Diferencia entre revisiones de «Yo soy»
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Revisión del 09:39 29 oct 2025

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Lo Que Dices Después de “YO SOY”… Se Convierte en Tu Vida
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Transcripción
dos palabras crean tu mundo y las repites sin saber quién eres cuando nadie te está mirando. ¿Qué voz surge desde tu interior cuando el silencio abraza tu alma y solo queda la desnudez de tu ser más íntimo? En esos momentos sagrados, cuando la máscara social se desvanece como niebla al amanecer, algo ancestral emerge desde las profundidades de tu conciencia. Una frase, dos palabras que portan el poder de los dioses y el peso de los siglos. Si estás viendo esto, tu alma está lista para recordar lo que olvidó. No es casualidad que tus ojos hayan encontrado estas palabras en este momento preciso de tu existencia. El universo susurra a través de sincronías y tu presencia aquí es una de ellas. Hay algo que tu espíritu sabe, algo que tu mente consciente ha mantenido velado, pero que ahora clama por ser revelado. El mayor saboteador de tu vida se esconde en tu propia boca. No en las circunstancias que te rodean, no en las personas que habitan tu realidad, no en los obstáculos que parecen interponerse en tu camino. Se esconde en esas dos palabras que pronuncias miles de veces sin conciencia, sin peso, sin comprender que cada vez que las dices, estás escribiendo una línea más en el gran libro de tu destino. Yo soy, ahí está el secreto que los antiguos conocían. y que la modernidad olvidó. El mundo que habitas es el eco de lo que afirmaste sin pensar. Cada mañana despiertas en una realidad que es el reflejo perfecto de las palabras que siguieron a ese yo soy que pronunciaste ayer y el día anterior y hace 1000 días. Tu vida entera es una biblioteca de esas afirmaciones, algunas conscientes, la mayoría pronunciadas en el sueño de la inconsciencia. Imagina por un momento que pudieras escuchar todas las veces que has dicho, "Yo soy en los últimos años". ¿Qué sinfonía sonaría? ¿Qué mundo habrías estado creando sin saberlo? Yo soy torpe, susurras cuando tropiezas. Yo soy pobre, declaras cuando revisas tu cuenta bancaria. Yo soy feo, afirmas frente al espejo. Yo soy un fracaso susurra tu voz interior cuando algo no sale como esperabas. Cada una de esas afirmaciones no es una simple descripción de un momento, es un decreto. Es una orden dirigida al mismo poder que tejió las estrellas y que late en el corazón de cada átomo de tu ser. Porque tú no eres solo un observador de la realidad, eres su cocreador. Y la herramienta más poderosa que posees para crear no está en tus manos, sino en tu boca. Los antiguos lo sabían. En los templos de Egipto, en los manuscritos ocultos de los esenios, en las tradiciones perdidas de pueblos que comprendían la naturaleza sagrada del Verbo, se conservaba esta sabiduría. Las palabras que siguen a yo soy no describen, decretan. No informan sobre tu realidad. La moldean, la esculpen, la traen a la existencia como un alfarero que da forma al barro. Tu boca es un altar sagrado y cada yo soy que pronuncias es un hechizo que envías. al universo. Pero este hechizo no se dirige hacia afuera, hacia fuerzas externas que deben obedecerte. Se dirige hacia el núcleo mismo de tu ser, hacia esa parte de ti, que es una chispa del mismo fuego que enciende las galaxias. Y esa chispa responde siempre responde. ¿Has notado como las personas que constantemente dicen, "Yo soy afortunado", parecen vivir vidas llenas de sincronías favorables? ¿Has observado como quienes repiten yo soy amado atraen relaciones que reflejan esa afirmación? ¿Has visto como aquellos que declaran, "Yo soy próspero", encuentran oportunidades donde otros venstáculos? No es coincidencia. es la ley más antigua del universo, manifestándose a través de la palabra creadora. Pero también has visto lo contrario. Personas que se definen como víctimas y viven tragedias constantes, seres que se llaman a sí mismos complicados y enfrentan dramas infinitos. Almas que susurran, "Yo soy invisible", y pasan por la vida sin que nadie las note realmente. El mismo poder que puede elevarte también puede aprisionarte dependiendo de cómo lo uses. La tragedia no está en el poder mismo, sino en la inconsciencia con la que lo ejercemos. Caminamos por la vida como magos dormidos, lanzando hechizos sin darnos cuenta, creando realidades que luego nos preguntamos por qué las vivimos. Es como tener en las manos la lámpara de Aladino y frotarla accidentalmente todo el día pidiendo deseos que no recordamos haber formulado. Pero aquí está la clave que cambiará todo lo que creías saber sobre ti mismo. El momento en que tomas conciencia de este poder es el momento en que puedes comenzar a dirigirlo. El momento en que reconoces que tu lengua es un pincel sagrado que pinta tu realidad, es el momento en que puedes elegir los colores con los que vas a crear tu próxima obra maestra. La realidad no es objetiva, es vibracional y lingüística. Esto no es metáfora poética, es la estructura fundamental de la existencia. Lo que experimentas como real es simplemente la cristalización de patrones vibratorios que han sido sostenidos el tiempo suficiente para manifestarse en el plano físico. Y la herramienta más poderosa que tienes para generar y sostener esos patrones vibratorios son las palabras que pronuncias, especialmente cuando van precedidas de esas dos palabras sagradas. Yo soy en el Kaibalion, el primer principio hermético declara todo es mente. El universo es mental. Esta antigua sabiduría nos revela que la realidad tal como la conocemos es fundamentalmente una construcción mental, una proyección de la conciencia universal de la cual formamos parte. Y si todo es mental, entonces las palabras que son vehículos del pensamiento tienen el poder de alterar la estructura misma de lo que experimentamos como real. Cuando Moisés se acercó a la zarza ardiente y preguntó el nombre de la presencia divina que lo llamaba, la respuesta que recibió no fue un nombre tradicional, fue una declaración de ser eje asher eje, yo soy el que soy. No era solo una identificación, era una revelación del poder creador supremo. mostrarle a Moisés que en el núcleo de toda existencia está esta afirmación primordial, este yo soy que contiene dentro de sí mismo todo lo que fue, es y será. Pero la revelación más profunda es esta. Ese mismo poder no se quedó en el monte Sinaí, se transmitió, se sembró en la conciencia humana como una semilla de divinidad. Cada vez que dices yo soy estás accediendo a ese mismo poder creador. No estás imitándolo, estás expresándolo. Eres una extensión de esa conciencia original que se define a sí misma y al hacerlo define toda la realidad. Hermes Trismejisto enseñaba que como es arriba es abajo. Como es abajo es arriba. Si en el plano divino el yo soy tiene poder creador absoluto, entonces en el plano humano tiene poder creador relativo, relativo a tu experiencia personal, a tu realidad inmediata, a la vida que construyes a día con cada palabra que pronuncias. Nevil Godtherd, ese místico moderno que redescubrió las llaves perdidas de la manifestación, solía decir que yo soy es el nombre de Dios en ti. No es que tengas acceso a un poder divino externo, es que eres una expresión localizada de ese poder divino universal. Cada yo soy que pronuncias es Dios hablando a través de ti, creando tu experiencia personal de la misma manera que Dios habló la existencia al principio de los tiempos. Esta comprensión transforma completamente la manera en que entiendes tu relación con la realidad. No eres una víctima de las circunstancias, eres el creador de las circunstancias. No estás a merced de fuerzas externas. Eres la fuerza que moldea lo externo. No describes lo que eres. Decretas lo que vas a experimentar ser. Es como tatuar una orden en la tela del universo. Cada yo soy que pronuncias se grava en la sustancia sutil de la realidad como un mandato que debe cumplirse. El universo no cuestiona, no juzga, no evalúa si mereces o no lo que afirmas, simplemente responde. Es una ley tan inmutable como la gravedad, tan constante como el paso del tiempo. Imagina que tu vida es una película que se está proyectando continuamente y que cada yo soy que pronuncias es una nueva escena que se agrega al guion. Si constantemente dices yo soy ansioso agregas escenas de ansiedad. Si repites yo soy abundante insertas escenas de abundancia. La película de tu vida no es otra cosa que la suma total de todas las escenas que has estado escribiendo con tus afirmaciones. Pero aquí está el misterio que pocos comprenden. No necesitas creer conscientemente en lo que dices para que tenga efecto. El poder del yo soy opera más allá del nivel de la creencia consciente. Opera en el nivel de la identidad, que es mucho más profundo y poderoso que el pensamiento superficial. Puedes pensar conscientemente, "Quiero ser rico," mientras inconscientemente repites, "Yo soy pobre." Y el universo responderá a la afirmación de identidad, no al deseo superficial. Por eso tantas personas luchan por cambiar sus vidas usando solo la fuerza de voluntad o el pensamiento positivo. Están trabajando en el nivel equivocado. Están tratando de cambiar los efectos mientras ignoran la causa. La causa está en esas dos palabras que pronuncias automáticamente, sin conciencia, heredadas de voces del pasado que adoptaste como propias, frases que tus padres repetían, que escuchaste en la infancia, que internalizaste sin cuestionamiento. Yo soy torpe porque te lo dijeron cuando derramaste algo. Yo soy feo porque alguien hizo un comentario cruel. Yo soy pobre porque creciste escuchando esa afirmación como una verdad familiar inmutable. Pero esas no son tus verdades. Son memorias prestadas, identidades heredadas, programaciones que adoptaste cuando eras demasiado joven para reconocer que tenías el poder de elegir quién ser. Y ahora como adulto sigues repitiendo esas programaciones como si fueran verdades absolutas, sin darte cuenta de que son simplemente archivos de audio que puedes cambiar en cualquier momento. ¿Te has escuchado hablar cuando estás solo? ¿Has prestado atención a esa voz interior que comenta todo lo que haces, que juzga cada acción, que define constantemente quién eres? Esa voz es el DJ de tu realidad, seleccionando continuamente las canciones que van a sonar en la radio de tu experiencia. Y la canción que más repite, la que tiene en rotación permanente, es la que comienza con yo soy. La mayoría de las personas viven en piloto automático, repitiendo patrones de autodefinición que establecieron hace años, tal vez décadas. Se levantan cada mañana y sin darse cuenta activan el mismo programa de identidad que han estado corriendo desde que tienen memoria. Yo soy alguien que lucha con el dinero. Yo soy una persona que siempre tiene problemas en las relaciones. Yo soy alguien a quien las cosas no le salen bien. Y después se preguntan, ¿por qué sus vidas no cambian? Porque siguen experimentando las mismas situaciones una y otra vez. Porque a pesar de sus esfuerzos parecen estar atrapados en ciclos repetitivos. La respuesta está en la programación silenciosa que corren cada día sin conciencia. Es como tener un GPS configurado para llevarte siempre al mismo destino. Puedes tomar rutas diferentes, puedes conducir más rápido o más lento, puedes hacer paradas en el camino, pero mientras el GPS tenga configurado el mismo destino final, siempre terminarás en el mismo lugar. Tú, yo soy es el GPS de tu vida y mientras esté configurado para yo soy limitado, yo soy carente, yo soy problema, seguirás llegando a experiencias que reflejen esas configuraciones. Pero aquí está la liberación. El GPS se puede reprogramar, el destino se puede cambiar. La configuración de tu identidad no está grabada en piedra, está escrita en agua y el agua siempre puede tomar nuevas formas. La tragedia es que la mayoría de las personas no saben que tienen acceso al panel de control. Viven como pasajeros en su propia vida, sin darse cuenta de que pueden tomar el volante en cualquier momento. Se sienten víctimas de una programación que ellos mismos están ejecutando, prisioneros de una celda cuya llave llevan en la mano. Moisés preguntó a la presencia divina, ¿quién eres? La respuesta que recibió cambió no solo su vida, sino el curso de la historia humana. Yo soy el que soy. Pero la sabiduría más profunda no está en la respuesta divina, sino en la implicación humana. Si lo divino se define a sí mismo con yo soy y si somos expresiones de esa divinidad, entonces nosotros también tenemos acceso a ese mismo poder de autodefinición. La diferencia es que la divinidad siempre es consistente en su autodefinición. No dice, "Yo soy perfecto por la mañana y yo soy un desastre por la tarde." No afirma, "Yo soy amor en los buenos momentos y yo soy ira en los desafiantes." Mantiene una coherencia absoluta en su ser y por eso su realidad es perfecta y constante. Los humanos, en cambio, somos inconsistentes en nuestra autodefinición. Cambiamos nuestra identidad según las circunstancias. el estado de ánimo, las opiniones de otros. Un día somos valientes, al siguiente cobardes, una hora somos sabios, la siguiente tontos. Esta inconsistencia crea una realidad caótica llena de altibajos, porque el universo está recibiendo órdenes contradictorias. Imagina que fueras el comandante de un ejército y dieras órdenes diferentes a cada soldado cada 5 minutos. Ataquen al norte, no defiendan el sur, mejor retrocedan al oeste, ahora avancen al este. El resultado sería caos total. Eso es lo que hacemos con nuestra realidad cuando usamos nuestro yo soy de manera inconsistente. La sabiduría antigua que te ocultaron es esta. Existe un yo soy verdadero, un núcleo de identidad que es inmutable, eterno, perfecto. Los místicos de todas las tradiciones lo han buscado. Los sufíes lo llaman el amado interior. Los hinduistas lo conocen como Atman. Los cristianos místicos hablan del Cristo interior. Los cabalistas se refieren al Adam Cadmon, el humano primordial. Este, yo soy verdadero, no es afectado por las circunstancias. temporales. No cambia con el estado de ánimo, no se altera por las opiniones ajenas, no se define por el éxito o el fracaso externo. Es el yo soy que existía antes de que nacieras y que seguirá existiendo después de que este cuerpo regrese al polvo. Los grandes iniciados de la historia fueron aquellos que lograron alinearse completamente con este yo soy verdadero. Jesús declaraba, "Yo soy la resurrección y la vida." No porque fuera diferente de ti, sino porque había recordado quién era en esencia. Buda afirmaba, "Yo soy la verdad." No como ego personal, sino como expresión de la naturaleza búdica universal que todos compartimos. Cuando los antiguos hablaban de conocerte a ti mismo, no se referían a catalogar tus gustos, preferencias o personalidad superficial. se referían a reconocer este yo soy esencial, esta identidad divina que es tu verdadera naturaleza. Y una vez que reconoces quién eres realmente, tus afirmaciones de yo soy se alinean automáticamente con esa verdad, creando una realidad que refleja tu naturaleza divina. Pero incluso si no has llegado a esa realización completa, puedes comenzar a usar el poder del yo soy de manera consciente y dirigida. Puedes elegir las palabras que siguen a esas dos palabras sagradas. Puedes convertirte en el arquitecto consciente de tu propia identidad. Los símbolos están por todas partes para quienes tienen ojos para ver. En la tradición cabalística, el nombre inefable de Dios, el tetragramatón, se representa con cuatro letras que jamás se pronuncian completas, porque pronunciar el nombre completo de Dios sería asumir el poder completo de la creación. Pero yo soy es la traducción humana accesible de ese poder inefable. En los templos antiguos, los iniciados aprendían mantras sagrados, palabras de poder que alteraban la conciencia y la realidad. Pero el mantra más poderoso no está en sánscrito ni en latín, está en tu idioma nativo. Son esas dos palabras que dices todo el día, yo soy. La diferencia está en la conciencia con que las pronuncias. Tu boca es un altar donde cada palabra es una ofrenda y cada yo soy es un hechizo que envías directamente al corazón del universo. Pero este hechizo no manipula fuerzas externas, activa fuerzas internas. No cambia el mundo afuera, transforma el mundo adentro. Y cuando el mundo interior cambia, el exterior no tiene más opción que reflejarlo. Es como sintonizar una radio. Cuando cambias la frecuencia, no estás cambiando las ondas que existen en el aire. Estás cambiando cuáles ondas puedes recibir. Cuando cambias tu yo soy, no estás alterando las posibilidades que existen en el universo. Estás alterando a cuáles posibilidades tienes acceso. Pero hay algo más profundo aún. Los antiguos enseñaban que las palabras no solo describen la realidad, la invocan. Cada palabra es un puente entre el mundo invisible de las ideas y el mundo visible de las formas. Y yo soy es el puente maestro, el que conecta tu conciencia individual con la conciencia universal. Cuando dices, "Yo soy próspero", no estás mintiendo sobre tu cuenta bancaria actual. Estás invocando el arquetipo de la prosperidad para que se manifieste a través de tu experiencia. Estás abriendo un canal entre la abundancia infinita que existe en el reino de las posibilidades y tu realidad personal. Estás creando coherencia vibracional entre tu identidad y aquello que deseas experimentar. Los chamanes de diferentes culturas comprendían esto intuitivamente. Sabían que las palabras son seres vivos, entidades con poder propio. Por eso cuidaban sus palabras como cuidarían plantas sagradas, porque sabían que cada palabra plantada en la tierra de la conciencia crecería y daría frutos en la realidad física. Espinoza, ese filósofo que vio más allá del velo de las apariencias, enseñaba que Dios y la naturaleza son uno mismo. Si esto es verdad, entonces cuando usas el yo soy conscientemente, no estás invocando un poder externo. Estás activando la naturaleza divina que ya eres. Estás recordando quién ha sido siempre, pero que olvidaste en el sueño de la separación. Es como un actor que ha estado interpretando un papel durante tanto tiempo que olvidó quién era antes de ponerse el disfraz. El yo soy consciente es el momento en que el actor recuerda que está actuando y puede elegir un papel diferente o incluso quitarse el disfraz completamente y ser simplemente quién es. Neville Godard solía contar una historia sobre un hombre que se perdió en el desierto. Después de días caminando sin rumbo, sediento y desesperado, encontró un espejismo, pero en lugar de agua vio su propio reflejo diciendo, "Yo soy perdido." Se dio cuenta de que había estado creando su experiencia de pérdida con esa afirmación constante. En ese momento de comprensión cambió su declaración, "Yo soy encontrado." Y según cuenta la historia, inmediatamente vio un sendero que lo llevó de vuelta a la civilización. Esta historia es más que una metáfora. Es una enseñanza sobre la naturaleza de la realidad. No estamos perdidos en un universo hostil. Estamos perdidos en nuestras propias creencias sobre nosotros mismos. Y el mapa para encontrar el camino de regreso está escrito en las palabras que siguen a nuestro yo soy. Pero quizás lo más revolucionario de esta enseñanza es que no requiere años de estudio, iniciaciones complicadas o maestros externos. El poder está en tu boca ahora mismo. La herramienta está disponible en este momento. No necesitas esperar a desarrollar habilidades especiales o alcanzar niveles superiores de conciencia. Solo necesitas atención y intención. Atención para notar lo que estás diciendo sobre ti mismo. Intención para elegir conscientemente las palabras que siguen a tu yo soy. Es simple, pero no fácil. Simple porque no hay complejidad técnica. No fácil porque requiere una vigilancia constante sobre algo que has estado haciendo automáticamente durante toda tu vida. Es como aprender a caminar de nuevo. Al principio requiere atención consciente para cada paso, pero eventualmente se convierte en segunda naturaleza. Eventualmente las afirmaciones conscientes y positivas sobre ti mismo se vuelven tan automáticas como solían ser las negativas. Y cuando eso sucede, cuando tu yo soy interno se alinea consistentemente con quien realmente eres y quién eliges ser, entonces experimentas lo que los antiguos llamaban magia, la realidad externa reorganizándose para reflejar perfectamente tu identidad interna. No es que el mundo cambie para complacerte, es que tú cambias para alinearte con un aspecto diferente del mundo que siempre estuvo ahí, esperando que fueras la versión de ti mismo capaz de percibirlo y experimentarlo. El primer portal se abre en el silencio antes del verbo. Antes de que cualquier yo soy llegue a tus labios, existe un espacio, un momento de quietud donde todas las posibilidades están suspendidas esperando ser elegidas. Este es el espacio sagrado donde nace la creación, donde la potencialidad se convierte en actualidad, donde el ser indeterminado elige una forma específica de expresión. Los grandes místicos han hablado de este espacio. Lo llaman el vacío fértil, el silencio elocuente, la oscuridad luminosa. Es el momento antes del Big Bang de tu autodefinición, cuando aún puedes elegir quién vas a ser en lugar de repetir automáticamente quién has creído ser. Imagínate parado frente a un lienzo en blanco, pincel en mano, con toda la paleta de colores disponible. Ese momento antes de tocar el lienzo con el pincel es análogo al momento antes de pronunciar yo soy. En ese instante todas las posibilidades están vivas. Todas las versiones de ti mismo son igualmente accesibles. La mayoría de las personas no habitan este espacio conscientemente. Pasan del pensamiento a la palabra sin pausa, del estímulo a la respuesta automática. Pero cuando aprendes a residir en ese silencio, aunque sea por un instante, recuperas tu poder de elección. Ya no eres víctima de patrones habituales. Te conviertes en el creador consciente de tu próxima expresión. En ese silencio vive tú. Yo soy verdadero. El que no está condicionado por el pasado ni limitado por las creencias adquiridas. Es el yo soy puro, sin adjetivos, sin limitaciones, sin historias. Es pura potencialidad esperando ser dirigida hacia una manifestación específica. El segundo portal es el reconocimiento de que te bautizas a ti mismo cada mañana con lo que dices sobre ti mismo. Cada despertar es una nueva ceremonia de nombramiento, una oportunidad fresca de elegir tu identidad para ese día. Pero la mayoría de las personas se bautizan inconscientemente con el agua sucia de afirmaciones heredadas. Yo soy cansado susurras al abrir los ojos. Yo soy estresado declaras al recordar las tareas del día. Yo soy ansioso afirmas al pensar en los desafíos que te esperan. Sin darte cuenta, acabas de establecer la cualidad vibratoria de tu día entero. Has elegido los lentes a través de los cuales vas a interpretar todo lo que suceda. Pero cuando tomas conciencia de este proceso, puedes convertirlo en un ritual sagrado. Puedes despertar y conscientemente elegir, yo soy energía pura. Yo soy paz. Yo soy amor en acción. No estás negando los desafíos del día. Estás eligiendo desde qué versión de ti mismo vas a enfrentarlos. Es como elegir tu ropa antes de salir de casa. Puedes salir con las prendas arrugadas que dejaste en el suelo la noche anterior o puedes elegir conscientemente qué quieres usar. Tu Yo soy matutino es la ropa energética que usarás durante todo el día. Algunos días elegirás ser yo soy paciencia porque sabes que enfrentarás situaciones que requieren esa cualidad. Otros días elegirás, "Yo soy coraje". Porque intuyes que necesitarás esa fuerza. Otros días simplemente elegirás yo soy gratitud porque quieres experimentar la vida desde esa frecuencia elevada. El tercer portal revela que la frecuencia de tu boca es el combustible del decreto. No es solo lo que dices, es la emoción con la que lo dices. Una afirmación pronunciada con duda tiene una vibración completamente diferente que la misma afirmación pronunciada con convicción. El universo responde no solo a las palabras, sino a la carga energética que llevan. Cuando dices, "Yo soy abundante", pero tu voz interior susurra dudas, estás enviando señales contradictorias. Es como pisar el acelerador y el freno al mismo tiempo. El vehículo de tu manifestación se confunde y no sabe en qué dirección moverse. Pero cuando alineas tu emoción con tu afirmación, cuando sientes en cada célula de tu ser la verdad de lo que estás declarando, entonces se crea lo que los antiguos llamaban la palabra de poder. Una palabra que no solo se pronuncia, sino que se encarna. Una palabra que lleva la fuerza de todo tu ser detrás de ella. Esta es la diferencia entre una afirmación mecánica y un decreto sagrado. La afirmación mecánica es repetición sin alma. El decreto sagrado es la fusión entre intención, emoción y palabra, creando una flecha vibratoria que vuela directamente hacia el blanco de la manifestación. Por eso los mantras antiguos se cantaban con emoción específica. Por eso los hechizos se pronunciaban con fe absoluta. Por eso las oraciones más poderosas son las que nacen del corazón y no solo de la mente. La emoción es el combustible que transporta la palabra desde el reino de las ideas hasta el reino de las formas. El cuarto portal expone las palabras robadas, esas frases que heredaste de la dosis y que repites como feitizzos, sin darte cuenta de que fueron lanzados por otros en momentos de dolor, miedo o limitación. Son como virus verbales que se transmiten de generación en generación, creando patrones familiares de limitación que parecen destino, pero son solo programación. En nuestra familia siempre hemos sido pobres. se convierte en yo soy pobre. Los hombres de esta familia no sabemos expresar amor, se transforma en yo soy incapaz de amar. Las mujeres de nuestra línea siempre sufrimos por amor, se convierten en yo soy víctima del amor. Estas no son verdades sobre ti, son memorias de otros que adoptaste como propias. Son programas que se instalaron en tu sistema operativo cuando eras demasiado joven para tener un antivirus de discernimiento, pero ahora como adulto consciente puedes ejecutar una limpieza del sistema. Cada vez que detectas una de estas palabras robadas, puedes preguntarte, ¿es esto realmente mío o lo heredé? Esta afirmación viene de mi verdad interior o de la historia de otros. Este, yo soy refleja quién soy realmente o quién me dijeron que era. El proceso de liberación no es complicado, pero requiere honestidad brutal. Requiere estar dispuesto a soltar identidades que han sido cómodas, aunque limitantes. Requiere la valentía de ser quien realmente eres, en lugar de quien te programaron para ser. El quinto portal revela que cada yo soy abre o cierra mundos. Imagina que existen infinitas realidades paralelas, cada una correspondiendo a una versión diferente de ti mismo. En una realidad eres próspero, en otra eres pobre, en una eres amado, en otra eres solitario. En una eres saludable, en otra eres enfermo. Tú yo soy funciona como la llave que abre la puerta a una realidad específica. Cuando dices, "Yo soy próspero", estás abriendo la puerta a la realidad donde esa versión próspera de ti mismo existe. Cuando dices, "Yo soy pobre", cierras esa puerta y abres la puerta a la realidad de escasez. No estás creando estas realidades con tus palabras, ya existen. Lo que estás haciendo es eligiendo a cuál tienes acceso. Es como cambiar de canal en la televisión. No estás creando los programas, estás eligiendo cuál ver. Esta comprensión quita la presión de hacer que funcione y la reemplaza con la simplicidad de elegir lo que ya existe. No tienes que convencer al universo de que mereces prosperidad. Solo tienes que sintonizar con la frecuencia donde la prosperidad ya es tu realidad. Pero aquí está el detalle que pocos entienden. No puedes sintonizar una frecuencia que no crees que existe. Si en el fondo de tu seres que mereces amor, no puedes sintonizar la realidad donde eres amado. Si no crees que es posible ser próspero, no puedes acceder a esa frecuencia. Por eso, el trabajo interno es tan importante. No basta con cambiar las palabras. Hay que cambiar las creencias que están debajo de las palabras. Hay que limpiar el receptor para que pueda captar frecuencias más elevadas. El sexto portal desvela que el universo es un eco perfecto de tu identidad afirmada. Todo lo que experimentas es una respuesta directa a quien has declarado ser. El mundo no es un lugar que te sucede, es un lugar que respondes a ti. No eres víctima de las circunstancias. Eres el creador de las circunstancias a través de tu autodefinición constante. Esto no significa que seas responsable de todo lo que te sucede en el sentido moralista o culposo. Significa que eres responsable en el sentido literal. Tu ser responde a tus afirmaciones identitarias y el mundo responde a tu ser. Es como estar parado en un valle rodeado de montañas y gritar. El eco que regresa no es diferente de lo que gritaste. Si gritas yo soy limitado, el eco que regresa son experiencias de limitación. Si gritas yo soy libre, el eco que regresa son experiencias de libertad. La mayoría de las personas no reconocen este eco porque hay una demora entre la afirmación y la manifestación. Pero si pudieras ver la conexión causal directa entre tus yo soy y tus experiencias, verías que el universo es increíblemente preciso en su respuesta. No hay accidentes, no hay coincidencias, solo hay respuestas perfectas a afirmaciones conscientes o inconscientes. Cuando entiendes esto, dejas de sentirte víctima del mundo y te reconoces como su cocreador. Ya no maldices las circunstancias, bendices tu poder de cambiarlas. cambiando quien declare ser. El séptimo portal es el más misterioso, el nombre secreto. Los antiguos creían que cada alma tiene un nombre verdadero, una palabra sagrada que encierra su propósito divino. Este nombre no te lo dieron al nacer. Es el nombre que tu alma eligió antes de encarnar, el yo soy que refleja tu misión cósmica. Algunos lo descubren en meditaciones profundas, otros lo reciben en sueños, algunos lo encuentran en momentos de éxtasis espiritual, pero todos lo llevan grabado en lo más profundo de su ser, esperando ser recordado. Este nombre secreto no es para uso casual, es para momentos de extrema necesidad cuando necesitas conectar con tu poder más profundo. El yo soy que trasciende todas las personalidades temporales y se conecta directamente con tu esencia eterna. Puede ser simple, yo soy luz, yo soy amor, yo soy paz. O puede ser más específico, yo soy el que enseña, yo soy el que sana, yo soy el que crea. No importa las palabras exactas, importa el reconocimiento de tu naturaleza divina única. Cuando pronuncias tu nombre secreto, no estás asumiendo una identidad, estás recordando quién has sido siempre. Es el momento en que el actor se quita todas las máscaras y se encuentra cara a cara con su ser auténtico en la vida cotidiana, donde el dinero fluye como energía buscando alineación vibratoria. Tus afirmaciones sobre la abundancia se convierten en imanes que atraen o repelen la prosperidad. Yo soy pésimo con el dinero. No es una observación inocente. Es una programación que instruye a tu subconsciente para sabotear cada oportunidad de crecimiento financiero. Cada vez que repites esta afirmación, estás entrenando a tu cerebro para notar todas las evidencias que la confirmen e ignorar todas las que la contradigan. Es como usar lentes con filtros que solo te permiten ver la escasez. literalmente no puedes percibir las oportunidades de abundancia porque tu identidad afirmada las hace invisibles para ti. Observa como las personas que constantemente dicen, "Yo soy azarado en el amor", parecen atraer exactamente el tipo de relaciones que confirman esa creencia. No es mala suerte, es programación. Su radar emocional está calibrado para detectar personas que los tratarán mal e ignorar a aquellas que podrían amarlos genuinamente. El subconsciente es como un empleado superficiente que siempre quiere complacer a su jefe. Si tú como jefe constantemente dices, "Yo soy un desastre", tu subconsciente trabajará incansablemente para proporcionarte experiencias de desastre. No porque sea malévolo, sino porque está programado para darte exactamente lo que afirmas que eres. Pero la magia sucede cuando empiezas a reprogramar estas afirmaciones conscientemente. Cuando reemplazas yo soy pésimo con el dinero por yo soy un imán para la abundancia, inicialmente tu mente consciente puede resistir, puede decir eso no es verdad. Mira tu cuenta bancaria, aquí está la clave. No estás mintiendo sobre tu situación actual. Estás declarando tu identidad futura. Estás plantando una semilla en el jardín de tu subconsciente. Al principio, esa semilla está bajo tierra invisible, pero con repetición constante y emoción genuina comienza a germinar. Los primeros brotes son sutiles. Tal vez encuentras dinero en la calle. Quizás recibes un descuento inesperado. Tal vez alguien te invita a cenar. Son pequeñas confirmaciones de que tu nuevo yo soy está comenzando a reorganizar tu realidad. Pero no te detengas en las confirmaciones pequeñas. Mantén la programación. Continúa afirmando, "Yo soy abundante." Incluso cuando, especialmente cuando, las evidencias externas aún no reflejen completamente esa verdad. Estás construyendo un puente entre quien eras y quien estás eligiendo ser. La clave práctica está en la vigilancia constante de tu diálogo interno. Durante 7 días, conviértete en el observador de tus propias palabras. Cada vez que te descubras diciendo algo precedido por yo soy, detente. Pregúntate, ¿es esto lo que quiero crear más de en mi vida? Si la respuesta es no, inmediatamente reformula la afirmación. No te juzgues por haber tenido el pensamiento negativo. Simplemente corrígelo como corregirías el curso de un barco que se desvía de su destino. Esta no es represión o negación de la realidad, es dirección consciente de tu poder creativo. Reconoces dónde estás, pero eliges declarar hacia dónde vas. Es la diferencia entre ser víctima de tus patrones mentales y ser el director de tu experiencia de vida. Una técnica poderosa es el ritual nocturno de recapitulación y reprogramación. Antes de dormirte, repasa mentalmente todas las veces que usaste Yo soy durante el día, no para juzgarte, sino para tomar conciencia. Luego, conscientemente programa tu identidad para el día siguiente. Mañana despierto, siendo yo soy energía vital. Mañana me levanto, siendo yo soy amor en acción. Mañana abro los ojos siendo yo soy abundancia fluyendo. Estás preparando el terreno vibratorio para que tu próximo día nazca de una identidad elegida conscientemente. El sueño es un estado especialmente poderoso para esta programación porque la mente crítica está menos activa. Las afirmaciones que haces justo antes de dormir y justo al despertar tienen acceso directo a tu subconsciente, como semillas plantadas en tierra fértil. Algunos notarán cambios inmediatos, otros requerirán más paciencia. Depende de cuán arraigados estén los patrones anteriores y cuán consistente seas con la nueva programación. Pero todos, absolutamente todos, verán distorsiones en la matrix de su realidad. Cuando mantengan esta práctica con sinceridad, las distorses empiezan pequeñas, conversaciones que fluyen mejor, oportunidades que aparecen de la nada, personas que responden a ti de manera diferente, situaciones que se resuelven más fácilmente. Son señales de que el universo está recalibrando su respuesta a tu nueva frecuencia identitaria, pero aquí está el error que muchos cometen. Se enfocan en buscar las confirmaciones externas y abandonan la práctica interna. Es como plantar una semilla y desenterrarla cada día para ver si está creciendo. La magia sucede en la consistencia, no en la confirmación inmediata. Mantén tus afirmaciones incluso cuando, especialmente cuando las evidencias externas aún no las reflejen. Ese es el periodo de gestación, cuando la nueva realidad se está formando en el útero de la posibilidad antes de nacer en el mundo de las formas. Era una vez un hombre que caminaba por el desierto de su propia desesperanza. durante años había repetido la misma historia sobre sí mismo. Yo soy un fracaso. Yo soy incapaz. Yo soy destinado a la mediocridad. Su vida entera se había convertido en una confirmación perfecta de esas afirmaciones. Un día, exhausto por el peso de su propia narrativa, se detuvo frente a lo que parecía ser un espejo abandonado en medio de las dunas. Pero este no era un espejo ordinario, era un espejo que reflejaba no tu apariencia física, sino la imagen de quien declarecer. Al principio vio exactamente lo que esperaba, un hombre derrotado, pequeño, insignificante, porque eso era lo que había estado afirmando durante décadas. Pero algo en la magia del momento lo impulsó a experimentar. con voz temblorosa susurró, "Yo soy valiente." Por un instante, la imagen en el espejo pareció titubear, como si la realidad misma estuviera confundida por esta nueva información. Luego, gradualmente, la imagen comenzó a cambiar. Los hombros del reflejo se enderezaron. Los ojos brillaron con una luz que había estado dormida durante años. La postura se volvió noble. Fascinado, continuó. Yo soy sabio. Nuevamente el espejo respondió, mostrando una versión de sí mismo que nunca había visto, pero que siempre había existido. Yo soy próspero. El reflejo ahora vestía ropas de abundancia y portaba un aire de confianza tranquila. Cada nueva afirmación traía una nueva imagen, pero lo más asombroso no era lo que veía en el espejo, era lo que comenzó a sentir en su interior. Cada yo soy consciente y elevado no solo cambiaba la imagen externa, despertaba aspectos de su ser que habían estado dormidos esperando ser reconocidos y declarados. Cuando finalmente se alejó del espejo, llevaba consigo más que nuevas palabras. Llevaba la comprensión de que el espejo había estado allí siempre, reflejando fielmente lo que él declaraba ser. La diferencia era que ahora se había convertido en el artista consciente de su propia imagen. En lugar de ser víctima de pinturas heredadas. El espejo del universo sigue funcionando de la misma manera. Cada momento te devuelve el reflejo perfecto de tu yo soy más frecuente. La pregunta es, ¿qué imagen estás eligiendo crear? La historia del hombre y el espejo no es solo una metáfora, es una descripción precisa de cómo funciona la realidad. Tu vida entera es el espejo que refleja tu autodefinición constante. No hay jueces externos decidiendo tu destino. Solo hay un espejo cósmico devolviendo perfectamente lo que declares ser. Pero hay un elemento más profundo en esta historia. El hombre no tuvo que convencer al espejo de que mostrara una imagen diferente. No tuvo que negociar, rogar o demostrar que merecía verse mejor. Simplemente tuvo que cambiar lo que afirmaba sobre sí mismo. Y el espejo respondió instantáneamente, "Esto revela algo crucial. El universo no cuestiona tus afirmaciones sobre ti mismo. No evalúa si eres digno de lo que declares. No consulta tu historial para ver si mereces experimentar una nueva versión de ti mismo. Simplemente responde a tu declaración presente. Esta es la liberación y la responsabilidad más grande que puedas imaginar. Liberación porque significa que no estás atrapado por tu pasado. Responsabilidad porque significa que tu presente y tu futuro dependen completamente de lo que elijas declarar sobre ti mismo ahora. Y aquí es donde todo cambia. Tú no describes tu vida, la decretas. Cada yo soy que pronuncias no es una observación neutral de lo que es. Es un mandato divino sobre lo que será. No estás reportando sobre tu realidad. Estás escribiendo los planos de tu próxima experiencia. Esta comprensión transforma completamente tu relación con las palabras. Ya no puedes pronunciar un yo soy casualmente sin conciencia, como si fuera solo aire escapando de tus pulmones. Ahora sabes que cada yo soy es un acto de creación, un momento en que ejerces tu naturaleza divina de cocreador de la realidad. Imagina que fueras un arquitecto divino y que cada yo soy fuera una línea que dibujas en los planos universales de tu existencia. Yo soy limitado, dibuja muros y techos bajos. Yo soy abundante, dibuja espacios amplios y recursos infinitos. Yo soy amor, dibuja jardines de relaciones florescientes. Yo soy paz, dibuja lagos de tranquilidad interior. El universo, como el constructor más eficiente que puedas imaginar, toma esos planos y los materializa con precisión perfecta. No añade nada que no hayas dibujado, no omite nada que hayas incluido. Construye exactamente lo que has diseñado con tus afirmaciones identitarias. Por eso las personas que constantemente dicen, "Yo soy complicado," viven vidas llenas de dramas innecesarios. No es que atraigan problemas desde afuera, es que han dibujado planos complicados y el universo está construyendo fielmente según esas especificaciones. Por eso, quienes afirman yo soy bendecido parecen vivir bajo una lluvia constante de sincronías favorables. No es favoritismo divino, es construcción precisa según los planos que han estado dibujando con sus palabras. La revelación más profunda es que has estado ejerciendo este poder durante toda tu vida, pero lo has estado ejerciendo inconscientemente. Has sido un arquitecto divino dibujando planos al azar, sin darte cuenta de que cada línea se materializaría en tu experiencia. Ahora, en este momento de despertar, puedes tomar el lápiz conscientemente. Puedes convertirte en el arquitecto deliberado de tu existencia. Puedes dibujar planos que reflejen no las limitaciones que has creído sobre ti mismo, sino las posibilidades infinitas que siempre han estado disponibles. Es el martillo de la identidad golpeando sobre la vigorna del presente. Cada golpe, cada yo soy le da forma a la materia prima de tu experiencia. Un golpe débil y distraído crea formas borrosas e indefinidas. Un golpe fuerte y dirigido crea formas claras y hermosas. La maestría no está en golpear más fuerte, sino en golpear con más conciencia, con más intención, con más amor hacia la obra que estás creando. Tu vida es tu obra maestra y cada yo soy es una pincelada en el lienzo infinito de las posibilidades. Los antiguos herreros sabían que la calidad del metal dependía no solo del calor del fuego, sino de la claridad de la intención del artesano. De la misma manera, la calidad de tu realidad depende no solo de la repetición de afirmaciones, sino de la claridad de tu intención al pronunciarlas. Cuando dices, "Yo soy próspero, mientras tu corazón susurra dudas, estás golpeando el yunque con un martillo partido. La forma que se crea es inconsistente, débil, pero cuando tu palabra, tu emoción y tu convicción se alinean, cuando todo tu será está enfocado en esa declaración, entonces creas oro puro en el laboratorio de tu experiencia. Ahora puedes parar. Puedes parar de repetir el error silencioso que ha estado saboteando tu vida desde que aprendiste a hablar. Puedes parar de usar tu poder creativo más grande, tu capacidad de autodefinirte de manera inconsciente y destructiva. El momento de pararse no es dramático. No requiere fanfarrias ni ceremonias elaboradas. requiere simplemente la decisión tranquila y firme de no volver a usar tu yo soy para limitarte. Es como decidir dejar de lastimarte con un cuchillo que has estado usando sin darte cuenta de que te estaba cortando. Pero parar es solo el primer paso. El segundo es elegir conscientemente. Es reemplazar cada yo soy limitante con uno que refleje quién realmente eres y quién eliges ser. No estás negando los desafíos de tu situación actual. Estás declarando tu identidad más allá de esas circunstancias temporales. Si no vigilias lo que dices, vivirás vidas que no son tuyas. Vivirás la vida que tus programaciones heredadas han diseñado, no la vida que tu alma vino a experimentar. Serás como un actor que interpreta el mismo papel trágico toda su carrera sin darse cuenta de que puede cambiar de papel en cualquier momento. Vigilar no significa censurar, significa elegir. Es la diferencia entre ser víctima de tus palabras y ser su director consciente. Pasar de ser un radio que reproduce la música que le llega por accidente a ser un DJ que selecciona conscientemente cada canción que va a sonar. Esta vigilancia requiere práctica, paciencia y sobre todo compasión contigo mismo. Habrá momentos en que te descubras pronunciando los viejos yo soy limitantes. No te castigues, simplemente corrige el curso. Es como aprender a conducir. Al principio requiere atención constante, pero eventualmente se vuelve natural. La recompensa de esta vigilancia es la libertad más grande que un ser humano puede experimentar. La libertad de ser quien eliges ser en lugar de quien te programaron para ser es descubrir que no eres prisionero de tu pasado, de tu familia, de tus circunstancias. Eres el creador consciente de tu identidad y, por lo tanto, de tu realidad. Escucha lo que dices y sabrás en qué prisión estás. Cada yo soy negativo es un barrote que agregas a tu celda. Cada yo soy limitante es una pared que construyes alrededor de tus posibilidades, pero también cada yo soy elevado es una llave que puede abrir cualquier cerradura. La prisión más segura es la que el prisionero construye sin darse cuenta de que es el arquitecto de su propio encierro. La mayoría de las personas viven en cárceles verbales que han estado construyendo palabra por palabra, año tras año, sin reconocer que ellos mismos forjaron las llaves de su libertad. Cuando escuchas realmente lo que dices sobre ti mismo, cuando prestas atención genuina a las palabras que siguen a tu yo soy, puedes mapear exactamente los límites de tu prisión. Yo soy pobre, construye muros financieros. Yo soy feo, crea celdas de baja autoestima. Yo soy víctima, forja cadenas de impotencia. Pero el mismo poder que construyó la prisión puede destruirla. La misma voz que decretó limitaciones puede decretar libertad. Es simplemente una cuestión de cambiar la dirección de tu poder creativo. Ya no eres el mismo porque ahora sabes cómo nombrarte a ti mismo. Este conocimiento te ha transformado irrevocablemente. No puedes volver a usar tu yo soy con la misma inocencia inconsciente. Ahora sabes que cada vez que lo usas estás ejerciendo el poder más sagrado que posees como ser humano. Eres diferente porque ahora entiendes que tu identidad no es algo que descubres, es algo que eliges, no es algo que te sucede, es algo que creas conscientemente. No eres víctima de quién eres, eres el artista de quien llegas a ser. Este momento de comprensión es un nacimiento. Es el momento en que naces como ser consciente de tu poder creativo. Es cuando dejas de ser efecto de fuerzas externas y te reconoces como la causa de tu experiencia interna que se refleja perfectamente en tu realidad externa. No puedes volver atrás. No puedes fingir que no sabes lo que ahora sabes. La inocencia se ha perdido, pero ha sido reemplazada por algo infinitamente más valioso, la responsabilidad consciente de tu propia existencia. Desde ahora, cada yo soy será una elección consciente. Cada autodefinición será un acto deliberado de creación. Cada palabra que siga a esas dos palabras sagradas será pronunciada con la reverencia de quien sabe que está hablando, con el poder que mueve las estrellas. La física cuántica, esa frontera donde la ciencia se encuentra con la mística, nos revela que el observador afecta lo observado. A nivel subatómico, las partículas existen en estados de potencialidad hasta que son observadas, momento en el cual colapsan en una realidad específica. Tú, yo soy. Funciona de manera similar. Colapsa la potencialidad infinita de quien podría ser en la realidad específica de quien eliges ser. Cada vez que declaras yo soy, estás actuando como el observador cuántico de tu propia existencia. Estás colapsando el campo infinito de posibilidades en una experiencia particular. No estás limitado por las leyes de la física clásica. Estás operando según las leyes de la conciencia, que son mucho más fluidas y maleables. Los neurocientíficos han descubierto la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de reorganizarse, de formar nuevas conexiones neurales, de literalmente cambiar su estructura física basándose en pensamientos y experiencias repetidas. Tú, yo soy repetido es una de las herramientas más poderosas para dirigir esta neuroplasticidad hacia patrones que te sirvan. Cuando cambias tu autodefinición, no solo estás cambiando palabras, estás literalmente recableando tu cerebro. Estás creando nuevos senderos neurales que soportan la nueva identidad que estás eligiendo. Es como construir nuevas carreteras en el paisaje de tu mente, pero hay algo aún más profundo que la neuroplasticidad. Los antiguos hablaban de la lingüística espiritual, la comprensión de que las palabras no solo describen la realidad, participan en su creación. Cada idioma es un filtro diferente a través del cual experimentamos la existencia y dentro de cada idioma, las palabras que elegimos usar filtran aún más nuestra experiencia. Tu yo soy no es solo una descripción en español, es una invocación en el lenguaje del alma. Cuando dices, "Yo soy luz", no estás haciendo una metáfora. Estás activando la frecuencia lumínica de tu ser. Cuando declaras yo soy amor, no estás siendo poético, estás sintonizando con la vibración del amor universal. Las palabras son seres vivos. En muchas tradiciones antiguas se creía que cada palabra tenía su propia entidad, su propio espíritu, su propia fuerza vital. Por eso los nombres tenían tanto poder, por eso ciertas palabras se consideraban sagradas. Por eso algunas combinaciones de sonidos podían alterar la conciencia y la realidad. Tú, yo soy. No solo invoca estados de ser, invoca arquetipos. Cuando dices, "Yo soy guerrero," no solo estás describiendo una actitud, estás invocando el arquetipo universal del guerrero que existe en el inconsciente colectivo de la humanidad. Estás conectándote con la fuerza, el coraje y la determinación de todos los guerreros que han existido. Cuando afirmas, "Yo soy sanador", estás accediendo al arquetipo del sanador con toda su sabiduría, compasión y poder de transformación. No importa si tienes entrenamiento médico formal, estás activando una frecuencia de sanación que puede manifestarse de mil maneras diferentes en tu vida. Los arquetipos no son conceptos abstractos, son fuerzas reales que influyen en el comportamiento, las decisiones y las experiencias. Son como plantillas cósmicas que pueden guiar tu expresión en el mundo. Tú, yo soy, es la llave que abre el acceso a estos arquetipos. Pero aquí está la distinción crucial. No estás pretendiendo ser algo que no eres. Estás recordando aspectos de tu ser que siempre han existido, pero que habían estado dormidos. Cada arquetipo que puedes invocar genuinamente es un aspecto real de tu naturaleza multidimensional. Dime cómo te nombras y te diré qué mundo habitas. Esta no es una declaración metafórica, es una ley universal. El mundo que experimentas como realidad objetiva es en realidad altamente subjetivo, filtrado completamente a través del lente de tu identidad autodefinida. Dos personas pueden vivir en la misma ciudad, trabajar en el mismo edificio, incluso vivir en el mismo apartamento, pero habitar mundos completamente diferentes basándose en cómo se nombran a sí mismas. Una que se define como yo soy bendecida vivirá en un mundo lleno de milagros y sincronías. Otra que se define como yo soy vivirá en un mundo lleno de obstáculos y desafíos. No es que el universo tenga favoritos, es que cada persona está sintonizada con una frecuencia diferente de posibilidades. Es como dos radios en la misma habitación. Uno sintonizado en una estación de música clásica y otro en una estación de noticias trágicas. La habitación contiene ambas frecuencias simultáneamente, pero cada radio recibe solo lo que está configurado para recibir. Tu Yo soy es tu configuración personal de realidad. Es el día que determines qué frecuencia de experiencias vas a recibir del infinito espectro de posibilidades que te rodea constantemente. No estás creando las posibilidades, estás eligiendo cuál es experimentar. Esta comprensión libera de la necesidad de cambiar el mundo exterior. No tienes que convencer a otros de que cambien su comportamiento hacia ti. Solo tienes que cambiar la frecuencia desde la cual interactúas con ellos. No tienes que alterar las circunstancias externas, solo tienes que alterar la identidad desde la cual experimentas esas circunstancias. Cuando realmente integras esta sabiduría, dejas de resistir lo que es y comienzas a elegir conscientemente quién eres en relación a lo que es. Dejas de ser víctima de las circunstancias y te conviertes en el creador de tu experiencia de esas circunstancias. El mundo que habitas cambia no porque el mundo objetivo cambie, sino porque tú cambias. Y cuando tú cambias, tu percepción cambia, tu interpretación cambia. Tu respuesta cambia y gradualmente la respuesta del mundo hacia ti también cambia, pero enfrentarás obstáculos. El primero y más insidioso es el hábito de autosabotaje verbal que has desarrollado durante años o décadas. Es como un músculo que ha sido entrenado para moverse en cierta dirección. Requiere tiempo y práctica. Consciente para reentrenarlo en una nueva dirección. El autosabotaje verbal a menudo se disfraza de realismo. Solo estoy siendo honesto sobre mi situación, dices cuando te descubres pronunciando afirmaciones limitantes. Pero hay una diferencia crucial entre honestidad sobre las circunstancias actuales y programación de las futuras. Puedes reconocer honestamente que tu cuenta bancaria está baja sin definirte como yo soy pobre. Puedes admitir que estás pasando por un periodo difícil en las relaciones sin declararte yo soy imposible de amar. Puedes aceptar que enfrentas desafíos sin definirte como yo soy víctima. La honestidad verdadera incluye reconocer que eres un ser en constante evolución, no una identidad fija. Incluye aceptar que quien eres ahora no es necesariamente quien vas a ser mañana. incluye la humildad de admitir que puedes estar equivocado sobre tus limitaciones. Otro obstáculo es la falsa humildad. Yo no valgo tanto, susurras, creyendo que estás siendo modesto. Yo no merezco eso, afirmas, confundiendo humildad con autodesprecio. Pero la verdadera humildad es reconocer tu naturaleza divina sin ego, no negarla por miedo o condicionamiento. decir, "Yo soy magnífico." No es arrogancia si lo dices desde el reconocimiento de que la magnificencia es tu naturaleza verdadera compartida con todos los seres. Esa arrogancia solo si lo dices desde la creencia de que eres superior a otros. La diferencia está en la motivación y la comprensión detrás de las palabras. La falsa humildad es en realidad una forma de orgullo invertido. Es la creencia de que eres especialmente malo, especialmente limitado, especialmente indigno. Sigue siendo poner el ego en el centro, solo que de manera negativa en lugar de positiva. La verdadera humildad es reconocer que no eres ni especialmente bueno ni especialmente malo. Es una expresión única del mismo poder divino que se expresa a través de todos los seres. Desde esta perspectiva, afirmar tu divinidad no es presumir, es reconocer la verdad. El obstáculo más sutil es la ironía y la autodepreciación como mecanismo de protección social. Yo soy un desastre", dices riéndote, "porque has aprendido que burlarte de ti mismo antes de que otros lo hagan te protege del juicio. Pero cada vez que lo haces, estás reforzando esa identidad en tu subconsciente. Tu subconsciente no entiende de ironía, no reconoce el sarcasmo, toma cada yo soy literalmente y trabaja para materializarlo en tu experiencia. Cuando dices, "Yo soy un desastre." Irónicamente, tu subconsciente escucha una orden directa y comienza a organizar experiencias de desastre. La técnica de virada es simple, pero requiere vigilancia constante. Reemplaza la ironía con intención. En lugar de burlarte de ti mismo preventivamente, aprende a afirmarte compasivamente. En lugar de yo soy un desastre, prueba yo soy aprendiendo o yo soy creciendo. Observa sin juzgamiento. Cuando te descubras usando yo soy de manera limitante, no te castigues. El juicio solo añade otra capa de programación negativa. Simplemente observa como un científico curioso estudiando un fenómeno interesante y luego corrige conscientemente. Es como entrenar a un cachorro. No castigas al cachorro por hacer algo incorrectamente. Lo rediriges pacientemente hacia el comportamiento deseado. Trata tu programación verbal con la misma paciencia y compasión. Lo difícil no es cambiar el mundo, es cambiar lo que dices sobre ti mismo. El mundo es infinitamente maleable. Lo que parece sólido y resistente al cambio es tu identidad habitual. Una vez que cambias consistentemente la manera en que te defines, el mundo no tiene otra opción que reorganizarse para reflejar esa nueva definición. Pero cambiar lo que dices sobre ti mismo requiere cuestionar voces que has considerado autoridades durante toda tu vida. Requiere rebelarte contra programaciones familiares, sociales, culturales que han definido los límites de lo que crees posible para ti. Requiere la valentía de ser diferente de quien siempre has creído ser. Requiere estar dispuesto a confundir a las personas que te conocían de cierta manera. requiere soltar la comodidad de la identidad conocida por la aventura de la identidad elegida. Pero una vez que tomas esa decisión, una vez que asumes la responsabilidad completa de cómo te defines, descubres que tienes acceso a un poder que siempre estuvo ahí, esperando que lo reclamaras. Hoy despiertas, hoy eliges, hoy decides conscientemente quién voy a ser hoy. No basándote en quien fuiste ayer, no limitándote por las expectativas de otros, no restringiéndote por las circunstancias actuales, basándote únicamente en quien eliges ser en este momento presente. Cada amanecer es una invitación a renacer. Cada mañana es una oportunidad de elegir una versión diferente de ti mismo. No tienes que mantener consistencia con tu identidad de ayer, si esa identidad ya no te sirve. Hoy me nombro distinto. Esta declaración es la línea divisoria entre el pasado y el futuro, entre quien eras y quien eliges ser, entre la víctima de las circunstancias y el creador de la experiencia. Hoy me nombro distinto no significa negar tu historia, significa liberarte de la tiranía de creer que tu historia define tu futuro. Significa reconocer que cada día es una página en blanco donde puedes escribir una nueva versión de tu historia. Puedes haber sido yo soy ansioso durante años, pero hoy puedes despertar y declarar, "Yo soy paz." Puedes haber sido yo soy limitado financieramente durante décadas, pero hoy puedes elegir yo soy abundancia fluyendo. Puedes haber sido yo soy invisible durante toda tu vida, pero hoy puedes afirmar, yo soy presencia magnética. El pasado no tiene poder sobre el presente, excepto el poder que tú le das a través de la repetición. Cuando dejas de repetir la historia antigua y comienzas a afirmar la nueva, el pasado se convierte simplemente en información, no en programación. La práctica de tres días es una manera de establecer un nuevo patrón sin la presión de comprometerte para toda la vida. Durante tres días consecutivos, elige un yo soy específico y mantenlo sin importar lo que suceda. Primer día. Yo soy luz. Repítelo al despertar. Durante el día, cuando te acuerdes y antes de dormir, no importa sientes la luz, estás plantando la semilla en tu conciencia. Segundo día, yo soy luz. Ahora tal vez comiences a notar pequeños cambios en tu energía, en cómo otros responden a ti, en las oportunidades que aparecen. Mantén la afirmación independientemente de las evidencias externas. Tercer día. Yo soy luz. En este punto, la nueva identidad comienza a sentirse menos extraña, más natural. Tu sistema nervioso está empezando a ajustarse a la nueva frecuencia. Después de 3 días, puedes elegir mantener la misma afirmación o elegir una nueva. La clave es la consistencia durante el periodo elegido, no la duración del periodo. Algunos ejemplos poderosos. Yo soy certeza. Yo soy amor en acción. Yo soy abundancia fluyendo. Yo soy sabiduría expresándose. Yo soy paz que se extiende. Yo soy creatividad infinita. Yo soy salud radiante. Yo soy propósito clarificándose. La expectativa mágica es que comiencen a aparecer señales. No porque hayas ganado el favor divino, sino porque has cambiado tu sintonización. Estás recibiendo frecuencias diferentes porque has ajustado tu receptor interno. Las señales pueden ser sutiles. Conversaciones que fluyen hacia temas que te interesan, oportunidades que aparecen casualmente, personas que te dicen exactamente lo que necesitas escuchar, situaciones que se resuelven con menos esfuerzo del esperado. No fuerces las señales ni las busques desesperadamente. Simplemente mantén tu nueva afirmación y permite que la magia se despliegue naturalmente. El universo es infinitamente creativo en cómo responde a tu nueva frecuencia identitaria, pero recuerda, tú no estás manipulando el universo para que te dé lo que quieres. Estás alineándote con aspectos del universo que siempre estuvieron disponibles, pero que no podías percibir desde tu identidad anterior. Es como cambiar el canal de televisión. No estás creando nuevos programas. Estás sintonizando programas que ya existían, pero que no podías ver desde el canal anterior. Tu nueva práctica de autodefinición es el acto más revolucionario que puedes realizar, porque revoluciona tu realidad desde adentro hacia afuera. No dependes de cambios externos para sentirte diferente. Cambias internamente y permites que lo externo se reorganice en respuesta. El mundo no es tu enemigo. Esta comprensión cambia todo. Durante años, tal vez décadas, has vivido sintiendo que el mundo está en tu contra, que las circunstancias conspiran para limitarte, que la vida es una lucha constante contra fuerzas hostiles. Pero el mundo no tiene agenda personal contigo, no tiene opiniones sobre quién deberías ser o qué deberías lograr. Es simplemente un espejo infinitamente receptivo, reflejando fielmente tu estado interno, sin juicio, sin resistencia, sin preferencias. El mundo solo está obedeciendo lo que dijiste que eras. Cada experiencia que tienes es una respuesta perfecta a tus afirmaciones identitarias conscientes e inconscientes. No hay malicia, no hay castigo, no hay favoritism, solo hay respuesta precisa. Cuando entiendes esto, dejas de luchar contra el mundo y comienzas a trabajar con él. Dejas de sentirte víctima de fuerzas externas y te reconoces como el colaborador consciente en la creación de tu experiencia. El mundo quiere servirte, pero solo puede servirte según las instrucciones que le das a través de tu yo soy. Si constantemente le dices yo soy limitado él obedientemente te sirve experiencias de limitación. Si le dices, "Yo soy bendecido." Él gozosamente te sirve experiencias de bendición. Es como tener el mayordomo más eficiente del universo. Uno que nunca cuestiona tus órdenes, nunca las modifica según su criterio, nunca decide que sabe mejor que tú lo que necesitas. Simplemente ejecuta perfectamente todo lo que le ordenas a través de tus afirmaciones identitarias. La tragedia es que la mayoría de las personas están dando órdenes contradictorias, inconsistentes o directamente destructivas, sin darse cuenta de que el mayordomo las está ejecutando fielmente. Se quejan de las experiencias que reciben sin reconocer que son exactamente lo que pidieron con sus palabras. Pero cuando tomas conciencia de este proceso, cuando entiendes que tienes el mayordomo más poderoso del cosmos a tu servicio, puedes comenzar a dar órdenes conscientes, claras, consistentes, que resulten en experiencias que realmente quieres vivir. Cada mañana es un bautismo. Esta comprensión transforma la manera en que experimentas el despertar. No es simplemente el final del sueño y el comienzo de otro. Día rutinario es una ceremonia sagrada de Renacimiento, una oportunidad de elegir conscientemente quién vas a ser durante las próximas horas. En las tradiciones espirituales, el bautismo representa muerte y resurrección, el lavado de la identidad antigua y el nacimiento de una nueva. Cada amanecer te ofrece este mismo regalo, la oportunidad de morir a quien fuiste ayer y renacer como quien eliges ser hoy. El agua del bautismo matutino es física, es la frescura de la posibilidad pura que existe en cada momento presente. Cuando abres los ojos cada mañana por un instante antes de que la mente se active completamente, existes en un estado de potencialidad infinita. En ese momento sagrado, puedes elegir qué nombre te darás hoy, con qué identidad vas a caminar por el mundo, desde qué versión de ti mismo vas a interactuar con las experiencias que se presenten. ¿Qué nombre elegirás hoy? Esta pregunta no es retórica, es la pregunta más importante que puedes hacerte cada mañana. Es el momento en que ejerces tu soberanía divina, tu poder de autodeterminación, tu libertad fundamental de ser quien eliges ser. Puedes elegir un nombre que refleje cómo te sientes. Hoy soy gratitud. Hoy soy energía. Hoy soy curiosidad. Puedes elegir un nombre que represente lo que quieres cultivar. Hoy soy paciencia, hoy soy coraje, hoy soy compasión. Puedes elegir un nombre que encarne una cualidad que tu día requerirá. Hoy soy claridad si enfrentas decisiones importantes. Hoy soy fuerza si anticipas desafíos. Hoy soy sabiduría. Si necesitas encontrar soluciones, la clave es elegir conscientemente en Nisson, lugar de despertar y automáticamente continuar la programación de ayer. Es interrumpir el piloto automático de la identidad habitual y asumir el control consciente de tu autodefinición diaria. Algunos días elegirás nombres simples. Hoy soy amor, hoy soy paz. Hoy soy alegría. Otros días elegirás nombres más específicos. Hoy soy el puente entre las personas. Hoy soy la solución que buscan. Hoy soy la inspiración que necesita alguien. No hay nombres correctos o incorrectos. Solo hay nombres conscientes o inconscientes. Un nombre elegido conscientemente, incluso si es simple, tiene infinitamente más poder que la autodefinición más elaborada hecha en piloto automático. El acto de elegir tu nombre diario es un ejercicio de soberanía personal. Es la declaración de que no eres víctima de los estados de ánimo, las circunstancias o las expectativas ajenas. Eres el creador consciente de tu identidad y por lo tanto de tu experiencia. Con el tiempo, este ritual matutino se convierte en la práctica espiritual más poderosa que puedas desarrollar, porque afecta cada momento subsecuente del día. Es como sintonizar una radio en una frecuencia específica. Todo lo que recibas durante el día estará coloreado por esa frecuencia. Tú no tienes un destino, tienes una voz. Esta realización libera de la creencia en un futuro predeterminado e inmutable. No hay ningún destino escriblo en las estrellas que estés condenado a vivir. No hay ningún script cósmico que debas seguir sin poder alterarlo. Lo que sí tienes es una voz, la voz más poderosa del universo para crear tu experiencia personal. La voz que cada día elige quién eres y por lo tanto qué experimentas. La voz que puede cambiar tu trayectoria en cualquier momento, simplemente cambiando lo que afirma sobre ti. Tu destino no está en las líneas de tu mano, en la posición de los planetas cuando naciste o en las circunstancias de tu familia de origen. Tu destino está en las palabras que pronuncias después de yo soy. Estas palabras son los arquitectos de tu futuro, los escultores de tu experiencia, los pintores de tu realidad. Cada yo soy que pronuncias es un voto que emites sobre qué tipo de experiencias quieres tener. No hay poder externo contando estos votos y decidiendo tu destino. Tú mismo eres el sistema electoral y tus afirmaciones identitarias son tanto los votos como el resultado. Y durante años has estado votando con yo soy limitado, yo soy víctima, yo soy carente, entonces has estado eligiendo conscientemente un destino de limitación. Pero ahora que conoces el poder de tu voz, puedes comenzar a votar diferente. Cada día tienes múltiples oportunidades de emisir nuevos votos. Yo soy abundante. Yo soy creativo. Yo soy amado. Yo soy próspero. Yo soy en paz. Cada uno de estos votos mueve la aguja de tu destino hacia una nueva dirección. No necesitas votar con una mayoría abrumadora desde el primer día. Incluso un cambio sutil en el patrón de votación comienzan a alterar el resultado. Si has estado votando 90% limitación y 10% expansión. Cambiar eso a 70% limitación y 30% de expansión ya iniciará una transformación notable. Gradualmente puedes continuar cambiando el patrón hasta que estés votando consistentemente por la versión de ti mismo que realmente quieres ser. Y cuando eso sucede, tu destino se alínea perfectamente con tu elección consciente. La libertad más radical es reconocer que no estás atrapado en ninguna historia sobre ti mismo. Las historias son útiles para entender el pasado, pero se vuelven prisiones cuando las usas para limitar el futuro. Tu voz puede cambiar la historia en cualquier momento. Si tu historia ha sido siempre he sido tímido, tu voz puede declarar, yo soy confianza expresándose. Si tu historia ha sido, vengo de una familia pobre, tu voz puede afirmar, yo soy abundancia manifestándose. Si tu historia ha sido, "Nunca he sido bueno en relaciones", tu voz puede proclamar, "Yo soy amor magnético." No estás traicionando tu historia, estás evolucionando más allá de ella. No estás negando tu pasado, estás eligiendo no estar limitado por él. Tu historia se convierte simplemente en el prólogo de una obra mucho más grande que estás escribiendo conscientemente. Tu voz es el instrumento a través del cual tu alma se expresa en este mundo. Es la herramienta que traduce las posibilidades infinitas del espíritu en experiencias específicas de la personalidad humana. Es el puente entre quien eres en esencia y quien elige ser en la experiencia. Cuando honras el poder de tu voz, cuando usas tu yo soy como la herramienta sagrada que es, te alineas con el mismo poder creativo que habló la existencia de la nada. No estás imitando a Dios. Estás expresando la naturaleza divina que ya eres. Eres el creador que olvidó el sonido de su propio nombre verdadero. Durante años, tal vez décadas, has estado susurrando nombres que no son tuyos, identidades prestadas, definiciones heredadas que nunca reflejaron quién eras realmente en el nivel más profundo de tu ser. Imagina que fueras un rey o una reina que perdió la memoria y ha estado viviendo como mendigo, repitiendo constantemente, "Yo soy pobre, yo soy indigno, yo soy limitado." Las palabras se volvieron una profecía autocumplida, creando experiencias que confirmaban la identidad olvidada. Pero en algún lugar guardado en la biblioteca más secreta de tu alma está tu nombre verdadero, el nombre que elegiste antes de nacer cuando eras pura conciencia, diseñando la aventura de tu encarnación humana. El nombre que refleja tu propósito cósmico, tu regalo único al mundo, tu nota específica en la sinfonía universal. Algunos lo redescubren gradualmente a medida que van limpiando las capas de identidades falsas. Cada yo soy limitante que sueltan los acerca más a recordar quiénes son realmente. Es como limpiar años de polvo de un espejo hasta que finalmente puedes ver tu reflejo verdadero. Otros lo recuerdan en momentos de gracia, de éxtasis, de conexión profunda con la vida. De repente, todas las identidades superficiales se desvanecen y queda solo la verdad desnuda de su ser esencial. En esos momentos, el nombre verdadero se revela como un regalo del cielo, pero no necesitas esperar un momento de iluminación dramática. Puedes comenzar a llamarte por tu nombre verdadero ahora mismo, incluso si solo tienes una intuición de lo que podría ser. Cada vez que uses tú soy para afirmar tu divinidad en lugar de tu limitación, te acercas más a recordar completamente. El nombre verdadero no es necesariamente complejo o esotérico. Podría ser tan simple como yo soy amor o yo soy paz o yo soy alegría. Lo que lo hace verdadero no es la complejidad de las palabras, sino la resonancia que crea en lo más profundo de tu ser cuando lo pronuncias. Cuando dices tu nombre verdadero, algo en ti se calma, se centra, se reconoce. Es como finalmente llegar a casa después de un largo viaje. Hay una sensación de, "Sí, esto es quien soy realmente." No hay esfuerzo en mantener esa identidad. Se siente natural. orgánica, auténtica. Tu nombre verdadero es también tu medicina. Es la frecuencia vibratoria que sana todas las heridas creadas por años de definirte de maneras que no reflejaban tu esencia. Es la clave que desbloquea todos los potenciales que han estado dormidos esperando ser activados. Cuando vives desde tu nombre verdadero, cuando todas tus acciones emergena, te conviertes en una bendición ambulante para el mundo. No porque estés tratando de ser santo, sino porque estás siendo genuinamente quien eres. Y quien eres genuinamente es una expresión del amor divino. El proceso de recordar no es complicado, pero requiere quietud. En el ruido constante de definiciones externas, lo que otros dicen que eres, lo que la sociedad espera que seas, lo que tu historia pasada sugiere que debería ser, es difícil escuchar la voz suave de tu identidad auténtica. Pero cuando creas espacios de silencio, cuando permites que todas las voces externas se aquieten, cuando te sientas en la presencia pura de tu ser, sin ninguna definición, algo comienza a emerger primero como un susurro, luego más claramente, hasta que finalmente reconoces el sonido de tu propio nombre verdadero y una vez que lo reconoces, nunca más podrás pretender ser menos de lo que realmente eres. El juego de la identidad limitada se termina para siempre. No porque no puedas elegir jugar roles temporales, sino porque sabes que eso es todo lo que son. roles temporales interpretados por alguien mucho más grande. Tu vida entera es la respuesta a tu yo soy más frecuente. Cuando miras tu vida actual, tus relaciones, tu trabajo, tu salud, tu situación financiera, tus experiencias cotidianas, estás viendo el resultado acumulado de todas las veces que has definido quién eres. Es como si tu vida fuera una ecuación matemática compleja y cada yo soy que has pronunciado fuera una variable en esa ecuación. Las variables que has usado más frecuentemente tienen mayor peso en el resultado final. Si has usado yo soy limitado 1 veces y yo soy poderoso 10 veces, la respuesta de tu vida reflejará principalmente la limitación. Pero esto no es motivo de lamentación, es motivo de esperanza, porque significa que puedes cambiar la ecuación de tu vida cambiando las variables que usas más frecuentemente. Puedes alterar el resultado alterando los datos de entrada. No necesitas eliminar completamente todas las afirmaciones negativas de tu pasado. Solo necesitas inclinar la balanza hacia afirmaciones que sirvan tu crecimiento. Es como cambiar la dieta. No necesitas eliminar instantáneamente todo lo que no es saludable. Solo necesitas aumentar gradualmente lo que es nutritivo. Cada día que usas conscientemente afirmaciones elevadas después de tu yo soy, estás agregando nuevas variables positivas a la ecuación de tu vida. Inicialmente, estas nuevas variables podrían ser superadas por el peso de las antiguas, pero gradualmente, con consistencia comenzarán a influir más en el resultado. Puedes acelerar este proceso aumentando tanto la frecuencia como la intensidad emocional de tus nuevas afirmaciones. En lugar de decir, "Yo soy próspero" una vez al día sin mucha convicción, puedes decirlo varias veces al día con sentimiento genuino. visualización clara y fe absoluta. La clave está en entender que no estás mintiendo cuando afirmas algo que aún no ves manifestado externamente. Estás declarando una verdad en un nivel más profundo que el de las apariencias temporales. Estás afirmando tu potencial, tu naturaleza esencial, tu destino elegido. Es como una semilla que afirma, "Yo soy árbol". Antes de que aparezca cualquier evidencia externa de árbol. La semilla no está mintiendo, está declarando su naturaleza verdadera que se manifestará bajo las condiciones apropiadas. Tú, yo soy, funciona de la misma manera. Cuando plantas semillas de afirmaciones elevadas en el jardín de tu conciencia, inicialmente son invisibles, pero están trabajando bajo la superficie, echando raíces, absorbiendo nutrientes, preparándose para emerger. El tiempo entre la plantación y la manifestación visible es el periodo de gestación, no de fracaso. Durante este periodo de gestación es crucial mantener la fe en el proceso. Las semillas no crecen más rápido porque las observes constantemente o porque te preocupes por su progreso. crecen porque mantienes las condiciones apropiadas, el suelo nutritivo de tu atención consciente, el agua de tu emoción genuina y la luz del sol de tu creencia en la posibilidad. Tu vida actual es perfecta en su función como espejo. Te muestra exactamente lo que has estado pensando y diciendo sobre ti mismo, sin distorsión, sin exageración, sin editorialización. Es un feedback perfecto del sistema universal respondiendo a tus declaraciones identitarias, pero recuerda que el espejo responde a tu frecuencia presente, no a tu situación pasada. En el momento en que genuinamente cambias tú, yo soy más frecuente, el espejo comienza a reorganizarse para reflejar la nueva frecuencia, aunque pueda tomar tiempo para que el cambio se manifieste completamente en el plano físico. No heredes palabras de dolor. Esta es quizás la enseñanza más importante que puedes integrar. No tienes que continuar reproduciendo los patrones de limitación que aprendiste de generaciones anteriores. No eres responsable de las heridas que otros llevaban cuando te enseñaron a hablar sobre ti mismo, pero sí eres responsable de sanar esas heridas en tu propia línea de expresión. Cada familia, cada linaje, cada tradición cultural lleva ciertas palabras de dolor, afirmaciones sobre escasez, indignidad, limitación, miedo que se transmiten inconscientemente de generación en generación como virus verbales. En nuestra familia los hombres nunca expresan emociones. Las mujeres de nuestra línea siempre sacrifican sus sueños. Somos gente trabajadora, pero nunca seremos ricos. Estas palabras de dolor se originaron en experiencias reales de sufrimiento. Alguien en tu linaje vivió algo difícil y como mecanismo de supervivencia adoptó una identidad que les ayudó a navegar esa dificultad. Pero lo que fue útil para una situación específica se convirtió en programación permanente que se transmitió a las siguientes generaciones. Cuando heredas estas palabras de dolor, no estás heredando la experiencia original que las creó, solo estás heredando la programación que resultó de esa experiencia. Es como heredar un software que fue diseñado para un sistema operativo completamente diferente al tuyo, pero ahora tienes el poder de detener la transmisión. Puede ser la generación que decide conscientemente no pasar estas limitaciones a los que vienen después. Puedes convertirte en el sanador ancestral que limpia el linaje de patrones que ya no sirven. Este no es un proceso de juzgar o culpar a las generaciones anteriores. Ellos hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas y la conciencia que tenían disponibles, pero tú tienes acceso a una comprensión que ellos no tuvieron. El conocimiento consciente del poder de tu Yo soy. Puedes honrar las luchas de tus ancestros sin perpetuar sus limitaciones. Puedes agradecer su supervivencia sin adoptar sus estrategias de supervivencia como tu identidad permanente. Puedes celebrar su fortaleza sin cargar con sus heridas como si fueran tuyas. El proceso de limpieza ancestral a través de tu yo soy es simple pero profundo. Cada vez que eliges conscientemente afirmar abundancia en lugar de escasez, amor en lugar de miedo, expansión en lugar de limitación, estás enviando una nueva frecuencia hacia atrás en el tiempo, sanando el dolor original que creó la programación limitante. Es como si fueras un cirujano del tiempo operando en el presente para sanar heridas del pasado que están afectando el futuro. No puedes cambiar lo que sucedió, pero puedes cambiar la frecuencia vibratoria que continúa perpetuando los efectos de lo que sucedió. Cuando te nombras con palabras de poder en lugar de palabras de dolor, cuando afirmas tu divinidad en lugar de tu limitación, cuando declaras tu abundancia en lugar de tu escasez, estás estableciendo un nuevo patrón que puede ser heredado por las generaciones futuras. Imagina que dentro de 100 años alguien de tu linaje pueda sentir la influencia de tu trabajo de sanación. Imagina que tus afirmaciones conscientes de hoy se conviertan en la fundación vibratoria sobre la cual ellos construyan vidas de mayor libertad, abundancia y expresión auténtica. Eres un ancestro para las generaciones futuras, tanto como eres descendiente de las generaciones pasadas. El trabajo que haces ahora con tu Yo soy es tanto para aquellos que vendrán después como para ti mismo. Estás plantando semillas de liberación en el jardín del tiempo. Nómbrate con la boca de tu alma. Hay una diferencia fundamental entre nombrarte desde la mente condicionada y nombrarte desde el espacio sagrado de tu alma. La mente condicionada usa afirmaciones basadas en lo que cree que debería querer, en lo que la sociedad le dice que es valioso, en lo que el ego piensa que necesita para sentirse importante. El alma, en cambio, conoce tu verdad más profunda. Conoce quién viniste a ser en esta encarnación. Conoce cuál es tu regalo único al mundo. Conoce qué experiencias necesitas para evolucionar. Cuando te nombras desde este espacio, las palabras que eliges resonan con una autoridad que trasciende toda lógica mental. La boca de tu alma no habla el lenguaje de la inseguridad. No se pregunta si mereces lo que estás afirmando. No cuestiona si es realista o práctico. Simplemente declara la verdad de tu ser con la misma naturalidad con que el sol declara su luz. Cuando aprendes a escuchar a tu alma antes de usar tu yo soy, cuando permites que sea esa sabiduría profunda la que elija las palabras que siguen, entonces tus afirmaciones se vuelven decretos sagrados que el universo no puede ignorar porque vienen desde la misma fuente que creó el universo. Es la diferencia entre hablar desde la superficie de tu personalidad y hablar desde las profundidades de tu esencia. Es la diferencia entre repetir palabras que crees que deberías decir y pronunciar verdades que tu ser sabe que son innegablemente tuyas. Tu alma no tiene dudas sobre tu magnificencia, no tiene inseguridades sobre tu valor, no tiene confusión sobre tu propósito. Cuando permites que tu alma elija tú yo soy, accedes a una confianza que no depende de circunstancias externas porque está enraizada en la verdad eterna de quién eres. Imagínate sentado en silencio, respirando profundamente, dejando que todas las voces de la mente se aquietieten. En ese espacio de quietud haz la pregunta, ¿quién soy realmente? No busques una respuesta intelectual. Permite que surja una sensación, una vibración, una presencia que se exprese a través de palabras. Las primeras palabras que emerjan de ese espacio sagrado son las que tu alma quiere que uses. Tal vez sea simple. Yo soy paz. Lígete tal vez sea más específico. Yo soy el que trae claridad. Tal vez sea sorprendente. Yo soy música no escuchada. No importa si tu mente entiende completamente, importa que tu corazón reconozca la verdad. Cuando usas las palabras de tu alma para definirte, no estás adoptando una nueva identidad. Estás recordando la identidad que siempre ha sido tuya. No estás convirtiéndote en algo diferente. Estás dejando de fingir ser algo que nunca fuiste. Esta es la liberación final. Descubrir que el yo soy que realmente eres es infinitamente más hermoso, poderoso y significativo que cualquier identidad que hayas construido desde el miedo, la comparación o la necesidad de aprobación externa. El mundo entero te está esperando. No el mundo como una entidad externa que debe validarte, sino el mundo como el lienzo infinito donde tu verdadero yo soy puede expresarse en formas que bendigan tanto tu existencia como la existencia de todos los que toques. Cada persona que encuentres está inconscientemente buscando el reflejo de su propia divinidad. Cuando tú vives desde tu yo soy auténtico, te conviertes en ese espejo para otros. Tu simple presencia les recuerda quiénes son realmente debajo de todas sus identidades adoptadas. No tienes que predicar o enseñar, solo tienes que ser. Cuando eres genuinamente quien eres, cuando tu yo soy refleja tu naturaleza esencial, irradias una frecuencia que despierta el reconocimiento en otros. Es como si tu presencia susurrara a su alma. Tú también puedes recordar. Esta es tu contribución al mundo. No lo que haces, sino quién eres. No tu profesión, sino tu presencia. No tus logros, sino tu autenticidad. El mundo no necesita otra versión de alguien más. Necesita la primera y única versión de ti. Cuando vives desde tu Yo soy verdadero, te alineas con el propósito cósmico de tu existencia. No el propósito que otros han definido para ti, no el propósito que crees que deberías tener, sino el propósito que está codificado en la estructura misma de tu ser. Este propósito no siempre se manifiesta de maneras que la mente puede comprender inmediatamente. Puede expresarse a través de tu trabajo, pero también puede expresarse a través de tu manera de caminar por el mundo, de interactuar con extraños, de sostener espacio para otros en momentos difíciles. El universo necesita la nota específica que solo tú puedes tocar en la sinfonía de la existencia. Cuando vives desde tu yo soy auténtico, esa nota suena clara y verdadera, añadiendo su belleza única a la música cósmica que se está componiendo eternamente. Y cuando vuelvas a hablar, que sea desde la conciencia de que el universo está escuchando, esta no es una responsabilidad pesada, es un reconocimiento sagrado. Cada palabra que pronuncias, especialmente cada yo soy que declaras, es escuchada por la misma inteligencia que mantiene las estrellas en sus órbitas. El universo no está juzgando tus palabras, está respondiendo a ellas. No está evaluando si mereces lo que afirmas, está organizando experiencias que reflejen lo que declares. Es un colaborador infinitamente creativo, esperando tus instrucciones para crear la próxima escena de tu película de vida. Cuando tienes esta conciencia, cada palabra se vuelve sagrada, no porque tengas que ser perfecto, sino porque reconoces el poder que llevas en tu boca. Es como descubrir que has estado sosteniendo una varita mágica durante toda tu vida sin darte cuenta de su poder. La magia no está en palabras complicadas o fórmulas secretas. La magia está en la conciencia con la que usas las dos palabras más poderosas de cualquier idioma. Yo soy. Cuando las pronuncias con plena conciencia de su poder. Cuando las usas para afirmar tu divinidad en lugar de tu limitación. Cuando las empleas para decretar tu libertad en lugar de tu prisión, entonces experimentas la magia verdadera. No es la magia de manipular fuerzas externas para que te den lo que quieres. Es la magia de alinearte con quien realmente eres para que puedas experimentar lo que siempre ha sido tuyo por derecho divino. Cada vez que dices yo soy conscientemente, cada vez que usas esas palabras para afirmar una verdad elevada sobre ti mismo, estás participando en el acto de creación más fundamental del universo. Estás utilizando el mismo poder que habló la existencia desde la nada. Este poder no te fue prestado temporalmente. No es algo que tienes que ganar o merecer. Es tu herencia como expresión consciente de la divinidad. Es tu derecho de nacimiento como hijo o hija del cosmos. es tu naturaleza esencial como ser creado a imagen y semejanza del creador. La única diferencia entre tú y los grandes maestros de la historia es que ellos recordaron conscientemente este poder y lo usaron deliberadamente. Jesús no tenía acceso a un poder que tú no tienes. Simplemente usó su yo soy con plena conciencia de su divinidad. Yo soy la resurrección y la vida", declaraba no como ego personal, sino como reconocimiento de su naturaleza divina. Buda no poseía una sabiduría que esté fuera de tu alcance. Simplemente despertó a la verdad de su yo soy esencial y vivió desde esa comprensión. Los grandes santos y sabios no fueron elegidos especialmente por Dios. Simplemente eligieron usar su poder de autodefinición para alinearse conscientemente con su naturaleza divina. Tú tienes acceso al mismo poder. La única pregunta es, ¿cómo vas a usarlo? ¿Vas a continuar usándolo inconscientemente para limitarte o vas a comenzar a usarlo deliberadamente para expresar tu magnificencia? La respuesta a esta pregunta no la determin. La determines cada vez que abres la boca después de yo soy. La determines cada mañana al despertar. La determines cada vez que te defines a ti mismo en conversación con otros. La determines cada vez que tu mente genera una afirmación sobre quién eres. Cada momento es una nueva oportunidad de elegir conscientemente. Cada yo soy es una nueva oportunidad de ejercer tu soberanía divina. Cada autodefinición es una nueva oportunidad de cocrear con el universo, desde un lugar de poder en lugar de victimización. No hay graduación de esta escuela. No hay un punto donde puedas decir, "Ya lo logré". y relajarte en piloto automático. El crecimiento consciente es un proceso continuo, una elección momento a momento, una práctica diaria de recordar quién eres realmente, pero tampoco hay presión de ser perfecto. El universo no está llevando un registro de tus errores verbales. No hay un contador cósmico que reste puntos cada vez que usas tu yo soy de manera limitante. Hay solo infinita paciencia y amor esperando tu próxima elección consciente. Cada día que practicas este arte sagrado de la autodefinición consciente, te fortaleces en tu habilidad de ser quien realmente eres. Como cualquier músculo se fortalece con el uso. Como cualquier habilidad se refina con la práctica. Como cualquier arte, se vuelve más natural y fluido con el tiempo. Y mientras practicas, mientras gradualmente te alineas más y más con tu yo soy verdadero, algo hermoso comienza a suceder. Las personas a tu alrededor comienzan a recordar quiénes son realmente. Tu autenticidad les da permiso para explorar su propia autenticidad. Tu libertad de las identidades limitantes los inspira a cuestionar sus propias limitaciones. Te conviertes en un activista silencioso de la liberación humana, no a través de protestas o campañas, sino a través del acto radical de ser genuinamente quien eres, no a través de convencer a otros intelectualmente, sino a través de demostrar vibracionalmente lo que es posible. Este es el servicio más grande que puedes ofrecer al mundo. La modelación de lo que significa vivir desde el yo soy auténtico es mostrar que es posible liberarse de las programaciones heredadas. Es demostrar que los seres humanos no están condenados a repetir los patrones de limitación de generaciones pasadas. Cada vez que eliges conscientemente afirmar tu divinidad, envías ondas de posibilidad a través del campo colectivo de la conciencia humana. Otras personas, sin saber por qué, comienzan a sentir que tal vez ellas también pueden elegir ser diferentes de como han sido. Tu trabajo personal de autodefinición consciente se convierte en trabajo colectivo de evolución humana. Tu sanación individual contribuye a la sanación planetaria. Tu libertad personal añade a la libertad de todos. No subestimes el poder de tu práctica personal. Cuando cambias la frecuencia vibratoria de tu yo soy, estás alterando literalmente el campo energético de Simendit, la Tierra. Cuando te liberas de patrones ancestrales de limitación, estás facilitando que otros también se liberen. Eres parte de una comunidad invisible de seres que han elegido despertar a su poder creativo consciente. Aunque nunca se encuentren físicamente, están unidos en el reconocimiento de que cada yo soy consciente es un acto de revolución amorosa contra las fuerzas de la limitación y la separación. Juntos están reclamando el poder humano de autodefinición. Juntos están sanando los patrones colectivos de victimización y limitación. Juntos están escribiendo una nueva historia sobre lo que significa ser humano en este planeta. Tu contribución a esta revolución silenciosa es simple pero profunda. Usa tu Yo soy conscientemente. Elige palabras que reflejen tu divinidad. Nómbrate desde tu alma en lugar de tu programación. Recuerda que cada autodefinición es un acto de creación. No necesitas esperar hasta sentirte completamente seguro de quién eres realmente. No necesitas esperar hasta haber sanado completamente todas tus heridas. No necesitas esperar hasta haber resuelto todos tus miedos. Puedes comenzar ahora mismo, desde donde estás con lo que tienes. El primer paso es la decisión. La decisión de ya no usar tu poder más grande, tu capacidad de autodefinirte de manera inconsciente y destructiva, la decisión de convertirte en el guardián de tu propia boca. La decisión de tratar tu yo soy como el instrumento sagrado que es. El segundo paso es la práctica. Comenzar a notar lo que dices sobre ti mismo. Comenzar a corregir gentilmente cuando te descubres usando afirmaciones limitantes. Comenzar a elegir conscientemente palabras que eleven tu frecuencia vibratoria. El tercer paso es la paciencia. Permitir que el proceso se despliegue naturalmente. Confiar en que cada elección consciente está plantando semillas que florecerán en su momento perfecto. Resistir la urgencia de ver resultados inmediatos y en su lugar disfrutar el proceso de redescubrirte a ti mismo. El cuarto paso es la celebración. Reconocer cada momento en que eliges conscientemente. Celebrar cada vez que te descubres hablando desde tu poder en lugar de desde tu limitación. Apreciar el milagro de tener la capacidad de elegir quién eres en cualquier momento. No hay pasos incorrectos en este viaje. No hay manera de hacerlo mal mientras lo hagas con sinceridad y amor propio. El universo es infinitamente paciente con tu proceso de recordar. Tu alma es infinitamente compasiva con tu humanidad. Lo que importa no es la perfección, sino la dirección. No importa si a veces olvidas y caes en patrones antiguos. Importa que cada vez recuerdes más rápido y corrijas más gentilmente. No importa si el progreso parece lento, importa que estés comprometido con el proceso. Cada día que practiques este arte sagrado, te acercarás más a vivir desde la verdad de quién eres realmente. Cada yo soy consciente te llevará más cerca de la experiencia de tu naturaleza divina. Cada autodefinición elevada te alineará más perfectamente con tu propósito cósmico. Y un día, quizás sin darte cuenta conscientemente del momento exacto, te darás cuenta de que ya no necesitas esforzarte para recordar quién eres. Ya no necesitas vigilar cada palabra, porque tu boca habrá aprendido a hablar naturalmente desde tu alma. Ya no necesitas corregir afirmaciones limitantes, porque ya no te definirás desde la limitación. En ese día habrás completado la transición de ser víctima de tu programación a ser maestro de tu autodefinición. Habrás evolucionado de repetir inconscientemente las palabras de otros a pronunciar conscientemente las palabras de tu alma. Habrás transformado de ser efecto de tus afirmaciones pasadas a ser causa de tus experiencias futuras. Pero incluso entonces la práctica continúa, porque la autodefinición consciente no es un destino, es una manera de viajar, no es un logro que alcanzas, es una expresión que eliges momento a momento. No es algo que haces, es algo que eres. Eres un ser de autodefinición consciente. Eres una expresión única del poder creativo universal. Eres un artista cuyo medio es la palabra y cuya obra maestra es tu propia vida. Eres un mago cuya varita es tu voz y cuya magia es la capacidad de elegir quién eres. Nunca olvides el poder que llevas en tu boca. Nunca subestimes la influencia de tus palabras en tu realidad. Nunca permitas que la familiaridad con este poder te lleve a usarlo casualmente o sin reverencia. Tu yo soy es sagrado. Tu voz es divina. Tu capacidad de autodefinirte es el regalo más precioso que has recibido de la vida. Úsalo sabiamente, úsalo conscientemente. Úsalo con amor hacia ti mismo y hacia todos los seres que serán tocados por la frecuencia que elijas irradiar. El mundo está esperando tu contribución única. La sinfonía universal tiene un espacio reservado para la nota que solo tú puedes tocar. La historia humana está siendo escrita y tu capítulo personal será determinado por las palabras que elijas usar después de yo soy. No hay presión en esta responsabilidad. Hay solo invitación. Invitación a ser quien viniste a ser. Invitación a expresar lo que viniste a expresar. invitación a contribuir lo que viniste a contribuir. Y cuando finalmente llegue tu último día en este cuerpo, cuando sea momento de soltar esta forma física y regresar al océano infinito de la conciencia, podrás hacerlo sabiendo que usaste bien el poder que se te confió. Podrás partir sabiendo que viviste desde tu verdad, que hablaste desde tu alma, que fuiste genuinamente quién eras, pero ese día está muy lejos. Ahora mismo, en este momento presente, tienes la oportunidad de elegir conscientemente quién eres. Ahora mismo puedes decidir qué palabras van a seguir a tu próximo yo soy. Ahora mismo puedes ejercer tu soberanía divina. No lo pospongas. No esperes hasta mañana. No aguardes hasta sentirte más preparado o más seguro. El momento perfecto para comenzar a usar tu poder conscientemente es este momento. El lugar perfecto para empezar es exactamente donde estás. La versión perfecta de ti mismo para comenzar es exactamente quién eres ahora. Di algo hermoso sobre ti mismo. Di algo verdadero. Di algo que eleve tu frecuencia y honre tu divinidad. Aunque sea solo un susurro, aunque sea solo en tu mente, aunque sea solo como un experimento, yo soy. Y permite que tu alma complete la frase. Escucha lo que emerge, confía en lo que surge, abraza lo que se revela y luego vive desde esa verdad. No porque tengas que demostrársela a alguien más, sino porque es quien realmente eres debajo de todas las identidades que has usado para protegerte, para encajar, para sobrevivir. Es momento de dejar de sobrevivir y comenzar a prosperar. Es momento de dejar de esconderte y comenzar a brillar. Es momento de dejar de repetir las palabras de otros y comenzar a pronunciar las palabras de tu alma. Tu vida está esperando que recuerdes quién eres realmente. Tu destino está esperando que uses tu voz para convocarlo. Tu futuro está esperando que lo decretes con las palabras más poderosas del universo. Yo soy. El resto de la frase es tuyo para elegir. El resto de tu vida es tuyo para crear. El resto de tu historia es tuya para escribir. ¿Qué vas a decir? ¿Quién vas a ser? ¿Cómo vas a usar el poder sagrado de tu yo soy? El universo está escuchando, tu alma está esperando. Tu futuro está siendo creado en este momento preciso. Elige sabiamente, elige conscientemente, elige con amor. Y recuerda, ya no eres el mismo, porque ahora sabes que tienes el poder de elegir quién eres en cualquier momento. Y ese conocimiento te ha liberado para siempre de la ilusión de ser víctima de quien pensabas que eras. Eres libre, eres poderoso, eres divino. Y todo comienza con lo que dices después de yo soy, pero te está esperando. No el mundo como una entidad externa que debe validarte, sino el mundo como el lienzo infinito donde tu verdadero yo soy puede expresarse en formas que bendigan tanto tu existencia como la existencia de todos los que toques. Cada persona que encuentres está inconscientemente buscando el reflejo de su propia divinidad. Cuando tú vives desde tu yo soy auténtico, te conviertes en ese espejo para otros. Tu simple presencia les recuerda quiénes son realmente debajo de todas sus identidades adoptadas. No tienes que predicar o enseñar, solo tienes que ser. Cuando eres genuinamente quien eres, cuando tu yo soy refleja tu naturaleza esencial, irradias una frecuencia que despierta el reconocimiento en otros. Es como si tu presencia susurrara a su alma. Tú también puedes recordar, esta es tu contribución al mundo. No lo que haces, sino quién eres. No tu profesión, sino tu presencia. No tus logros, sino tu autenticidad. El mundo no necesita otra versión de alguien más. Necesita la primera y única versión de ti. Cuando vives desde tu Yo soy verdadero, te alineas con el propósito cósmico de tu existencia. No el propósito que otros han definido para ti, no el propósito que crees que deberías tener, sino el propósito que está codificado en la estructura misma de tu ser. Este propósito no siempre se manifiesta de maneras que la mente puede comprender inmediatamente. Puede expresarse a través de tu trabajo, pero también puede expresarse a través de tu manera de caminar por el mundo, de interactuar con extraños, de sostener espacio para otros en momentos difíciles. El universo necesita la nota específica que solo tú puedes tocar en la sinfonía de la existencia. Cuando vives desde tu yo soy auténtico, esa nota suena clara y verdadera, añadiendo su belleza única a la música cósmica que se está componiendo eternamente. Y cuando vuelvas a hablar, que sea desde la conciencia de que el universo está escuchando, esta no es una responsabilidad pesada, es un reconocimiento sagrado. Cada palabra que pronuncias, especialmente cada yo soy que declaras, es escuchada por la misma inteligencia que mantiene las estrellas en sus órbitas. El universo no está juzgando tus palabras, está respondiendo a ellas. No está evaluando si mereces lo que afirmas, está organizando experiencias que reflejen lo que declares. Es un colaborador infinitamente creativo, esperando tus instrucciones para crear la próxima escena de tu película de vida. Cuando tienes esta conciencia, cada palabra se vuelve sagrada, no porque tengas que ser perfecto, sino porque reconoces el poder que llevas en tu boca. Es como descubrir que has estado sosteniendo una varita mágica durante toda tu vida sin darte cuenta de su poder. La magia no está en palabras complicadas o fórmulas secretas. La magia está en la conciencia con la que usas las dos palabras más poderosas de cualquier idioma. Yo soy. Cuando las pronuncias con plena conciencia de su poder. Cuando las usas para afirmar tu divinidad en lugar de tu limitación. Cuando las empleas para decretar tu libertad en lugar de tu prisión, entonces experimentas la magia verdadera. No es la magia de manipular fuerzas externas para que te den lo que quieres. Es la magia de alinearte con quien realmente eres para que puedas experimentar lo que siempre ha sido tuyo por derecho divino. Cada vez que dices yo soy conscientemente. Cada vez que usas esas palabras para afirmar una verdad elevada sobre ti mismo, estás participando en el acto de creación más fundamental del universo. Estás utilizando el mismo poder que habló la existencia desde la nada. Este poder no te fue prestado temporalmente. No es algo que tienes que ganar o merecer. Es tu herencia como expresión consciente de la divinidad. Es tu derecho de nacimiento como hijo o hija del cosmos. es tu naturaleza esencial como ser creado a imagen y semejanza del creador. La única diferencia entre tú y los grandes maestros de la historia es que ellos recordaron conscientemente este poder y lo usaron deliberadamente. Jesús no tenía acceso a un poder que tú no tienes. Simplemente usó su yo soy con plena conciencia de su divinidad. Yo soy la resurrección y la vida", declaraba no como ego personal, sino como reconocimiento de su naturaleza divina. Buda no poseía una sabiduría que esté fuera de tu alcance, simplemente despertó a la verdad de su yo soy esencial y vivió desde esa comprensión. Los grandes santos y sabios no fueron elegidos especialmente por Dios. Simplemente eligieron usar su poder de autodefinición para alinearse conscientemente con su naturaleza divina. Tú tienes acceso al mismo poder. La única pregunta es, ¿cómo vas a usarlo? ¿Vas a continuar usándolo inconscientemente para limitarte o vas a comenzar a usarlo deliberadamente para expresar tu magnificencia? La respuesta a esta pregunta no la determinas una vez y para siempre, la determinas cada vez que abres la boca después de yo soy. La determinas cada mañana al despertar. La determinas cada vez que te defines a ti mismo en conversación con otros. La determinas cada vez que tu mente genera una afirmación sobre quién eres. Cada momento es una nueva oportunidad de elegir conscientemente. Cada yo soy es una nueva oportunidad de ejercer tu soberanía divina. Cada autodefinición es una nueva oportunidad de cocrear con el universo desde un lugar de poder en lugar de victimización. No hay graduación de esta escuela. No hay un punto donde puedas decir ya lo logré y relajarte en piloto automático. El crecimiento consciente es un proceso continuo, una elección momento a momento, una práctica diaria de recordar quién eres realmente, pero tampoco hay presión de ser perfecto. El universo no está llevando un registro de tus errores verbales. No hay un contador cósmico que reste puntos cada vez que usas tu yo soy de manera limitante. Hay solo infinita paciencia y amor esperando tu próxima elección consciente. Cada día que practicas este arte sagrado de la autodefinición consciente, te fortaleces en tu habilidad de ser quien realmente eres. Como cualquier músculo, se fortalece con el uso. Como cualquier habilidad se refina con la práctica. Como cualquier arte, se vuelve más natural y fluido con el tiempo. Y mientras practicas, mientras gradualmente te alías más y más con tu yo soy verdadero, algo hermoso comienza a suceder. Las personas a tu alrededor comienzan a recordar quiénes son realmente. Tu autenticidad les da permiso para explorar su propia autenticidad. Tu libertad de las identidades limitantes los inspira a cuestionar sus propias limitaciones. Te conviertes en un activista silencioso de la liberación humana, no a través de protestas o campañas, sino a través del acto radical de ser genuinamente quien eres, no a través de convencer a otros intelectualmente, sino a través de demostrar vibracionalmente lo que es posible. Este es el servicio más grande que puedes ofrecer al mundo. La modelación de lo que significa vivir desde el yo soy auténtico es mostrar que es posible liberarse de las programaciones heredadas. Es demostrar que los seres humanos no están condenados a repetir los patrones de limitación de generaciones pasadas. Cada vez que eliges conscientemente afirmar tu divinidad, envías ondas de posibilidad a través del campo colectivo de la conciencia humana. Otras personas, sin saber por qué, comienzan a sentir que tal vez ellas también pueden elegir ser diferentes de como han sido. Tu trabajo personal de autodefinición consciente se convierte en trabajo colectivo de evolución humana. Tu sanación individual contribuye a la sanación planetaria. Tu libertad personal añade a la libertad de todos. No subestimes el poder de tu práctica personal. Cuando cambias la frecuencia vibratoria de tu yo soy, estás alterando literalmente el campo energético de la Tierra. Cuando te liberas de patrones ancestrales de limitación, estás facilitando que otros también se liberen. Eres parte de una comunidad invisible de seres que han elegido despertar a su poder creativo consciente. Aunque nunca se encuentren físicamente, están unidos en el reconocimiento de que cada yo soy consciente es un acto de revolución amorosa contra las fuerzas de la limitación y la separación. Juntos están reclamando el poder humano de autodefinición. Juntos están sanando los patrones colectivos de victimización y limitación. Juntos están escribiendo una nueva historia sobre lo que significa ser humano en este planeta. Tu contribución a esta revolución silenciosa es simple pero profunda. Usa tu Yo soy conscientemente. Elige palabras que reflejen tu divinidad. Nómbrate desde tu alma en lugar de tu programación. Recuerda que cada autodefinición es un acto de creación. No necesitas esperar hasta sentirte completamente seguro de quién eres realmente. No necesitas esperar hasta haber sanado completamente todas tus heridas. No necesitas esperar hasta haber resuelto todos tus miedos. Puedes comenzar ahora mismo, desde donde estás con lo que tienes. El primer paso es la decisión. La decisión de ya no usar tu poder más grande, tu capacidad de autodefinirte de manera inconsciente y destructiva, la decisión de convertirte en el guardián de tu propia boca, la decisión de tratar tu yo soy como el instrumento sagrado que es. El segundo paso es la práctica. Comenzar a notar lo que dices sobre ti mismo. Comenzar a corregir gentilmente cuando te descubres usando afirmaciones limitantes. Comenzar a elegir conscientemente palabras que eleven tu frecuencia vibratoria. El tercer paso es la paciencia. Permitir que el proceso se despliegue naturalmente. Confiar en que cada elección consciente está plantando semillas que florecerán en su momento perfecto. Resistir la urgencia de ver resultados inmediatos y en su lugar disfrutar el proceso de redescubrirte a ti mismo. El cuarto paso es la celebración. Reconocer cada momento en que eliges conscientemente. Celebrar cada vez que te descubres hablando desde tu poder en lugar de desde tu limitación. Apreciar el milagro de tener la capacidad de elegir quién eres en cualquier momento. No hay pasos incorrectos en este viaje. No hay manera de hacerlo mal mientras lo hagas con sinceridad y amor propio. El universo es infinitamente paciente con tu proceso de recordar. Tu alma es infinitamente compasiva con tu humanidad. Lo que importa no es la perfección, sino la dirección. No importa si a veces olvidas y caes en patrones antiguos. Importa que cada vez recuerdes más rápido y corrijas más gentilmente. No importa si el progreso parece lento, importa que estés comprometido con el proceso. Cada día que practiques este arte sagrado, te acercarás más a vivir desde la verdad de quién eres realmente. Cada yo soy consciente te llevará más cerca de la experiencia de tu naturaleza divina. Cada autodefinición elevada te alineará más perfectamente con tu propósito cósmico. Y un día, quizás sin darte cuenta conscientemente del momento exacto, te darás cuenta de que ya no necesitas esforzarte para recordar quién eres. Ya no necesitas vigilar cada palabra, porque tu boca habrá aprendido a hablar naturalmente desde tu alma. Ya no necesitas corregir afirmaciones limitantes porque ya no te definirás desde la limitación. En ese día habrás completado la transición de ser víctima de tu programación a ser maestro de tu autodefinición. Habrás evolucionado de repetir inconscientemente las palabras de otros a pronunciar conscientemente las palabras de tu alma. Habrás transformado de ser efecto de tus afirmaciones pasadas a ser causa de tus experiencias futuras. Pero incluso entonces la práctica continúa, porque la autodefinición consciente no es un destino, es una manera de viajar, no es un logro que alcanzas, es una expresión que eliges momento a momento. No es algo que haces, es algo que eres. Eres un ser de autodefinición consciente. Eres una expresión única del poder creativo universal. Eres un artista cuyo medio es la palabra y cuya obra maestra es tu propia vida. Eres un mago cuya varita es tu voz y cuya magia es la capacidad de elegir quién eres. Nunca olvides el poder que llevas en tu boca. Nunca subestimes la influencia de tus palabras en tu realidad. Nunca permitas que la familiaridad con este poder te lleve a usarlo casualmente o sin reverencia. Tu yo soy es sagrado. Tu voz es divina. Tu capacidad de autodefinirte es el regalo más precioso que has recibido de la vida. Úsalo sabiamente, úsalo conscientemente. Úsalo con amor hacia ti mismo y hacia todos los seres que serán tocados por la frecuencia que elijas irradiar. El mundo está esperando tu contribución única. La sinfonía universal tiene un espacio reservado para la nota que solo tú puedes tocar. La historia humana está siendo escrita y tu capítulo personal será determinado por las palabras que elijas usar después de yo soy. No hay presión en esta responsabilidad. Hay solo invitación. Invitación a ser quien viniste a ser. Invitación a expresar lo que viniste a expresar. invitación a contribuir lo que viniste a contribuir. Y cuando finalmente llegue tu último día en este cuerpo, cuando sea momento de soltar esta forma física y regresar al océano infinito de la conciencia, podrás hacerlo sabiendo que usaste bien el poder que se te confió. Podrás partir sabiendo que viviste desde tu verdad, que hablaste desde tu alma, que fuiste genuinamente quién eras, pero ese día está muy lejos. Ahora mismo, en este momento presente, tienes la oportunidad de elegir conscientemente quién eres. Ahora mismo puedes decidir qué palabras van a seguir a tu próximo yo soy. Ahora mismo puedes ejercer tu soberanía divina. No lo pospongas. No esperes hasta mañana. No aguardes hasta sentirte más preparado o más seguro. El momento perfecto para comenzar a usar tu poder conscientemente es este momento. El lugar perfecto para empezar es exactamente donde estás. La versión perfecta de ti mismo para comenzar es exactamente quién eres ahora. Di algo hermoso sobre ti mismo. Di algo verdadero. Di algo que eleve tu frecuencia y honre tu divinidad. Aunque sea solo un susurro, aunque sea solo en tu mente, aunque sea solo como un experimento, yo soy. Y permite que tu alma complete la frase, escucha lo que emerge, confía en lo que surge, abraza lo que se revela y luego vive desde esa verdad. No porque tengas que demostrársela a alguien más, sino porque es quien realmente eres debajo de todas las identidades que has usado para protegerte, para encajar, para sobrevivir. Es momento de dejar de sobrevivir y comenzar a prosperar. Es momento de dejar de esconderte y comenzar a brillar. Es momento de dejar de repetir las palabras de otros y comenzar a pronunciar las palabras de tu alma. Tu vida está esperando que recuerdes quién eres realmente. Tu destino está esperando que uses tu voz para convocarlo. Tu futuro está esperando que lo decretes con las palabras más poderosas del universo. Yo soy. El resto de la frase es tuyo para elegir. El resto de tu vida es tuyo para crear. El resto de tu historia es tuya para escribir. ¿Qué vas a decir? ¿Quién vas a ser? ¿Cómo vas a usar el poder sagrado de tu Yo soy? El universo está escuchando, tu alma está esperando. Tu futuro está siendo creado en este momento preciso. Elige sabiamente, elige conscientemente, elige con amor. Y recuerda, ya no eres el mismo, porque ahora sabes que tienes el poder de elegir quién eres en cualquier momento. Y ese conocimiento te ha liberado para siempre de la ilusión de ser víctima de quien pensabas que eras. Eres libre, eres poderoso, eres divino. Y todo comienza con lo que dices después de yo soy ar, porque vienen desde la misma fuente que creó el universo. Es la diferencia entre hablar desde la superficie de tu personalidad y hablar desde las profundidades de tu esencia. Es la diferencia entre repetir palabras que crees que deberías decir y pronunciar verdades que tu ser sabe que son innegablemente tuyas. Tu alma no tiene dudas sobre tu magnificencia, no tiene inseguridades sobre tu valor, no tiene confusión sobre tu propósito. Cuando permites que tu alma elija tu yo soy, accedes a una confianza que no depende de circunstancias externas porque está enraizada en la verdad eterna de quién eres. Imagínate sentado en silencio, respirando profundamente, dejando que todas las voces de la mente se aieten. En ese espacio de quietud haz la pregunta, ¿quién soy realmente? No busques una respuesta intelectual. Permite que surja una sensación, una vibración, una presencia que se exprese a través de palabras. Las primeras palabras que emerjan de ese espacio sagrado son las que tu alma quiere que uses. Tal vez sea simple. Yo soy paz. Lígete tal vez sea más específico. Yo soy el que trae claridad. Tal vez sea sorprendente. Yo soy música no escuchada. No importa si tu mente entiende completamente, importa que tu corazón reconozca la verdad. Cuando usas las palabras de tu alma para definirte, no estás adoptando una nueva identidad. Estás recordando la identidad que siempre ha sido tuya. No estás convirtiéndote en algo diferente. Estás dejando de fingir ser algo que nunca fuiste. Esta es la liberación final. Descubrir que el yo soy que realmente eres es infinitamente más hermoso, poderoso y significativo que cualquier identidad que hayas construido desde el miedo, la comparación o la necesidad de aprobación externa. El mundo entero te está esperando. No el mundo como una entidad externa que debe validarte, sino el mundo como el lienzo infinito donde tu verdadero yo soy puede expresarse en formas que bendigan tanto tu existencia como la existencia de todos los que toques. Cada persona que encuentres está inconscientemente buscando el reflejo de su propia divinidad. Cuando tú vives desde tu yo soy auténtico, te conviertes en ese espejo para otros. Tu simple presencia les recuerda quiénes son realmente debajo de todas sus identidades adoptadas. No tienes que predicar o enseñar, solo tienes que ser. Cuando eres genuinamente quien eres, cuando tu yo soy refleja tu naturaleza esencial, irradias una frecuencia que despierta el reconocimiento en otros. Es como si tu presencia susurrara a su alma. Tú también puedes recordar. Esta es tu contribución al mundo. No lo que haces, sino quién eres. No tu profesión, sino tu presencia. No tus logros, sino tu autenticidad. El mundo no necesita otra versión de alguien más. Necesita la primera y única versión de ti. Cuando vives desde tu Yo soy verdadero, te alineas con el propósito cósmico de tu existencia. No el propósito que otros han definido para ti, no el propósito que crees que deberías tener, sino el propósito que está codificado en la estructura misma de tu ser. Este propósito no siempre se manifiesta de maneras que la mente puede comprender inmediatamente. Puede expresarse a través de tu trabajo, pero también puede expresarse a través de tu manera de caminar por el mundo, de interactuar con extraños, de sostener espacio para otros en momentos difíciles. El universo necesita la nota específica que solo tú puedes tocar en la sinfonía de la existencia. Cuando vives desde tu yo soy auténtico, esa nota suena clara y verdadera, añadiendo su belleza única a la música cósmica que se está componiendo eternamente. Y cuando vuelvas a hablar, que sea desde la conciencia de que el universo está escuchando, esta no es una responsabilidad pesada, es un reconocimiento sagrado. Cada palabra que pronuncias, especialmente cada yo soy que declaras, es escuchada por la misma inteligencia que mantiene las estrellas en sus órbitas. El universo no está juzgando tus palabras, está respondiendo a ellas. No está evaluando si mereces lo que afirmas, está organizando experiencias que reflejen lo que declares. Es un colaborador infinitamente creativo, esperando tus instrucciones para crear la próxima escena de tu película de vida. Cuando tienes esta conciencia, cada palabra se vuelve sagrada, no porque tengas que ser perfecto, sino porque reconoces el poder que llevas en tu boca. Es como descubrir que has estado sosteniendo una varita mágica durante toda tu vida sin darte cuenta de su poder. La magia no está en palabras complicadas o fórmulas secretas. La magia está en la conciencia con la que usas las dos palabras más poderosas de cualquier idioma. Yo soy. Cuando las pronuncias con plena conciencia de su poder. Cuando las usas para afirmar tu divinidad en lugar de tu limitación. Cuando las empleas para decretar tu libertad en lugar de tu prisión, entonces experimentas la magia verdadera. No es la magia de manipular fuerzas externas para que te den lo que quieres. Es la magia de alinearte con quien realmente eres para que puedas experimentar lo que siempre ha sido tuyo por derecho divino. Cada vez que dices yo soy conscientemente, cada vez que usas esas palabras para afirmar una verdad elevada sobre ti mismo, estás participando en el acto de creación más fundamental del universo. Estás utilizando el mismo poder que habló la existencia desde la nada. Este poder no te fue prestado temporalmente. No es algo que tienes que ganar o merecer. Es tu herencia como expresión consciente de la divinidad. Es tu derecho de nacimiento como hijo o hija del cosmos. es tu naturaleza esencial como ser creado a imagen y semejanza del creador. La única diferencia entre tú y los grandes maestros de la historia es que ellos recordaron conscientemente este poder y lo usaron deliberadamente. Jesús no tenía acceso a un poder que tú no tienes. Simplemente usó su yo soy con plena conciencia de su divinidad. Yo soy la resurrección y la vida", declaraba no como ego personal, sino como reconocimiento de su naturaleza divina. Buda no poseía una sabiduría que esté fuera de tu alcance. Simplemente despertó a la verdad de su yo soy esencial y vivió desde esa comprensión. Los grandes santos y sabios no fueron elegidos especialmente por Dios. Simplemente eligieron usar su poder de autodefinición para alinearse conscientemente con su naturaleza divina. Tú tienes acceso al mismo poder. La única pregunta es, ¿cómo vas a usarlo? ¿Vas a continuar usándolo inconscientemente para limitarte o vas a comenzar a usarlo deliberadamente para expresar tu magnificencia? La respuesta a esta pregunta no la determin. La determines cada vez que abres la boca después de yo soy. La determines cada mañana al despertar. La determines cada vez que te defines a ti mismo en conversación con otros. La determines cada vez que tu mente genera una afirmación sobre quién eres. Cada momento es una nueva oportunidad de elegir conscientemente. Cada yo soy es una nueva oportunidad de ejercer tu soberanía divina. Cada autodefinición es una nueva oportunidad de cocrear con el universo, desde un lugar de poder en lugar de victimización. No hay graduación de esta escuela. No hay un punto donde puedas decir, "Ya lo logré". y relajarte en piloto automático. El crecimiento consciente es un proceso continuo, una elección momento a momento, una práctica diaria de recordar quién eres realmente, pero tampoco hay presión de ser perfecto. El universo no está llevando un registro de tus errores verbales. No hay un contador cósmico que reste puntos cada vez que usas tu yo soy de manera limitante. Hay solo infinita paciencia y amor esperando tu próxima elección consciente. Cada día que practicas este arte sagrado de la autodefinición consciente, te fortaleces en tu habilidad de ser quien realmente eres. Como cualquier músculo, se fortalece con el uso. Como cualquier habilidad se refina con la práctica. Como cualquier arte se vuelve más natural y fluido con el tiempo. Y mientras practicas, mientras gradineas más y más con tu yo soy verdadero, algo hermoso comienza a suceder. Las personas a tu alrededor comienzan a recordar quiénes son realmente. Tu autenticidad les da permiso para explorar su propia autenticidad. Tu libertad de las identidades limitantes los inspira a cuestionar sus propias limitaciones. Te conviertes en un activista silencioso de la liberación humana, no a través de protestas o campañas, sino a través del acto radical de ser genuinamente quien eres, no a través de convencer a otros intelectualmente, sino a través de demostrar vibracionalmente lo que es posible. Este es el servicio más grande que puedes ofrecer al mundo. La modelación de lo que significa vivir desde el yo soy auténtico es mostrar que es posible liberarse de las programaciones heredadas. Es demostrar que los seres humanos no están condenados a repetir los patrones de limitación de generaciones pasadas. Cada vez que eliges conscientemente afirmar tu divinidad, envías ondas de posibilidad a través del campo colectivo de la conciencia humana. Otras personas, sin saber por qué, comienzan a sentir que tal vez ellas también pueden elegir ser diferentes de como han sido. Tu trabajo personal de autodefinición consciente se convierte en trabajo colectivo de evolución humana. Tu sanación individual contribuye a la sanación planetaria. Tu libertad personal añade a la libertad de todos. No subestimes el poder de tu práctica personal. Cuando cambias la frecuencia vibratoria de tu yo soy, estás alterando literalmente el campo energético de la tierra. Cuando te liberas de patrones ancestrales de limitación, estás facilitando que otros también se liberen. Eres parte de una comunidad invisible de seres que han elegido despertar a su poder creativo consciente. Aunque nunca se encuentren físicamente, están unidos en el reconocimiento de que cada yo soy consciente es un acto de revolución amorosa contra las fuerzas de la limitación y la separación. Juntos están reclamando el poder humano de autodefinición. Juntos están sanando los patrones colectivos de victimización y limitación. Puntos están escribiendo una nueva historia sobre lo que significa ser humano en este planeta. Tu contribución a esta revolución silenciosa es simple pero profunda. Usa tu Yo soy conscientemente. Elige palabras que reflejen tu divinidad. Nómbrate desde tu alma en lugar de tu programación. Recuerda que cada autodefinición es un acto de creación. No necesitas esperar hasta sentirte completamente seguro de quién eres realmente. No necesitas esperar hasta haber sanado completamente todas tus heridas. No necesitas esperar hasta haber resuelto todos tus miedos. Puedes comenzar ahora mismo, desde donde estás con lo que tienes. El primer paso es la decisión. La decisión de ya no usar tu poder más grande, tu capacidad de autodefinirte de manera inconsciente y destructiva, la decisión de convertirte en el guardián de tu propia boca, la decisión de tratar tu yo soy como el instrumento sagrado que es. El segundo paso es la práctica. Comenzar a notar lo que dices sobre ti mismo. Comenzar a corregir gentilmente cuando te descubres usando afirmaciones limitantes. Comenzar a elegir conscientemente palabras que eleven tu frecuencia vibratoria. El tercer paso es la paciencia. permitir que el proceso se despliegue naturalmente. Confiar en que cada elección consciente está plantando semillas que florecerán en su momento perfecto. Resistir la urgencia de ver resultados inmediatos y en su lugar disfrutar el proceso de redescubrirte a ti mismo. El cuarto paso es la celebración. Reconocer cada momento en que eliges conscientemente. Celebrar cada vez que te descubres hablando desde tu poder en lugar de desde tu limitación. Apreciar el milagro de tener la capacidad de elegir quién eres en cualquier momento. No hay pasos incorrectos en este viaje. No hay manera de hacerlo mal mientras lo hagas con sinceridad y amor propio. El universo es infinitamente paciente con tu proceso de recordar. Tu alma es infinitamente compasiva con tu humanidad. Lo que importa no es la perfección, sino la dirección. No importa si a veces olvidas y caes en patrones antiguos, importa que cada vez recuerdes más rápido y corrijas más gentilmente. No importa si el progreso parece lento, importa que estés comprometido con el proceso. Cada día que practiques este arte sagrado, te acercarás más a vivir desde la verdad de quién eres realmente. Cada yo soy consciente te llevará más cerca de la experiencia de tu naturaleza divina. Cada autodefinición elevada te alineará más perfectamente con tu propósito cósmico. Y un día, quizás sin darte cuenta conscientemente del momento exacto, te darás cuenta de que ya no necesitas esforzarte para recordar quién eres. Ya no necesitas vigilar cada palabra, porque tu boca habrá aprendido a hablar naturalmente desde tu alma. Ya no necesitas corregir afirmaciones limitantes, porque ya no te definirás desde la limitación. En ese día habrás completado la transición de ser víctima de tu programación a ser maestro de tu autodefinición. Habrás evolucionado de repetir inconscientemente las palabras de otros a pronunciar conscientemente las palabras de tu alma. Habrás transformado de ser efecto de tus afirmaciones pasadas a ser causa de tus experiencias futuras. Pero incluso entonces la práctica continúa, porque la autodefinición consciente no es un destino, es una manera de viajar, no es un logro que alcanzas, es una expresión que eliges momento a momento. No es algo que haces, es algo que eres. Eres un ser de autodefinición consciente. Eres una expresión única del poder creativo universal. Eres un artista cuyo medio es la palabra y cuya obra maestra es tu propia vida. Eres un mago cuya varita es tu voz y cuya magia es la capacidad de elegir quién eres. Nunca olvides el poder que llevas en tu boca. Nunca subestimes la influencia de tus palabras en tu realidad. Nunca permitas que la familiaridad con este poder te lleve a usarlo casualmente o sin reverencia. Tu yo soy es sagrado. Tu voz es divina. Tu capacidad de autodefinirte es el regalo más precioso que has recibido de la vida. Úsalo sabiamente, úsalo conscientemente. Úsalo con amor hacia ti mismo y hacia todos los seres que serán tocados por la frecuencia que elijas irradiar. El mundo está esperando tu contribución única. La sinfonía universal tiene un espacio reservado para la nota que solo tú puedes tocar. La historia humana está siendo escrita y tu capítulo personal será determinado por las palabras que elijas usar después de yo soy. No hay presión en esta responsabilidad. Hay solo invitación. Invitación a ser quien viniste a ser. Invitación a expresar lo que viniste a expresar. invitación a contribuir lo que viniste a contribuir. Y cuando finalmente llegue tu último día en este cuerpo, cuando sea momento de soltar esta forma física y regresar al océano infinito de la conciencia, podrás hacerlo sabiendo que usaste bien el poder que se te confió. Podrás partir sabiendo que viviste desde tu verdad, que hablaste desde tu alma, que fuiste genuinamente quién eras, pero ese día está muy lejos. Ahora mismo, en este momento presente, tienes la oportunidad de elegir conscientemente quién eres. Ahora mismo puedes decidir qué palabras van a seguir a tu próximo yo soy. Ahora mismo puedes ejercer tu soberanía divina. No lo pospongas. No esperes hasta mañana. No aguardes hasta sentirte más preparado o más seguro. El momento perfecto para comenzar a usar tu poder conscientemente es este momento. El lugar perfecto para empezar es exactamente donde estás. La versión perfecta de ti mismo para comenzar es exactamente quién eres ahora. Di algo hermoso sobre ti mismo. Di algo verdadero. Di algo que eleve tu frecuencia y honre tu divinidad. Aunque sea solo un susurro, aunque sea solo en tu mente, aunque sea solo como un experimento, yo soy. Y permite que tu alma complete la frase, escucha lo que emerge, confía en lo que surge, abraza lo que se revela y luego vive desde esa verdad. No porque tengas que demostrársela a alguien más, sino porque es quien realmente eres debajo de todas las identidades que has usado para protegerte, para encajar, para sobrevivir. Es momento de dejar de sobrevivir y comenzar a prosperar. Es momento de dejar de esconderte y comenzar a brillar. Es momento de dejar de repetir las palabras de otros y comenzar a pronunciar las palabras de tu alma. Tu vida está esperando que recuerdes quién eres realmente. Tu destino está esperando que uses tu voz para convocarlo. Tu futuro está esperando que lo decretes con las palabras más poderosas del universo. Yo soy el resto de la frase es tuyo para elegir. El resto de tu vida es tuyo para crear. El resto de tu historia es tuya para escribir. ¿Qué vas a decir? ¿Quién vas a ser? ¿Cómo vas a usar el poder sagrado de tu Yo soy? El universo está escuchando, tu alma está esperando. Tu futuro está siendo creado en este momento preciso. Elige sabiamente, elige conscientemente, elige con amor. Y recuerda, ya no eres el mismo, porque ahora sabes que tienes el poder de elegir quién eres en cualquier momento. Y ese conocimiento te ha liberado para siempre de la ilusión de ser víctima de quien pensabas que eras. Eres libre, eres poderoso, eres divino.