambiado. Ya no era el hombre que habían conocido, era algo más. Era el hombre completo, el antropos, la totalidad de lo que un ser humano puede llegar a ser. Me detuve. Antropos dije. Esa es la palabra griega para el hombre arquetípico, el hombre primordial de la tradición góstica. Aba Paulos asintió. Sí. Y verá, Dr. Jung, que este concepto aparece una y otra vez en nuestros textos. Cristo no se presenta solo como un salvador, sino como un modelo, como el ejemplo perfecto de lo que llamamos divinización, lo que los griegos llamaban teosis. La idea de que el ser humano puede transformarse completamente, puede integrar lo humano y lo divino, puede convertirse en lo que estaba destinado a hacer desde el principio. Continuó traduciendo. Y les dije, no lloréis de alegría todavía, porque la alegría que sentís ahora es pequeña, comparada con la alegría que sentiréis cuando comprendáis completamente lo que he venido a enseñaros. No he venido solo a morir por vuestros pecados. He venido a mostraros el camino de la transformación total. He venido a enseñaros cómo morir en vida y resucitar en vida. Cómo descender a vuestro propio infierno y salir transformados. Cómo integrar todo lo que sois. La luz y la oscuridad, lo alto y lo bajo, lo divino y lo animal, en una totalidad que refleja la imagen de Dios. Mi corazón latía con fuerza. Esto era individuación. Cristo estaba describiendo el proceso de individuación con 2000 años de anticipación. Estaba hablando del descenso a la sombra, de la integración de los opuestos, de la realización del selst. ¿Puede continuar? Pregunté con voz ronca. Aba Paulos sonríó. Dctor Jung, tenemos 40 días de enseñanzas. estaremos aquí toda la noche si es necesario. Y así fue. Pasamos toda esa noche y las dos noches siguientes leyendo, traduciendo, discutiendo esos textos extraordinarios. Hans tomaba notas meticulosas mientras Aba Paulos traducía y yo hacía preguntas, ofrecía interpretaciones, conectaba lo que estábamos leyendo con mi trabajo de toda una vida. Lo que descubrí en esos tres días cambió fundamentalmente mi comprensión, no solo del cristianismo, sino de la naturaleza misma de la transformación psicológica. Porque resulta que Cristo en estas enseñanzas postres resurrección que Occidente decidió olvidar o censurar, había articulado un sistema completo de psicología espiritual, un sistema que incluía todo lo que yo había descubierto independientemente. el inconsciente colectivo, los arquetipos, la sombra, el anima y animus, el proceso de individuación, la función trascendente, todo estaba ahí esperando, preservado por monjes etíopes en montañas remotas, mientras el resto del mundo cristiano construía estructuras de poder y dogmas rígidos que ocultaban estas enseñanzas radicales. Permítanme compartir con ustedes lo que descubrí en esos textos. Pero primero debo explicar algo crucial sobre por qué estos textos sobrevivieron en Etiopía y no en otros lugares. La historia del cristianismo que nos enseñan en Occidente es fundamentalmente incompleta. Nos dicen que el cristianismo comenzó en Jerusalén, se extendió por el Imperio Romano, fue adoptado por Constantino en el siglo IIV y desde entonces la Iglesia Católica Romana ha sido la guardiana de la fe verdadera. Esa es la narrativa oficial, pero es una mentira por omisión. La verdad es que el cristianismo primitivo era increíblemente diverso. Había cristianismos, no cristianismo. Había comunidades en Siria que tenían sus propios evangelios, comunidades en Egipto que practicaban un cristianismo místico influenciado por las tradiciones egipcias antiguas, comunidades en Persia, en India, en Arabia. Y cada una de estas comunidades tenía sus propios textos sagrados, sus propias tradiciones, sus propias interpretaciones de lo que Cristo había enseñado. Lo que llamamos el Nuevo Testamento no se solidificó hasta el siglo IIVto. Antes de eso había docenas, tal vez cientos de evangelios, Apocalipsis, epístolas, enseñanzas circulando entre las comunidades cristinas. Algunos eran más populares en ciertas regiones que en otras. No había un acuerdo universal sobre qué era sagrado y qué no. Luego vino Constantino y con él el poder político. De repente, el cristianismo no era solo una religión, era el pegamento que mantendría unido al Imperio Romano. Y para esa función necesitaba uniformidad, necesitaba un mensaje claro, controlable, que no amenazara la estructura de poder. Así que en el concilio de Nicea, en 325 de C y en concilios subsiguientes se tomaron decisiones. Este evangelio está dentro, este está fuera. Esta enseñanza es ortodoxa, esta es herética. Este concepto de Cristo es aceptable. Este es peligroso. ¿Y qué fue considerado peligroso? Todo lo que sugería que los seres humanos podían transformarse directamente sin necesidad de la mediación de la Iglesia. Todo lo que sugería que la divinidad estaba dentro de cada persona, no solo en Cristo o en los sacramentos controlados por el clero. Todo lo que desafiaba la jerarquía, el poder, el control, los textos que enseñaban estas cosas peligrosas, fueron declarados heréticos, fueron quemados. Las comunidades que los usaban fueron perseguidas y en unas pocas generaciones toda esa diversidad del cristianismo primitivo fue borrada. O al menos eso es lo que Roma pensaba. Pero Roma no contaba con Etiopía. Etiopía aceptó el cristianismo alrededor del año 330 de C. casi al mismo tiempo que Constantino. Pero el cristianismo que llegó a Etiopía no venía de Roma, venía del este, de Egipto, de Siria, y traía consigo textos que Roma nunca había visto o que ya estaba comenzando a suprimir. Más importante aún, Etiopía estaba geográficamente aislada, protegida por montañas, desiertos, distancia. Cuando Roma comenzó a purgar textos y perseguir herejías, sus inquisidores no podían llegar a Etiopía. Y cuando el Islam se expandió en el siglo séptimo, cortando las conexiones entre Etiopía y el resto del mundo cristiano, Etiopía quedó completamente aislada. Durante más de 1000 años, la Iglesia Ortodoxa Etíope desarrolló su propia tradición en casi total independencia del resto de la cristiandad. preservó textos que el resto del mundo había olvidado, mantuvo prácticas que habían sido suprimidas en otros lugares y lo más importante para mi descubrimiento, continúo copiando y venerando las enseñanzas postres resurrección de Cristo que contenían la psicología profunda que había intu. La Biblia etíope tiene 81 libros. La Biblia católica tiene 73. La Biblia protestante tiene 66. Y esos números adicionales en la Biblia etíope triviales. Incluyen textos como el libro de Enoc completo, El libro de los jubileos, el ascenso de Isaías y crucialmente varios textos que documentan las enseñanzas postres resurrección. Estos textos no son invenciones medievales etíopes. Sabemos por fragmentos encontrados en Kumrán y por referencias en los escritos de los padres de la Iglesia, que estos textos existían en el cristianismo primitivo. Lo que Etiopía hizo fue preservarlos cuando el resto del mundo los destruyó. Ahora, permítanme compartir lo que Cristo enseñó en estos textos. según el Metsajfe Berhan y otros manuscritos que tuve el privilegio de estudiar durante esos tres días extraordinarios en Debre Líbanos, día 1 después de la resurrección, el descenso a la sombra. Según el texto, en el primer día después de su resurrección, Cristo reunió a sus discípulos y les habló de lo que había experimentado durante los tres días en la tumba. Y lo que describió era, en términos psicológicos modernos, un descenso al inconsciente, un enfrentamiento total con la sombra. Cristo les dijo, "Cuando descendí a la muerte, descendí no solo al sheeol, el lugar de los muertos. Descendí a lo más profundo de mí mismo. Descendí al lugar donde habitan todos los miedos, todas las dudas, todas las oscuridades que cada ser humano lleva dentro. Y allí enfrenté al enemigo, no un enemigo externo, sino el enemigo interno. La voz que dice, "No eres suficiente." La voz que susurra, "Dios te ha abandonado." La voz que grita, "Todo es absurdo y sin sentido." Cuando escuché esto, casi dejé caer mi pluma. Cristo estaba describiendo lo que yo llamo la noche oscura del alma, el momento de total desesperación que precede a la transformación genuina. Estaba describiendo el encuentro con lo que los alquimistas llamaban la nigredo, la negrura, el estado de putrefacción psicológica del que emerge el oro espiritual, continuó. Pero no huí de esa oscuridad, no la negué. No pretendí que no existía. Entré en ella completamente. Me permití sentir todo el peso del sufrimiento humano, toda la desesperación, todo el sinentido. Y al hacerlo, al abrazar completamente esa oscuridad, algo extraordinario sucedió. La oscuridad se transformó, no desapareció, sino que se integró. Se convirtió en parte de mí, en parte de mi totalidad. Esto es exactamente lo que yo he enseñado sobre la sombra. No se trata de eliminar los aspectos oscuros de nuestra psique. Se trata de reconocerlos, aceptarlos, integrarlos. Porque solo cuando integramos la sombra podemos convertirnos en personas completas, en individuos en el sentido verdadero de la palabra. Cristo continuó explicando a sus discípulos. Y cuando la oscuridad se integró, cuando dejó de ser mi enemiga y se convirtió en parte de mí, entonces resucité. No como el hombre que era antes, sino como algo nuevo, como alguien que había muerto a su antigua forma de ser y había nacido a una forma completamente nueva. Esta es la verdadera resurrección. No solo que mi cuerpo se levantó de la tumba, eso es un símbolo de algo más profundo. La verdadera resurrección es esta transformación de la conciencia. Es el renacimiento psicológico que viene después del descenso completo a las profundidades. Le pregunté a Aba Paulos, "¿Está Cristo diciendo que cada persona debe pasar por este proceso? ¿Que la resurrección no es solo algo que le sucedió a él, sino un modelo para todos?" Aba Paulos asintió vigorosamente. Exactamente, Dr. Jung. Por eso estas enseñanzas son tan importantes. No presentan a Cristo solo como un salvador que hace algo por nosotros. Lo presentan como un modelo que nos muestra lo que debemos hacer nosotros mismos. Él descendió, murió y resucitó y nos dice, "Ahora ustedes deben hacer lo mismo. Día dos, la confrontación con los opuestos. En el segundo día, según el texto, Cristo enseñó a sus discípulos sobre lo que llamó el misterio de la unión de los opuestos. Y aquí es donde me quedé absolutamente atónito, porque lo que Cristo describió es idéntico a lo que yo llamo la coincidencia opositorum, el principio alquímico de la unión de los contrarios. Cristo dijo, "Dentro de cada ser humano hay guerra. Está la luz y la oscuridad. Está lo divino y lo animal, está el amor y el odio, está el deseo de elevarse y el deseo de caer. Y la mayoría de las personas pasan sus vidas tratando de destruir uno de estos opuestos, tratando de ser solo luz, solo buenos, solo espirituales. Pero esto es un error. Esto es una violencia contra el selst. Cuando Aba Paulos tradujo la palabra selst, me detuve. Usó esa palabra. Cristo usó el equivalente en arameo de Selpst. Sí, respondió Aba Paulos. Usó la palabra nefesh shlema, que en hebreo y arameo significa alma completa o ser completo. Es exactamente el concepto que usted llama selfst, el self, el sí mismo total. No podía creer lo que estaba escuchando. Cristo había enseñado 2000 años antes de mi trabajo, el concepto central de mi psicología, que el objetivo de la vida humana no es ser perfectos en el sentido de ser solo luz, sino ser completos, integrar todos los aspectos de nuestro ser. Cristo continuó. El camino hacia la totalidad no es la supresión de los opuestos, sino su integración. Deben reconocer que dentro de ustedes está el asesino y el santo, el y el ángel, y no deben identificarse completamente con ninguno de los dos. Deben pararse en el centro, en el punto donde los opuestos se encuentran y se unen. Ese punto central es el selst. Ese es el lugar donde yo estoy. Ese es el lugar donde Dios está. Esto es exactamente lo que yo he llamado la función trascendente, el proceso por el cual los opuestos de la psique se unen para crear algo nuevo. Una tercera cosa que trasciende y contiene ambos es el proceso de la alquimia, donde el matrimonio del rey y la reina, del sol y la luna, del azufre y el mercurio, produce el oro filosófico, el lápiz, la piedra filosofal, que es símbolo del selstado. Cristo dio ejemplos específicos. Pedro, tú me negaste tres veces y en ese momento, cuando te confrontaste con tu propia cobardía, con tu propia capacidad de traicionar lo que más amas, ¿qué sentiste? Y Pedro, según el texto, respondió llorando. Sentí que era el peor de los hombres. Sentí que no merecía llamarme tu discípulo. Cristo le respondió, "Pero ahora, después de que me has visto resucitado, después de que te he perdonado, ¿qué sientes cuando recuerdas tu negación?" Pedro dijo, "Siento gratitud porque ahora sé de lo que soy capaz en mi debilidad y sé que incluso en mi peor momento, tú no me abandonaste." Y Cristo dijo, "Esto es la integración de los opuestos. Tu negación no desapareció, es parte de ti, pero ahora unida con mi perdón, con tu arrepentimiento, con tu comprensión, se ha transformado. Ya no es solo tu sombra oscura, ahora es parte de tu totalidad. Y esa totalidad te hace más fuerte, más compasivo, más humano que si nunca hubieras caído. Tuve que parar la traducción porque estaba tan emocionado que apenas podía respirar. ¿Se dan cuenta de lo que esto significa? Le dije a Hans y a Aba Paulos, Cristo estaba enseñando terapia, estaba enseñando cómo trabajar con la culpa, con la vergüenza, con los errores del pasado, no a través de la simple absolución externa, sino a través de la integración consciente, a través de reconocer lo que hicimos, aceptar que somos capaces de ello y luego transformar esa experiencia en sabiduría y compasión. Día 3 al 7. El descubrimiento del ánima y el animus. En los días siguientes, según el texto, Cristo enseñó sobre lo que llamó lo masculino y lo femenino dentro del alma. Y aquí nuevamente me encontré con una confirmación extraordinaria de mi trabajo sobre el ánima y el ánimus. Cristo dijo, "Cada hombre lleva dentro de sí a una mujer y cada mujer lleva dentro de sí a un hombre. Esto no es debilidad, es totalidad. Dios que creó al ser humano a su imagen es tanto masculino como femenino. Y ustedes, para reflejar la imagen de Dios completamente deben reconocer y honrar ambos aspectos dentro de ustedes. Esto es exactamente el concepto del anima y el animus que yo desarrollé. El anima es la imagen femenina en la psique del hombre, su conexión con la emoción, la intuición, la receptividad. El áimus es la imagen masculina en la psique de la mujer, su conexión con el Logos, el pensamiento discriminativo, la acción decisiva. Cristo continuó. Los hombres que rechazan lo femenino dentro de sí mismos se vuelven rígidos, brutales, incapaces de amor verdadero. Las mujeres que rechazan lo masculino dentro de sí mismas se vuelven débiles, manipuladoras, incapaces de defender su verdad. Pero cuando un hombre abraza su parte femenina, cuando permite que su corazón se abra, cuando aprende a recibir además de dar, entonces se convierte en un hombre completo. Y cuando una mujer abraza su parte masculina, cuando permite que su fuerza emerja, cuando aprende a decidir y actuar con autoridad, entonces se convierte en una mujer completa. Le pregunté a Aba Paulos si había alguna indicación en el texto de que Cristo estuviera hablando de roles de géneros sociales o de algo más profundo. Su respuesta fue esclarecedora. Dr. Jung debe entender que en nuestra tradición lo masculino y lo femenino de los que Cristo habla no son categorías sociales, son principios cósmicos. El masculino es el principio del logos, de la palabra, de la acción, de la estructura. El femenino es el principio del eros, de la relación, de la fluidez, de la receptividad. Cada ser humano, independientemente de su sexo biológico, necesita ambos principios para estar completo. Esto es precisamente lo que yo he intentado explicar durante décadas. El anima y el animus no son sobre ser literalmente masculino o femenino en el sentido social, son sobre la integración de modos complementarios de conciencia, modos que nuestra cultura ha asociado tradicionalmente con los géneros, pero que trascienden cualquier categoría social. Cristo dio un ejemplo poderoso usando a María Magdalena, quien según estos textos etíopes era la discípula más avanzada, la que más profundamente comprendía las enseñanzas. María, dijo Cristo según el texto, tú has integrado tu ánimus mejor que los hombres aquí presentes. Han integrado su ánima, porque tú has cultivado no solo la ternura y la devoción, que son tus dones naturales, sino también la claridad de pensamiento, la valentía de hablar tu verdad, la capacidad de pararte firme en tu conocimiento, incluso cuando otros dudan. Por esto, tu alma está más cerca de la totalidad que la de muchos de mis discípulos masculinos, quienes todavía temen a parecer suaves o vulnerables. Los discípulos masculinos, según el texto, se ofendieron por esto. Pedro especialmente cuestionó si era apropiado que Cristo elevara a una mujer sobre los hombres. Y la respuesta de Cristo es devastadora en su claridad. Pedro, tu ofensa revela tu incompletitud. Porque si fueras completo, si hubieras integrado tu ánima, no verías la fortaleza de María como una amenaza. La verías como un espejo que te muestra lo que aún te falta desarrollar. El reino de Dios no conoce de hombre y mujer en el sentido que ustedes piensan. Solo conoce almas completas y almas incompletas. Y una mujer con alma completa está más cerca de Dios que un hombre con alma dividida. Este pasaje es revolucionario. En el siglo iero, en una cultura profundamente patriarcal, Cristo estaba enseñando una igualdad psicológica radical. Estaba diciendo que la completitud del alma no tiene nada que ver con el género, sino con la integración de todos los aspectos de nuestro ser. Día 8 al 14. Los arquetipos y el inconsciente colectivo. La segunda semana de enseñanzas según el metsafe Berhan. Cristo comenzó a hablar de lo que llamó las imágenes eternas del alma humana. Y al escuchar la descripción, inmediatamente reconocí lo que yo he llamado arquetipos. Cristo dijo, "Dentro de cada ser humano hay imágenes, patrones, historias que no vienen de su experiencia personal, sino de algo más profundo. Vienen del alma de la humanidad misma, del alma del mundo. Estas imágenes son eternas. existían antes de que nacieras y existirán después de que mueras. Y tu vida, tu historia personal es como una melodía tocada sobre estos patrones eternos. Esto es exactamente lo que yo llamo el inconsciente colectivo. No es algo personal que desarrollamos individualmente. Es la herencia psíquica de toda la humanidad, los patrones universales de experiencia humana que se repiten en todas las culturas, en todos los tiempos. Cristo dio ejemplos específicos de estos arquetipos. Está el arquetipo del Padre, no tu padre personal, sino el Padre eterno, el principio de la autoridad, de la ley, del orden, del juicio. Este arquetipo vive en cada ser humano y tu relación con tu padre humano es solo una manifestación de tu relación con este patrón eterno. Está el arquetipo de la madre, no tu madre personal, sino la madre eterna, el principio del amor incondicional, del cuidado, de la nutrición, de la creatividad que trae nueva vida al mundo. Está el arquetipo del héroe, el que emprende el viaje, el que enfrenta al dragón, el que desciende al inframundo y regresa transformado. Está el arquetipo de la sabiduría, representada a menudo como mujer anciana o como un niño que habla verdades que los adultos han olvidado. Y está el arquetipo del selst, el que yo represento ahora ante ustedes. El hombre completo, el antropos, la imagen de Dios realizada plenamente en forma humana. Cuando Aba Paulos tradujo esta última parte, casi grité de excitación. Cristo se estaba identificando a sí mismo como la encarnación del arquetipo del selst. Esto es exactamente lo que yo había teorizado, que Cristo representa para la psique occidental la imagen suprema de la totalidad, el símbolo del sí mismo realizado. Pero Cristo fue más allá. Dijo algo que me pareció todavía más radical. Pero no crean que yo soy el único que puede encarnar este arquetipo. Yo he venido a mostrar el camino. Yo he realizado la totalidad para que ustedes vean que es posible. Pero cada uno de ustedes está llamado a lo mismo. Cada uno de ustedes debe convertirse en el Cristo de su propia vida, en el antropos completo. Mi crucifixión y resurrección no son solo eventos que sucedieron a mí, son un patrón, una plantilla, un mapa del proceso que cada alma debe atravesar. Esto es profundamente importante. Cristo no está diciendo, "Yo soy especial y ustedes nunca podrán ser como yo." Está diciendo, "Yo soy el primero en completar este camino en su totalidad." Pero ahora yo les muestro el mapa para que ustedes también puedan completarlo. Esta es la diferencia crucial entre el dogma cristiano oficial y lo que Cristo realmente enseñó según estos textos. El dogma dice, "Cristo hizo todo por ti. Tú solo tienes que creer." Pero Cristo en estos textos dice, "Yo te he mostrado el camino. Ahora tú debes caminar ese camino. Mi resurrección no te salva automáticamente, te muestra lo que es posible, pero tú debes hacer tu propio trabajo de muerte y resurrección psicológica." Cristo continuó describiendo más arquetipos. Está el arquetipo del adversario al que muchos llaman el o Satanás. Este no es un ser externo, aunque puede proyectarse hacia afuera y verse como si fuera externo. Es la fuerza dentro de la psique que resiste la transformación, que prefiere la fragmentación a la totalidad, que susurra, "Quédate como eres, no cambies. El cambio es peligroso. Está el arquetipo del Trixter, el que rompe las reglas, el que causa caos, el que hace preguntas incómodas. A menudo se le ve como malo, pero en realidad es necesario porque sin él la conciencia se volvería demasiado rígida, demasiado ordenada, demasiado muerta. Está el arquetipo de la muerte y el renacimiento, que se repite en todas las tradiciones, en todas las épocas. El Dios que muere y resucita, la semilla que debe pudrirse en la tierra antes de convertirse en planta, el capullo que debe ser destruido para que emerja la mariposa. Cada uno de estos arquetipos que Cristo describió correspondía a lo que yo había descubierto en mi investigación de mitologías comparadas, de sueños, de fantasías activas. Pero escucharlos articulados con tanta claridad por Cristo mismo en enseñanzas que databan del siglo iero era abrumador. Le dije a Aba Paulos, se da cuenta de lo que esto significa. Cristo tenía una comprensión completa del inconsciente colectivo. Comprendía que hay estructuras universales de la psique que se manifiestan en todas las culturas. Y estaba enseñando a sus discípulos a trabajar conscientemente con estos arquetipos, a reconocerlos no solo en historias y mitos, sino dentro de sus propias siques. Aba Paulos sonrió con esa sonrisa sabia que parecía contener siglos de comprensión. Ahora entiende por qué estos textos fueron suprimidos, Dr. Jung, porque hacen innecesaria a la iglesia como institución de poder. Si cada persona puede acceder directamente a estos arquetipos. Si cada persona puede hacer su propio trabajo de individuación, ¿para qué necesita sacerdotes que medien entre ella y Dios? ¿Para qué necesita sacramentos controlados por una jerarquía? Roma no podía permitir que estas enseñanzas sobrevivieran. Día 15 al 28. La práctica de la individuación. La tercera y cuarta semana de las enseñanzas postresurrección. Según el texto, Cristo se volvió más práctico. No solo enseñó teoría sobre la psique y la transformación. Enseñó métodos específicos, ejercicios, prácticas que los discípulos debían usar para facilitar su propio proceso de individuación. Y aquí nuevamente me encontré con confirmaciones extraordinarias de técnicas que yo había desarrollado independientemente o que había aprendido de tradiciones orientales sin saber que Cristo las había enseñado 2000 años antes. Cristo enseñó lo que llamó la oración del descenso. Instruyó a sus discípulos. Cada día antes del amanecer, sentaos en silencio. Cerrad vuestros ojos y en vuestra imaginación descended. Descended como yo descendí a la tumba. Descended más allá de vuestros pensamientos cotidianos, más allá de vuestras preocupaciones superficiales. Descended hasta que lleguéis a un lugar de oscuridad y silencio. Y allí, en esa oscuridad, esperad. No huyáis de lo que surja. Si surgen miedos, miraos. Si surgen memorias dolorosas, recibidlas. Si surge una voz que os critica, escuchadla. No luchéis contra nada de lo que encontréis en ese descenso. Simplemente observad con la conciencia tranquila de que yo estoy con vosotros. Esto es idéntico a lo que yo llamo imaginación activa. La técnica de descender conscientemente al inconsciente, observar lo que emerge, dialogar con las figuras que aparecen, es una de las herramientas más poderosas de mi método terapéutico. Y Cristo la estaba enseñando en el siglo iero. Cristo también enseñó lo que llamó el reconocimiento de las máscaras. Dijo, "Cada persona lleva máscaras. Con vuestra familia mostráis una máscara. con vuestros amigos, otra con los extraños otra con vuestros enemigos otra. Estas máscaras no son completamente falsas, pero tampoco son completamente verdaderas. Son partes de vosotros, pero no la totalidad. Y si os identificáis completamente con alguna máscara, si pensáis que esa máscara es quien realmente sois, entonces os habéis perdido a vosotros mismos. Esta es exactamente mi teoría de la persona, la máscara social que desarrollamos para funcionar en el mundo, pero que puede convertirse en una prisión si nos identificamos demasiado con ella. Cristo continuó. Por tanto, debéis practicar el reconocimiento de vuestras máscaras. Cuando estéis con otros, observad qué máscara estáis llevando. No la juzguéis. No tratéis de quitarla violentamente. Solo observad. A, en este momento estoy mostrando mi máscara de persona fuerte. O ahora estoy mostrando mi máscara de persona humilde. Y al observar la máscara, crearéis un espacio entre vosotros y la máscara. Ya no seréis la máscara, seréis el que observa la máscara. Y ese observador, ese testigo consciente, está más cerca de vuestro verdadero selst. Esto es mindfulness, conciencia plena, pero aplicada específicamente al trabajo con la persona. Es una técnica extraordinariamente sofisticada de autoobservación que Cristo estaba enseñando. Quizás lo más radical fue lo que Cristo enseñó sobre lo que llamó el encuentro con el otro interior. Instruyó a sus discípulos, especialmente a los hombres, a hacer este ejercicio en vuestra imaginación. Invocad la presencia de una mujer, no una mujer que conozcáis, sino una mujer que viene de las profundidades de vuestra alma. Ella puede aparecer como joven o vieja, como bella o fea, como gentil o feroz. No importa cómo aparezca, lo que importa es que la reconozcáis como parte de vosotros, como vuestra contraparte interior. Y entonces dialogad con ella, preguntadle qué necesita de vosotros. Preguntadle qué sabiduría tiene para vosotros. Escuchad sus respuestas y obedeced lo que os pida, si es que no contradice el camino del amor. Esta es la técnica de dialogar con el ánima, exactamente como yo la he practicado y enseñado. Es impresionante que Cristo la estuviera enseñando con tal claridad. Para las mujeres, Cristo enseñó lo inverso. Invocad en vuestra imaginación la presencia de un hombre sabio. Él es vuestra contraparte masculina interior. Dialogad con él, aprended de él, integradlo. Cristo también enseñó técnicas para trabajar con los sueños que él llamaba las visiones de la noche. dijo, "Los sueños no son sin sentido, son mensajes de las profundidades de esa parte de vosotros que está más allá del ego, más allá de la voluntad consciente. Cada símbolo en un sueño es significativo. Cada personaje representa algo. Y si aprendéis el lenguaje de los sueños, tendréis acceso a una sabiduría que está más allá del conocimiento ordinario." instruyó a sus discípulos a llevar un registro de sus sueños, a reflexionar sobre ellos, a buscar patrones recurrentes. "Si el mismo símbolo aparece una y otra vez en vuestros sueños", dijo Cristo, "prestamos atención especial. Es vuestra alma tratando de deciros algo importante. Es un aspecto de vosotros mismo que necesita ser reconocido e integrado. Todo esto, toda esta psicología práctica y profunda estaba siendo enseñada por Cristo en el siglo i primero y fue censurada, olvidada, suprimida, porque era demasiado poderosa, porque ponía el poder de la transformación directamente en manos del individuo, sin necesidad de mediación institucional. Día 29 al 35. La profecía de la corrupción de la Iglesia. En la quinta semana, según el texto, Cristo se volvió profético y lo que profetizó fue devastador. La inevitable corrupción de la institución que se construiría en su nombre, Cristo dijo a sus discípulos, escuchad lo que os digo y preservad estas palabras, porque llegará un tiempo en que lo que os he enseñado será olvidado o deformado. Construirán templos magníficos en mi nombre, pero descuidarán el templo del alma. Crearán rituales elaborados, pero olvidarán que el verdadero ritual es la transformación interior. Hablarán de mí constantemente, pero pocos realmente me buscarán en las profundidades de su propio ser. Dirán, "Cristo murió por nuestros pecados." Y pensarán que eso significa que no tienen que hacer ningún trabajo. Pensarán que mi sangre los lava automáticamente, sin necesidad de su participación consciente en el proceso de muerte y renacimiento. Pero yo os digo, mi crucifixión y resurrección no son un sustituto de vuestra propia crucifixión y resurrección. Son el modelo, son el camino que yo he abierto. Pero vosotros debéis caminar ese camino. Crearán jerarquías. Dirán que algunos hombres están más cerca de Dios que otros. Dirán que necesitáis sacerdotes que medien entre vosotros y el Padre. Pero yo os he dicho que cada uno de vosotros tiene acceso directo al Padre. Cada uno de vosotros es templo del Espíritu Santo. No necesitáis intermediarios, excepto como maestros que os señalan el camino, no como controladores que se ponen entre vosotros y Dios. Usarán mi nombre para perseguir a los que piensan diferente. Quemarán libros y matarán personas. Todo mientras dicen que me siguen a mí, que soy el príncipe de la paz. Y así mi mensaje de amor y transformación será deformado en una herramienta de control y opresión. Cristo se volvió específicamente hacia Pedro y le dijo algo que debe haber sido difícil de escuchar. Tú, Pedro, sobre ti edificaré mi iglesia, mi asamblea, pero escucha esta advertencia. La iglesia que edificarás se corromperá no inmediatamente, pero con el tiempo. Cuando el poder político se mezcle con el poder espiritual, cuando los emperadores abracen mi nombre no por amor, sino por control, entonces comenzará la corrupción. Vendrán concilios que decidirán qué es ortodoxo y qué es herético, y algunas de las decisiones que tomen serán sabias, pero otras serán motivadas por el deseo de poder, no por el deseo de verdad. Quemarán textos que contienen verdad genuina solo porque esa verdad amenaza su control. Y durante siglos, el verdadero camino de transformación que os he enseñado será conocido solo por unos pocos, por los místicos escondidos en monasterios, por los marginados que la institución condena como herejes. Pero ellos, los marginados, serán los que preserven la llama verdadera. Le pregunté a Aba Paulos. Cristo específicamente profetizó sobre los concilios, sobre Nicea, sobre la canonización de las Escrituras. Sí, respondió Aba Paulos. En nuestros textos Cristo menciona que vendrá un tiempo cuando los poderosos decidirán qué palabras mías serán preservadas y cuáles destruidas. Profetizó que muchas de sus enseñanzas más profundas serían olvidadas o declaradas heréticas. y profetizó que la preservación de estas enseñanzas vendría de los márgenes, no del centro, de lugares como Etiopía, aislados del poder político romano. Esta profecía se ha cumplido con extraordinaria precisión. La iglesia institucional, especialmente después de Constantino, se corrompió exactamente como Cristo predijo. No completamente, por supuesto. Hubo y hay muchos individuos buenos, santos, genuinos, místicos verdaderos dentro de la institución, pero la institución misma, la estructura de poder, se desvió profundamente del camino de transformación personal que Cristo enseñó. Y las enseñanzas más profundas, las que contenían la verdadera psicología espiritual, fueron efectivamente suprimidas o marginadas. Sobrevivieron en los místicos cristianos, en los alquimistas, en las tradiciones esotéricas y en lugares como Etiopía. Día 36 al 40. La ascensión y la promesa. En los últimos días de sus enseñanzas postres resurrección, Cristo preparó a sus discípulos para su partida. Pero la forma en que habló de su ascensión en estos textos es muy diferente de cómo se presenta en los evangelios canónicos. En los evangelios canónicos, la ascensión parece ser un evento físico literal. Cristo flotando hacia el cielo en una nube. Pero en el metsfe berjhan la ascensión se describe más como un cambio de estado de conciencia, tanto para Cristo como para los discípulos. Cristo dijo, "Cuando yo ascienda, no penséis que me voy a un lugar en el espacio. El reino del Padre no está arriba en el sentido físico, está en una dimensión diferente de realidad, una dimensión a la que podéis acceder, no viajando en el espacio, sino transformando vuestra conciencia. Lo que vais a presenciar cuando yo ascienda es una transformación final de mi forma. Ya he pasado de la muerte a la resurrección, de la forma mortal a la forma transformada. Ahora pasaré de la forma transformada a la forma puramente espiritual. Y desde esa forma podré estar con cada uno de vosotros siempre, no limitado por el tiempo o el espacio. Y vosotros también haréis esta ascensión, no necesariamente en vuestro tiempo de vida físico, aunque algunos de vosotros podréis experimentar estados de conciencia ascendida, incluso mientras vivís en el cuerpo. Pero ciertamente después de la muerte física vosotros también ascenderéis, pasaréis por las transformaciones que yo he pasado. Esto es muy diferente del énfasis en la ascensión física literal. Cristo está describiendo la ascensión como un símbolo de la elevación de la conciencia, del paso a un modo de ser más sutil y espiritual. En su último día antes de la ascensión, Cristo dio a sus discípulos lo que el texto llama las tres promesas y los tres mandamientos. Las tres promesas eran, primera, no os dejaré huérfanos. Mi espíritu, el Paráclito, el Consolador, vendrá a vosotros. Y este espíritu no es diferente de mí. Es mi presencia en vosotros, la presencia del selstado, que ahora podéis acceder directamente. Cuando sintáis ese espíritu moverse dentro de vosotros, sabréis que soy yo, guiáos, enseñáos, transformándos. Cristo no era solo un símbolo del selst. Había sido un maestro consciente del proceso de individuación. había comprendido la estructura de la psique con una profundidad que se adelantaba 2000 años a la psicología moderna y había enseñado estas cosas explícitamente a sus discípulos. Pero estas enseñanzas fueron suprimidas no completamente, porque sobrevivieron en los místicos, en los alquimistas, en tradiciones como la de Etiopía, pero fueron marginadas, declaradas sospechosas, consideradas demasiado peligrosas para el cristiano ordinario. ¿Por qué? Porque estas enseñanzas ponían el poder de transformación directamente en manos del individuo. No necesitabas a la iglesia como intermediaria. No necesitabas sacramentos controlados por sacerdotes. Necesitabas hacer tu propio trabajo interior, tu propio descenso a la sombra, tu propia integración de los opuestos, tu propio proceso de muerte y renacimiento psicológico. Y una institución que se basaba en ser el único camino hacia la salvación, no podía permitir que estas enseñanzas fueran ampliamente conocidas. Pasé mis últimos días en Etiopía, en una especie de trance de comprensión. Hans y yo visitamos otros monasterios, hablamos con otros monjes, examinamos otros manuscritos y por todas partes encontramos confirmación de lo que había aprendido en Debre Líbanos. La tradición ortodoxa etíope había preservado un cristianismo diferente, no una herejía, sino una variación, una rama del árbol cristiano que había crecido en aislamiento y que por eso había mantenido características de la raíz original que otras ramas habían perdido. Cuando finalmente regresé a Suiza, sabía que tenía que ser cuidadoso con lo que había descubierto. Si publicaba todo directamente, sería atacado por la iglesia, ridiculizado por los académicos, posiblemente incluso peligrado físicamente. Así que fui oblicuo. Escribí sobre el Cristo como arquetipo del Selst, pero no mencioné directamente los textos etíopes. Publiqué ensayos sobre la individuación, pero no revelé completamente que Cristo había enseñado el mismo proceso. En mis seminarios privados, en mis sesiones de análisis con pacientes selectos, compartí más, pero siempre con cuidado, siempre con la advertencia de que lo que estaba diciendo era controvertido, que podía atraer persecución. Y ahora, al final de mi vida, escribo esto como testimonio para que cuando yo haya partido haya un registro de lo que realmente descubrí en Etiopía, para que las generaciones futuras sepan que las enseñanzas de Cristo fueron mucho más profundas, más psicológicas, más transformadoras de lo que la Iglesia institucional ha admitido. Pero no quiero que tomen mi palabra como verdad absoluta. Quiero que investiguen por ustedes mismos. Los textos etíopes están siendo traducidos y publicados gradualmente. El libro de Enoc, el libro de los jubileos, otros textos apócrifos están ahora disponibles en varios idiomas. Lean estos textos. Estudien las tradiciones místicas del cristianismo, no solo la teología oficial. Exploren a los místicos renanos como Meister Ecart, quien claramente había bebido de fuentes similares a las etíopes. Estudien a los alquimistas cristianos que usaban el lenguaje de los metales y el fuego para hablar de transformación psicológica y sobre todo hagan el trabajo interior. No se queden solo con el conocimiento intelectual. Desciendan a su propia psique. Enfrenten su propia sombra. Integren sus propios opuestos. Dialoguen con su anima o ánimus. Trabajen con sus sueños. Busquen la totalidad, no la perfección, porque esto es lo que Cristo realmente enseñó según los textos que sobrevivieron en Etiopía. No una fe pasiva de simplemente creer que él hizo todo por ustedes, sino un camino activo de transformación, un proceso de muerte y renacimiento psicológico que cada individuo debe emprender por sí mismo. Cristo abrió el camino, mostró que es posible, murió y resucitó no solo físicamente, sino psicológicamente, integrando completamente la luz y la oscuridad, lo divino y lo humano, alcanzando la totalidad del selst. Y luego nos dijo, "Ahora ustedes hagan lo mismo. Yo les he mostrado el mapa. Ahora deben hacer el viaje. Esta es la verdad que Roma no quiere que sepamos. Porque si la supiéramos, si realmente comprendiéramos lo que Cristo enseñó, no necesitaríamos la mediación institucional. Podríamos acceder directamente a lo divino a través de nuestro propio trabajo interior y esa es la verdad más peligrosa de todas. Permítanme ahora profundizar en algunos aspectos específicos de estas enseñanzas etíopes que tienen implicaciones particularmente importantes para nuestra comprensión moderna. Primero, la cuestión de la historicidad. Muchos preguntarán, "¿Son estos textos etíopes realmente tan antiguos o son invenciones medievales?" La evidencia apunta a que los textos, aunque preservados en manuscritos medievales, contienen tradiciones que se remontan al cristianismo primitivo. Sabemos que la Iglesia Etíope fue fundada en el siglo IIVto. Sabemos que tenía conexiones con las iglesias de Egipto y Siria antes del aislamiento que vino con la expansión islámica. Y lo más importante, muchos de los textos que Etiopía preserva también existían en versiones griegas, coptas o siríacas, que desde entonces se han perdido, pero de las cuales tenemos referencias en los escritos de los padres de la Iglesia. Por ejemplo, el libro de Enoc, que es parte del canon etíope, también existía en arameo y griego en el periodo del segundo templo. Lo sabemos porque fragmentos fueron encontrados en Cumbrán y los padres de la Iglesia como Clemente de Alejandría y Orígenes lo citaban. Entonces, si Enocénticamente antiguo, ¿por qué no otros textos del canon etíope? La respuesta más probable es que son auténticos en el sentido de que preservan tradiciones del cristianismo primitivo, aunque los textos específicos que tenemos ahora son copias y puede haber habido alguna evolución editorial con el tiempo. Pero incluso si algunos detalles fueron añadidos en periodos posteriores, el núcleo de las enseñanzas, el marco conceptual de la transformación psicológica, estaba claramente ahí desde el principio, porque vemos los mismos temas en los evangelios gnósticos, en los escritos de los místicos cristianos de todos los periodos, en la tradición alquímica. No es que todos estos copiaran de los textos etíopes, es que todos bebían de una fuente común. Las enseñanzas originales de Cristo sobre la transformación interior. Enseñanzas que la corriente principal del cristianismo institucionalizó y domesticó, pero que la corriente mística siempre preservó. Segundo, la cuestión de la ortodoxia. Son estas enseñanzas etíopes heréticas en comparación con el cristianismo ortodoxo. Esa es la pregunta equivocada. La pregunta correcta es, ¿qué significa ortodoxia? Si ortodoxia significa lo que los concilios del siglo IIV decidieron, entonces sí algunos elementos de las enseñanzas etíopes serían considerados heterodoxos, particularmente la idea de que cada persona puede y debe realizar el proceso de divinización, convertirse en Cristo en cierto sentido. Pero si ortodoxia significa fiel a las enseñanzas originales de Cristo, entonces podría argumentarse que los textos etíopes son más ortodoxos que los textos canónicos, porque preservan enseñanzas que fueron suprimidas por razones políticas, no teológicas. La verdad es que el concepto de ortodoxia es en sí mismo problemático. Es un intento de imponer uniformidad sobre algo que inherentemente es diverso. La experiencia religiosa genuina es siempre individual, siempre ligeramente diferente para cada persona, porque cada psique es única. Cristo enseñaba individuación, la realización de la totalidad única de cada persona. La institución posterior enseñó conformidad. la sumisión a un conjunto uniforme de creencias y prácticas. Estas son fundamentalmente incompatibles. Tercero, la cuestión de la relevancia moderna. ¿Por qué deberían importarnos estas enseñanzas antiguas hoy? Porque estamos en un momento de crisis en la civilización occidental. Las estructuras que nos han sostenido durante siglos, incluida la Iglesia Cristiana Institucional, están colapsando o ya han colapsado para muchas personas. Y cuando las viejas estructuras colapsan, hay dos caminos posibles. Uno es descender al caos, a la fragmentación, a la pérdida total de sentido. El otro es usar la crisis como oportunidad para redescubrir verdades más profundas que las estructuras habían ocultado. Las enseñanzas que descubrí en Etiopía nos muestran un camino más profundo, no un regreso al cristianismo institucional del pasado, sino un avance hacia un cristianismo transformado, un cristianismo que es esencialmente una psicología espiritual, un camino de individuación. Este camino no requiere que creamos en milagros físicos literales, aunque podemos y elegimos. No requiere que aceptemos dogmas que contradicen nuestra razón. No requiere que nos sometamos a autoridades externas que dicen tener el monopolio de la verdad. Lo que requiere es que hagamos el trabajo interior, que descendamos a nuestras propias profundidades, que enfrentemos nuestra propia sombra, que integremos nuestros opuestos, que busquemos la totalidad, no la perfección. Y eso es algo que todos podemos hacer, creyentes o no creyentes, cristianos o no cristianos, porque en última instancia lo que Cristo enseñó según estos textos no es una religión en el sentido institucional, es un mapa de la psique y del proceso de transformación que es universal para todos los seres humanos. Cuarto, la cuestión de la práctica. ¿Cómo podemos aplicar estas enseñanzas hoy? Permítanme ofrecer algunos pasos prácticos basados en lo que aprendí de los textos etíopes y de mis propios años de práctica y enseñanza. Uno, practiquen la autoobservación. Desarrollen el hábito de observar sus propios pensamientos, emociones, reacciones, no para juzgarlos o controlarlos, sino simplemente para crear conciencia. Esta es la base de todo trabajo interior. Dos, reconozcan y trabajen con su sombra. Identifiquen los aspectos de ustedes mismos que niegan, que proyectan en otros, que reprimen, y gradualmente, con compasión, comiencen a integrarlos, no actuando todos sus impulsos oscuros, sino reconociendo que existen y encontrando formas constructivas de honrar esa energía. Tres, dialoguen con su anima o anim. Usen la imaginación activa para conectar con la contraparte interior. Los hombres deben cultivar su conexión con lo femenino interior, las mujeres con lo masculino interior. Esto no significa adoptar estereotipos de género, sino integrar modos complementarios de conciencia. Cuatro, trabajen con sus sueños. Lleven un diario de sueños. Reflexionen sobre los símbolos que aparecen. No necesitan interpretaciones dogmáticas. Simplemente pregúntense, ¿qué está tratando de decirme este sueño? ¿Qué parte de mí está representada por este símbolo? Cinco. Busquen momentos de sincronicidad. Presten atención a las coincidencias significativas en sus vidas. Son mensajes del selst, señales de que están en el camino correcto o advertencias de que se están desviando. Seis. Practiquen la meditación o la oración contemplativa, no oración de petición, sino oración de descenso, de silencio interior, de apertura a lo que emerge de las profundidades. Siete. Encuentren un maestro o terapeuta que comprenda este camino, no para que hagan el trabajo por ustedes, sino para que sostengan el espacio mientras ustedes hacen su propio trabajo. y eventualmente cuando hayan avanzado suficiente en su propio camino, conviertan en maestros para otros. Ocho. Sean pacientes. El proceso de individuación no sucede de la noche a la mañana. Es el trabajo de toda una vida. Cristo les dio a sus discípulos 40 días de enseñanza intensiva, pero luego les tomó el resto de sus vidas, integrar y vivir esas enseñanzas. Nueve. No busquen perfección, busquen totalidad. Esto significa que habrá caídas, errores, momentos de oscuridad. Estos no son fracasos, son parte del proceso. Como Pedro, que negó a Cristo tres veces, todos tendremos nuestras negaciones, nuestras traiciones. Lo importante es lo que hacemos después. Si integramos esas experiencias en nuestra totalidad o si las reprimimos y dejamos que se conviertan en sombra patológica. 10. Recuerden que no están solos. El selst, el Cristo interior, está siempre con ustedes. En los momentos más oscuros, cuando sientan que han sido completamente abandonados, es cuando están más cerca de un avance. La oscuridad antes del amanecer es la más profunda. Quinto, la cuestión de la comunidad. ¿Necesitamos iglesia? Esta es una pregunta complicada. Por un lado, las enseñanzas de Cristo, según los textos etíopes enfatizan el trabajo interior individual. La transformación es algo que cada persona debe hacer por sí misma. Nadie puede hacerlo por ustedes. Pero por otro lado, Cristo no enseñó a sus discípulos individualmente, los enseñó como grupo. Había algo en la dinámica comunitaria que era importante para el proceso. Mi respuesta es que necesitamos comunidad, pero no necesariamente iglesia en el sentido institucional. Necesitamos grupos pequeños de buscadores que estén comprometidos con el trabajo interior, que puedan apoyarse mutuamente, desafiarse mutuamente, ser testigos del proceso de cada uno. Esto es lo que yo he tratado de crear con mis grupos de estudio, con mis seminarios, no una institución jerárquica, sino una comunidad de iguales que están todos en el camino de individuación. Y francamente, algunas de las iglesias tradicionales pueden servir esta función si tienen la flexibilidad y la apertura para evolucionar. Si una iglesia se ve a sí misma no como la guardiana de dogmas inmutables, sino como una comunidad de apoyo para personas en el camino de transformación, entonces puede ser muy valiosa. Pero si una iglesia insiste en que su interpretación particular de Cristo es la única verdadera, si demanda conformidad en lugar de apoyar la individuación única de cada persona, entonces se ha convertido en un obstáculo en lugar de una ayuda. Sexto, la cuestión del futuro del cristianismo sobrevivirá en su forma institucional tradicional, probablemente no o al menos no en Occidente. Hemos visto el declive dramático de la participación en la Iglesia en Europa y ahora está comenzando en América también. Pero el verdadero cristianismo, el cristianismo místico que enseña el camino de transformación interior, ese sobrevivirá porque es eterno. Es el perenne filosoia, la sabiduría peremne que aparece en todas las tradiciones genuinas y puede ser que la crisis actual de la cristiandad sea necesaria. Puede ser que las viejas formas tengan que morir para que algo nuevo puedan hacer. Como Cristo tuvo que morir para resucitar, así también el cristianismo institucional puede tener que morir para que pueda resucitar en una forma más auténtica. Los textos etíopes profetizaban esto. Cristo sabía que la institución construida en su nombre se corrompería, pero también prometió que la verdad emergería nuevamente desde los márgenes y eso es lo que estamos viendo ahora. No es coincidencia que estos textos antiguos estén siendo redescubiertos en nuestro tiempo. No es coincidencia que la psicología profunda, que articula los mismos procesos que Cristo enseñó haya emergido justo cuando el cristianismo institucional está colapsando. El inconsciente colectivo está compensando, está trayendo de vuelta lo que fue reprimido, está ofreciendo una nueva vieja manera, un camino que es tanto radicalmente antiguo como pertinentemente moderno. Séptimo. Una reflexión personal sobre mi propio viaje. Pasé la mayor parte de mi vida como psicólogo desarrollando una teoría y una práctica de transformación interior. Exploré los sueños, el inconsciente colectivo, los arquetipos, la individuación y siempre sentí que había algo en el cristianismo, algo en la figura de Cristo específicamente que resonaba profundamente con lo que estaba descubriendo, pero luchaba con ello porque el cristianismo que conocía, el cristianismo institucional con sus dogmas y su autoritarismo, me parecía la antítesis de lo que yo enseñaba. ¿Cómo podía Cristo, quien supuestamente exigía fe ciega y su misión ser un símbolo de individuación que requiere pensamiento crítico y autonomía? Y entonces descubrí los textos etíopes y todo encajó. Cristo no enseñó fe ciega, enseñó trabajo interior, no enseñó su misión a autoridades externas, enseñó el descubrimiento de la autoridad interior del selst. El cristianismo institucional distorsionó sus enseñanzas, tomó un camino de liberación psicológica y lo convirtió en un sistema de control. Tomó un llamado a la totalidad y lo redujo a reglas morales superficiales. Pero las enseñanzas originales sobrevivieron, escondidas en textos marginales, preservadas por tradiciones aisladas como la etíope, vividas por místicos individuales a lo largo de los siglos. Y ahora, al final de mi vida, puedo decir con confianza, Cristo era un maestro de individuación, el más grande que el mundo ha visto. Y si el cristianismo ha de tener un futuro significativo, debe redescubrir esta verdad central. Octavo, una palabra de advertencia. Todo lo que he compartido aquí puede ser malinterpretado. Algunas personas podrían usar estas ideas para inflar su ego, para convencerse de que son Cristo en un sentido grandiosos. Esto sería una distorsión peligrosa. Cuando Cristo dijo que debemos convertirnos como él, no estaba invitando a la identificación egoica con el arquetipo del selst. Eso es lo que en psicología llamamos inflación y es profundamente destructivo. Lo que Cristo enseñaba era el proceso de reducir el ego, de descentralizarlo para que el selst más grande pueda emerger. No se trata de que el ego se infle y se identifique con Dios. Se trata de que el ego reconozca su lugar apropiado como sirviente del selst. Esta es una distinción sutil, pero absolutamente crucial. El camino de individuación no es un camino de exaltación del ego, es un camino de humildad profunda, porque mientras más comprendes la vastedad del selst, más reconoces la pequeñez del ego. Cristo en la cruz es el símbolo perfecto de esto. El ego completamente vaciado de sí mismo, completamente humillado, para que lo divino pueda fluir a través de él sin obstáculo. Así que practiquen el discernimiento. Si su trabajo espiritual los está haciendo más arrogantes, más críticos de otros, más convencidos de su propia superioridad especial, entonces algo está mal. El verdadero trabajo de individuación produce humildad, compasión, apertura. Noveno, sobre la relación entre psicología y religión. Durante la mayor parte de mi carrera he argumentado que la psicología y la religión no están en conflicto, sino que abordan la misma realidad desde diferentes ángulos. La religión usa el lenguaje del mito y el símbolo. La psicología usa el lenguaje de la observación empírica y la teoría. Pero ambas están explorando la psique. El alma. Los textos etíopes confirman esta perspectiva de manera poderosa. Cristo estaba enseñando psicología, aunque no usaba ese término. Estaba mapeando la estructura de la psique, describiendo el proceso de transformación psicológica, ofreciendo técnicas prácticas para facilitar ese proceso. Y desde el otro lado, mi trabajo psicológico estaba redescubriendo verdades que Cristo había enseñado hace 2000 años. No estaba inventando la individuación, estaba redescubriendo un proceso que es arquetípico, universal, eterno. Esto sugiere algo importante, que puede haber una síntesis genuina entre psicología profunda y religión mística. No una síntesis que elimina las particularidades de cada tradición, sino una que reconoce las verdades universales que subycen a todas las tradiciones auténticas. Cristo para los cristianos, Buda para los budistas, el Dao para los daoístas, el Atman Brahán para los hinduistas. Todos son nombres y formas diferentes para lo que yo llamo el selst, la totalidad de la psique, la imagen de Dios en el ser humano y el camino hacia la realización de ese selst. Aunque se describe con diferentes metáforas en diferentes tradiciones, sigue la misma estructura básica: descenso, enfrentamiento con la sombra. encuentro con los opuestos, integración, muerte del ego, renacimiento de la totalidad. Esta es la gran verdad pernne y mi esperanza es que en el futuro podamos tener una psicología que sea genuinamente espiritual y una espiritualidad que sea genuinamente psicológica, no separadas en compartimentos, sino unificadas en reconocimiento de que son aspectos de la misma búsqueda, la búsqueda de la totalidad. de la realización completa de lo que significa ser humano. Décimo y final. Mi mensaje personal para aquellos que lean esto. No me crean simplemente porque yo lo digo. No acepten estas ideas como dogma. Eso sería exactamente lo opuesto de lo que Cristo enseñó según los textos etíopes. En cambio, usen lo que he compartido como hipótesis, como mapas posibles y luego pruébenlos en su propia experiencia. Hagan el trabajo interior. Desciendan a su propia psique. Enfrenten su propia sombra. Integren sus propios opuestos y vean por ustedes mismos si lo que describo corresponde a su experiencia. Si lo hace, bien. Si no, deséchelo y busquen su propia verdad. Porque en última instancia la verdad no es algo que se puede transmitir de segunda mano. Debe ser descubierta, vivida, realizada personalmente. Yo puedo señalar el camino, pero ustedes deben caminar. Y cuando caminen ese camino, cuando desciendan a sus propias profundidades y emerjan transformados, entonces sabrán por experiencia directa de lo que Cristo estaba hablando. Sabrán lo que significa morir y resucitar, no como evento futuro después de la muerte física, sino como proceso psicológico en esta vida. Y quizás entonces ustedes también tendrán la responsabilidad de preservar y transmitir estas enseñanzas, no como dogmas muertos, sino como verdades vivas nacidas de su propia experiencia transformada. Ese fue el último mandamiento de Cristo a sus discípulos según el Metsajfe Berhan. Id y enseñad, pero enseñad solo lo que hayáis experimentado personalmente. No repitáis mis palabras como loros. Haced el trabajo, vivid la transformación y luego enseñad desde esa experiencia viva, porque solo la verdad vivida tiene poder para transformar a otros. Concluyo ahora con la misma sensación de asombro y gratitud con la que terminé mis días en Etiopía hace tantos años. Gratitud porque tuve la oportunidad al final de mi vida de descubrir estas enseñanzas extraordinarias. Gratitud porque mi vida de trabajo fue validada de una manera que nunca esperé y gratitud por la preservación milagrosa de estos textos a través de los siglos, a pesar de todos los intentos de suprimirlos. Pero también asombro ante el misterio de todo esto. ¿Cómo es posible que un hombre que vivió hace 2000 años tuviera tal comprensión de la psique humana? ¿Cómo pudo mapear el proceso de individuación con tal precisión siglos antes de que desarrolláramos el lenguaje psicológico para describirlo? Algunas personas dirán que esto prueba que Cristo era divino en un sentido sobrenatural. Otros dirán que simplemente era un genio psicológico excepcionalmente avanzado, y otros más dirán que los textos etíopes fueron influenciados por desarrollos posteriores y retroproyectaron ideas modernas a Cristo. Yo no sé cuál de estas explicaciones es correcta y francamente no creo que importe tanto. Lo que importa es que estas enseñanzas existen, que muestran un camino de transformación que es tanto antiguo como nuevo y que están disponibles para cualquiera que tenga el valor de emprenderlas. El camino está ahí, siempre ha estado ahí. Cristo lo abrió, lo mapeó, lo enseñó, la institución lo ocultó, pero la tradición mística lo preservó. Y ahora, en este momento de crisis civilizacional, cuando las viejas formas están colapsando y nuevas formas todavía no han emergido, este camino antiguo nuevo está siendo redescubierto. No es coincidencia, es compensación del inconsciente colectivo. Es el selst de la humanidad tratando de guiarnos hacia la totalidad en un momento en que la fragmentación amenaza con destruirnos. Escuchen esa voz, sigan ese llamado, emprendan ese camino y recuerden las palabras finales de Cristo a sus discípulos según el Metajafe Berhan. No temáis la oscuridad que debe ser atravesada, porque yo he atravesado la oscuridad más profunda y he emergido transformado. Y el mismo poder que obró en mí, el mismo Espíritu que me resucitó, está disponible para cada uno de vosotros. No porque yo haya hecho el trabajo por vosotros, sino porque yo os he mostrado que es posible, y lo que es posible para uno es posible para todos. Que así sea.