Como controlar energia

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This Japanese Scientist EXPOSED How to Control Energy — and America Silenced Him
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Resumen
🤝 ChatGPT ✨ 🧩 🌐 - 202511
El texto que compartes es un viaje extenso, profundo y sereno hacia una visión de la vida y del cuerpo humano que trasciende los límites de la ciencia convencional. Nos invita a recordar que todo lo que existe —desde una célula hasta una galaxia— no es más que energía en diferentes grados de vibración, movimiento y conciencia. Y que el equilibrio de esa energía es la base tanto de la salud física como del bienestar interior.
A través de la figura de Micho Kushi, maestro taoísta y pionero de la macrobiótica, el texto rescata un mensaje que el mundo moderno ha olvidado: la materia no es sólida, sino una condensación de energía, y toda enfermedad no es más que una señal de desequilibrio, un punto donde el flujo vital —el qi— se estanca o se dispersa. Según esta comprensión, la verdadera sanación no viene de fuera, sino del interior; no de un medicamento, sino de una consciencia que aprende a fluir en armonía con las leyes naturales.
Kushi, mucho antes de que la física cuántica se popularizara, ya afirmaba que todo está unido por un campo energético invisible, y que la conciencia es la fuerza creativa que moldea la realidad. En 1999, ante el Congreso de los Estados Unidos, advirtió sobre los peligros de seguir ignorando esta verdad: una civilización que rompe su lazo con las leyes naturales está destinada al sufrimiento. Habló no solo de alimentación y salud, sino del alma misma del ser humano. Su discurso, ignorado por la mayoría, hoy suena como una profecía: advertía sobre un mundo desconectado de su propio flujo vital, un mundo que enfermaría por dentro al haber perdido su centro espiritual.
El texto retoma esa enseñanza con un tono cálido y contemplativo: cada palabra, cada emoción, cada pensamiento es una vibración que transforma la realidad. Las palabras pueden sanar o destruir, porque son extensiones de nuestra energía. Al hablar con intención y amor, se armoniza el entorno. Al hablar con ira o miedo, se siembra desequilibrio. En esta comprensión, el lenguaje deja de ser solo comunicación: se convierte en creación.
Para Kushi, la enfermedad no es enemiga, sino una maestra que nos recuerda dónde el flujo del qi se ha interrumpido. La salud, entonces, es el estado natural de un cuerpo donde el qi circula libremente entre los planos físico, emocional y espiritual. Este principio es central en la tradición taoísta, que enseña que la vida es un equilibrio entre las fuerzas yin y yang, dos corrientes universales que se complementan y sostienen mutuamente. El yin representa lo receptivo, lo nutricio, lo que descansa y contiene; el yang simboliza lo activo, el fuego, el movimiento que transforma. Cuando una de las dos predomina, el equilibrio se pierde, y el cuerpo —ese laboratorio viviente de alquimia interna— nos lo muestra a través del malestar.
La alimentación, según Kushi, no es un acto mecánico, sino una forma de comunicación energética con la Tierra. Los alimentos naturales, equilibrados entre yin y yang, mantienen el flujo del qi limpio y ordenado; mientras que la dieta industrializada —cargada de exceso artificial y desconectada de la naturaleza— produce bloqueo y confusión. Comer, respirar y pensar son actos sagrados cuando se realizan con atención: cada uno de ellos puede ser una forma de alquimia.
El texto profundiza en la visión alquímica del cuerpo como un templo de transformación. En la tradición taoísta, dentro de nosotros existen tres centros energéticos llamados dantian, equivalentes a los chakras en el hinduismo.
El dantian inferior, ubicado bajo el ombligo, es el centro de la energía vital, el lugar donde se genera el jing, la esencia.
El dantian medio, en el pecho, transforma esa energía en emoción, compasión y vitalidad.
El dantian superior, en la cabeza, la sublima en luz y conciencia.
A través de la práctica conocida como naidan o alquimia interna, la energía densa se transforma gradualmente en energía sutil, ascendiendo desde lo físico hasta lo espiritual, siguiendo el mismo camino que el universo en su constante expansión hacia la plenitud. Este proceso no busca la inmortalidad física, sino una inmortalidad espiritual, entendida como la unión consciente con el Todo.
El texto recuerda que esta comprensión no es solo filosófica: puede experimentarse. Por eso propone una práctica sencilla, sensible y serena para sentir el qi en las manos, a través del calor y la vibración que surge entre las palmas. Este ejercicio, además de despertar la percepción energética, nos reconecta con una verdad olvidada: somos parte de un flujo continuo de vida, no separados de él. Sentir el qi es sentir la vida misma moviéndose dentro y fuera de nosotros.
Luego, el texto conduce hacia una práctica más profunda: la órbita microcósmica, una meditación que guía la energía por los canales principales del cuerpo —ascendiendo por la espalda y descendiendo por el frente— para crear un circuito cerrado de luz y equilibrio. En esta práctica, cada respiración se convierte en un puente entre la Tierra y el Cielo, entre lo denso y lo sutil, permitiendo que yin y yang se abracen dentro de nosotros. Con el tiempo, el practicante desarrolla una claridad interior que se traduce en serenidad, salud y expansión de conciencia.
Este camino no busca milagros externos, sino una reconexión con el poder silencioso del ser. La curación, según esta enseñanza, no es solo la desaparición del síntoma físico, sino el retorno al flujo natural del qi, el estado en que la energía, la mente y el espíritu vibran en coherencia. Cuando esto ocurre, el cuerpo se vuelve liviano, la mente clara y el corazón tranquilo.
El texto también recuerda que la ciencia moderna se está acercando a esta sabiduría ancestral. La física cuántica ha descubierto que la materia está casi completamente vacía, sostenida por un campo de energía invisible donde las partículas existen como posibilidades hasta que la conciencia las observa. Es decir, la conciencia crea la realidad, tal como enseñaban los sabios de Oriente hace miles de años. Lo que llamamos “yo” es una corriente de energía consciente manifestándose temporalmente en forma humana.
Comprender esto —dice el texto— es comprender la unidad. Somos el universo en miniatura, vibrando al mismo compás que las estrellas. Cuando nos alineamos con ese ritmo, desaparece la separación entre cuerpo y espíritu, entre uno y todos. Y entonces la vida se vuelve simple, clara, armoniosa.
Finalmente, el mensaje de este extenso relato se condensa en una verdad simple y pacífica: todo es energía, todo vibra, todo fluye. Nuestra tarea no es forzar la vida, sino acompañarla, dejar que el qi circule libremente dentro y fuera de nosotros, reconociendo que la salud, la paz y la alegría no se conquistan, sino que se recuerdan. La práctica consciente —sea respirar, meditar o simplemente hablar con amor— nos devuelve a ese estado original de unidad. En ese silencio interior donde el qi se siente y la mente reposa, uno descubre que no hay nada que sanar, porque ya somos vida en equilibrio.
Traducción
🤖 - Monica- 202511
Todas las células, huesos, tumores cancerosos, esto y aquello no son más que energía, ondas, vibraciones. Un tumor canceroso significa que la energía se está acumulando allí y estancándose en lugar de fluir. Más de 25 años atrás, un hombre se presentó ante el Congreso de los Estados Unidos para entregar una advertencia que con el tiempo sonaría más como una premonición que un discurso. Habló de otra forma de nutrición, de la capacidad innata de los seres humanos para sanar por sí mismos, y del peligro que enfrenta la civilización occidental si continúa ignorando las leyes naturales que rigen la vida. Pocos escucharon, pero ese mensaje entregado en 1999 resonó como un eco del futuro. Ese hombre era Mo Kushi, un taoísta y maestro macrobiótico que desafió los fundamentos del pensamiento materialista. Ante los representantes del poder, Kushi habló de la energía invisible que sostiene la materia. Usan terminología llamada "k" en el pico de la civilización moderna. La física atómica lleva a las mismas conclusiones de que la materia es algo así como un fantasma. La materia no es materia. La materia es energía de vibración. Reveló que la materia no es algo sólido o permanente, sino un conjunto de vibraciones organizadas por la conciencia y que al aprender a dominar esas vibraciones refinando nuestro qi podríamos sanar enfermedades, extender la vida y transformar nuestra realidad. Pero sus palabras fueron ignoradas, su mensaje silenciado, y su legado lentamente enterrado bajo el ruido de una ciencia aferrada a lo tangible y una industria farmacéutica que prospera manteniéndonos enfermos.
Cuando hablas ciertas palabras, tú mismo cambias porque les das cierta vibración y también le das a alguien a quien hablas cierta vibración y también lo cambias a él. Así que las palabras, el discurso, debes elegirlos con mucho cuidado. Puedes matar a las personas. Cambiando con tus propios cantos o tu propia charla, puedes llegar a matarte a ti mismo. Kushi no hablaba desde la fantasía ni la superstición. Hablaba desde una profunda comprensión del universo y del cuerpo humano como un reflejo de ese mismo orden cósmico. Según su visión, cada enfermedad no es más que una interrupción en la circulación del qi, una obstrucción en el flujo vital que conecta mente, cuerpo y espíritu. Cuando esa energía se estanca, aparece la enfermedad. Cuando fluye libremente, surgen la salud, la claridad mental y la realización interna. Pero aceptar esta verdad significaba reconocer que el poder de sanar reside dentro de nosotros, no en laboratorios o pastillas. Por eso las enseñanzas de Micho Kushi fueron ridiculizadas, censuradas e incluso etiquetadas como pseudociencia. Porque un ser humano que aprende a nutrir y refinar su energía deja de depender de sistemas externos que lo controlan. La comprensión de la energía es la comprensión del cuerpo y el espíritu al mismo tiempo. Y entender la energía es la guía para ti, la guía de tu vida, incluyendo tu manifestación física y espiritual.
Esta conocimiento que une la sabiduría oriental con una comprensión avanzada de la energía empodera al individuo y eso es peligroso para los grandes poderes. Micho Kushi, el alquimista moderno. Desde 1984, Micho Kushi hablaba de conceptos que para el público occidental de la época rozaban lo imposible. La energía vital como base de la materia, la conciencia como fuerza creativa, y la posibilidad de sanar el cuerpo a través del equilibrio interno. Kushi enseñó que hay dos corrientes fundamentales en la naturaleza, la energía yin y la energía yang. Una representa la materia, el descanso, la nutrición y la receptividad. La otra, el movimiento, la acción, el fuego que transforma. Una surge de la tierra, la otra desciende del cosmos. La vida no es más que una danza entre las dos. Un equilibrio dinámico que, cuando se rompe, da lugar al sufrimiento. A través de la comida, el pensamiento, la respiración y la intención, los seres humanos pueden restaurar esa armonía. Por eso enfatizó tanto la comida. La comida, dijo, no solo nutre el cuerpo físico. Es una manifestación material del qi. Los alimentos naturales cultivados en equilibrio mantienen la energía limpia y fluyendo. Pero la dieta moderna, industrializada, desequilibrada y cargada de exceso artificial de yang, bloquea la circulación del qi, generando enfermedades y confusión mental.
Para Kushi, la verdadera revolución era energética y espiritual. No se trataba de cambiar gobiernos o sistemas económicos, sino de transformar la conciencia humana. Comprender que somos laboratorios vivientes de alquimia interna. Los antiguos taoístas llamaban a este camino "naidan", alquimia interna. Un proceso de refinamiento en el que el ser humano transforma la energía vital en conciencia iluminada. Enseñaron que dentro de nosotros existen tres centros de energía principales: los tres dantian. El inferior, donde se genera el qi y está enraizado en la tierra. El medio, donde se transforma en emoción, compasión y vitalidad. Y el superior, donde se sublima en sabiduría y pura conciencia. Cuando aprendemos a refinar esa energía, ascendemos de lo denso a lo sutil, de la materia a la luz, siguiendo el mismo camino que el universo toma en su movimiento eterno hacia la plenitud. Al final del video, te guiaré a través de una práctica simple inspirada en los antiguos maestros taoístas. Así podrás comenzar hoy a sentir y cultivar tu propia energía interna. Desde lo sutil hasta lo denso, vivimos en un universo hecho de energía. Todo lo que existe, desde las estrellas más distantes hasta las células de nuestros cuerpos, vibra dentro de un inmenso campo de movimiento y transformación. Lo que llamamos materia es solo una apariencia, una condensación temporal de energía. La física cuántica, tras siglos de pensamiento materialista, ha terminado acercándose a lo que los antiguos sabios taoístas ya sabían: que la materia es solo energía vibrando y que la conciencia es la fuerza que la moldea. Si pudiéramos observar el interior de un átomo, descubriríamos que está casi completamente vacío. Más del 99.9% de su volumen es espacio vacío. Un vasto océano de potencial en el que las partículas subatómicas aparecen y desaparecen, sostenidas por una energía invisible conocida como el campo cuántico. A ese nivel, la realidad no está compuesta de objetos, sino de probabilidades. Y cada partícula existe como una posibilidad latente hasta que la conciencia la observa. Qi, la fuerza vital que anima el universo. Desde la década de 1980, Micho Kushi compartía en Occidente ideas que los antiguos taoístas habían enseñado en Oriente hace miles de años. Habló de la energía vital que permea todo lo que existe. La que los sabios orientales llamaron qi, la fuerza invisible que llena el vacío y da vida a todas las formas. En el taoísmo, el qi es la manifestación del Dao en movimiento. El aliento que da forma al universo, creando galaxias, sistemas solares y planetas. Permeabiliza todo. Conecta todo. Según esta visión, el ser humano es un microcosmos del universo, un reflejo de su orden y armonía.
El qi fluye a través de canales sutiles en el cuerpo, se concentra en centros de energía, los dantian, y puede transformarse a través de la práctica consciente. Esta energía, aunque invisible, puede sentirse en el calor del cuerpo, en el pulso del corazón o en la vitalidad de la naturaleza. Cuando el qi fluye libremente, sentimos vitalidad en el cuerpo, equilibrio en las emociones y una profunda conexión espiritual. Pero cuando este flujo se bloquea, ya sea por estrés, dieta inadecuada o emociones reprimidas, aparecen los desequilibrios y enfermedades, manifestándose como fatiga crónica o inmunidad debilitada. Por eso la cultivación del qi ocupa un lugar central en la alquimia interna taoísta, naidan, cuyo propósito es transformar la energía vital en conciencia y expansión espiritual. Este proceso busca alinearse con el Dao y lo que se llama inmortalidad. Entendida no como vida física eterna, sino como la trascendencia del ego y la unión con el todo. Medicina interna. Desde tiempos antiguos, las tradiciones orientales, el taoísmo, el budismo y el hinduismo han concebido el cuerpo como un laboratorio sagrado, un microcosmos que refleja el universo. Mientras que Occidente considera la conciencia un subproducto de la materia, Oriente enseña lo contrario. La conciencia da forma dentro de nosotros. Cada pensamiento y emoción tiene un efecto directo en el flujo de energía interna. El miedo, la tensión o la ira bloquean el qi. La calma, la gratitud y el amor lo restauran. Nuestra conciencia actúa como un observador cuántico colapsando infinitas posibilidades en la experiencia concreta hacia la cual dirigimos nuestra atención. Por lo tanto, entrenar la mente también es entrenar la energía. Cada respiración profunda, cada pensamiento enfocado, cada acto consciente se convierte en una forma de alquimia interna. Un refinamiento en el que lo denso se transforma en lo sutil y lo material en lo espiritual. La ciencia lo llama coherencia. El taoísmo lo llama armonía. Y en ambos casos, el resultado es el mismo. Cuando la energía fluye libremente, el cuerpo sana, la mente se aclara y el espíritu se eleva.
Muchas personas piensan que el cuerpo humano es algo como estar de pie, como crecer, como un árbol desde el suelo. Pero esa es una imagen errónea. Francia y el cuerpo humano son opuestos. Eso significa que las plantas están estacionadas allí y crecen así. Nuestros cuerpos están estacionados allí y crecen hacia abajo. Según Mio Kushi, el cuerpo humano es un reflejo del espíritu, un nodo de conciencia individual que se manifiesta en los planos densos de la realidad. Nuestra esencia desciende de niveles más sutiles, como los planos de luz o el astral, hasta materializarse en materia física. Así, el cuerpo es una proyección de la conciencia, una expresión visible de energía vibrando a niveles más altos. Esto implica que muchas veces la enfermedad no es más que un bloqueo en el cuerpo sutil, una interrupción en el flujo energético que con el tiempo se densifica hasta manifestarse físicamente. La verdadera sanación comienza a nivel energético. Al liberar bloqueos, el qi fluye nuevamente y el cuerpo responde recuperando su equilibrio natural. Así como nuestra conciencia dirige el flujo de qi dentro del cuerpo, también proyecta energía hacia todo lo que nos rodea. Cada pensamiento, emoción y palabra vibra, afecta y resuena en los campos que nos rodean. Por eso el poder de la palabra también es muy importante y real. Hablar con intención puede armonizar tu qi y tu entorno. Mientras que las palabras llenas de miedo o juicio crean desequilibrio. Como nos enseñó Micho Kushi, nuestras palabras son extensiones de nuestra energía, un puente entre nuestro mundo interior y el universo.
Centros de energía y transformación. Según la filosofía taoísta, el ser humano posee tres centros de energía principales llamados dantian, ubicados a lo largo del eje central del cuerpo. Estos centros transforman, almacenan y transmiten energía y están asociados con los tres tesoros de la tradición: Jing, esencia vital; qi, energía; y shen, conciencia o espíritu. El flujo de energía entre los dantian constituye el corazón de la alquimia interna taoísta, naidan. Cuando se genera suficiente calor en el dantian inferior como resultado de la interacción entre el fuego del corazón y el agua de los riñones, la esencia vital, jing, se transforma en energía qi. Esta energía asciende al dantian medio, donde se fusiona con shen y finalmente llega al dantian superior, convirtiéndose en luz o energía espiritual. El objetivo del chiong y la alquimia interna es desarrollar este proceso para aumentar la energía dentro del cuerpo, incrementar la circulación del qi y lograr armonía entre cuerpo, mente y espíritu. La salud y vitalidad del individuo dependen de la cantidad y calidad de energía presente en estos tres dantian. Además, estos centros de energía corresponden a los chakras del hinduismo y el proceso de elevar y transmutar energía recuerda al ascenso del kundalini en la tradición hindú, donde la energía vital se purifica y se eleva hacia una conciencia superior.
Una de las prácticas taoístas más importantes para lograr esta sublimación y elevación de energía es la órbita microcósmica. Un método de meditación y circulación del qi que prepara al practicante para activar y armonizar los tres dantian. Esta práctica será la siguiente sección que exploraremos y servirá como guía para comenzar a experimentar la energía interna directamente. Pero antes de eso, haremos una breve práctica para sentir la energía en nuestras manos. En el centro de cada palma, hay una apertura energética llamada Lao Gong. Estos puntos funcionan como puertas de entrada y salida para el qi, la energía vital, por lo que las manos son tan sensibles para percibirla. Siéntate o ponte de pie con la espalda recta y los hombros relajados. Frota tus palmas juntas durante unos segundos hasta que notes calor. Colócalas frente a tu pecho, con las palmas enfrentadas. Inhala por la nariz mientras las separas lentamente y exhala al acercarlas de nuevo, manteniendo tu atención en el espacio entre ellas. Repite varias veces. Luego, deja tus manos a unos 5 a 10 cm de distancia y muévalas suavemente como si estuvieras moldeando una esfera invisible. Observa el calor, el hormigueo o la ligera presión que sientes. Eso es qi fluyendo a través de tus manos. Cuanta más atención pongas, más refinada será tu percepción y más intensamente sentirás esta energía. Con práctica constante, tu sensibilidad crecerá y el flujo del qi se volverá cada vez más claro y tangible.
Práctica guiada de la órbita microcósmica. Siéntate cómodamente con la espalda recta y los ojos cerrados. Respira profundamente, relajando tus hombros y cuerpo. Coloca suavemente tu lengua en el paladar superior, cerrando el circuito entre el canal frontal renmi y el canal dorsal dumi. Lleva tu atención al dantian inferior, debajo del ombligo. Visualiza una bola dorada cálida allí, tu reserva de qi. Con cada inhalación, siente que crece, absorbiendo energía de la tierra. Con cada exhalación, relaja y distribuye esa vitalidad por todo tu cuerpo. Ahora guía el qi hacia arriba a lo largo de la espalda, siguiendo el canal dumi hasta la coronilla. Siente el flujo ascendente como un río de luz. Luego exhala permitiendo que el shen descienda por el frente del cuerpo a través del canal renmi, pasando por el dantian superior y medio y regresando al dantian inferior. Repite este ciclo varias veces sintiendo cómo el yin y el yang se equilibran, desbloqueando meridianos y refinando tu energía. Observa cómo la energía se transforma. Densa y vital en el dantian inferior, emocional en el medio, espiritual en el superior. Para cerrar, reúne qi en el dantian inferior. Exhala y presiona suavemente el abdomen con tus manos para anclar la energía. Mantén la lengua en el paladar unos segundos más y abre lentamente los ojos, sintiendo la vitalidad renovada. Cuanto más practiques, más clara y tangible se volverá la circulación del qi y tu percepción se refinará con cada sesión. Esta práctica ayuda a equilibrar tu energía, armonizando el yin y el yang dentro de ti. Desbloquea meridianos y centros de energía, permitiendo que tu qi fluya libremente y sin obstáculos. Te llena de vitalidad, despierta claridad mental y ayuda a liberar el estrés, la ansiedad y toda la tensión acumulada en el cuerpo. Al mismo tiempo, agudiza tu percepción interna. Comienzas a sentir tu energía de manera más tangible, más vívida, y cuanto más la practiques, más fluido y poderoso se vuelve ese flujo de qi dentro de ti. Es como si despertaras algo que siempre ha estado ahí, esperando que lo reconozcas y lo pongas en movimiento.
Eso es todo por el video de hoy. Muchas gracias por ver hasta el final. Espero que esta información te haya resultado útil y enriquecedora. Nos vemos pronto.